El cortometraje es un mundo maravilloso con una vida ridículamente corta, sin un Netflix o un Amazon que les respalde tras el paso por festivales. El documental es otro mundo, intenso y complejo, y aunque últimamente parece funcionar mejor de lo que se podría esperar en las plataformas, es solo la punta del iceberg lo que, aunque queramos, alcanzamos a contemplar. Por eso vamos a pararnos un momento a pensar en los que buscamos sin éxito los dos mundos en uno y, por supuesto, en el talento y trabajo que hay detrás. Porque aunque sean joyas difíciles de encontrar, existen, y aunque tengan una ínfima visibilidad, persisten. Y debemos potenciarla. Por esta razón os traemos una lista de 10 cortometrajes documentales que podéis disfrutar en Filmin, para darle una oportunidad a aquello que, a veces, pasamos por alto.
In guns we trust (Nicolás Lévesque, 2012)
Fantástico y sobrecogedor documental acerca de la relación de los Estados Unidos con las armas. Concretamente, se centra en la pequeña localidad de Kennesaw, que frente a los movimientos que comenzaron a surgir para prohibir las armas en el país, decidió prohibir no tener un arma. Tan espeluznante como suena. El cortometraje se nutre casi exclusivamente de maravillosas fotografías en blanco y negro y de los testimonios sonoros de los habitantes de Kennesaw, que se limitan a hablar de sus pistolas y rifles favoritos. No hace falta más para acercarse a este tema, no hay debate, sus propias declaraciones y la espeluznante naturalidad con la que hablan de sus armas hablan por sí mismas.
Mot de passe: Fajara (Séverine Sajóus y Patricia Sánchez Mora, 2017)
La jungla de Calais es como se conoce al campamento de refugiados que se levantó en el norte de Francia, donde más de un millar de personas sueñan con cruzar el Eurotúnel y alcanzar Reino Unido. Los camiones que cruzan en la oscuridad son su única vía de escape, si consiguen subir y aguantar las condiciones del viaje. Mucho mejor, desde luego, que el frío del campamento con la policía acechando e insultando, megáfono en mano, noche tras noche. Imágenes nocturnas y aterradoras, como si de un corto de terror se tratase, nos cuentan la historia de estas personas, y el narrador, la del propio lenguaje:
«Fajara en árabe significa 'explosión', del tipo que lo arrasa todo a su paso. Paso es la acción de cruzar un límite. Límite es un grado extremo, el umbral de lo que es aceptable. Fajara es un grito.»
Greykey (Enric Ribes, 2019)
Un viejo álbum de fotos nos hace de hilo conductor a través de la vida de GreyKey, un guineano que sobrevivió al campo de concentración de Mauthausen. Su nieta, que apenas le conoció, nos habla de sus recuerdos, lo que le contaron sobre su abuelo cuando era pequeña, y lo que le ocultaron. ¿Por qué su abuelo solo trabajaba de noche? ¿A qué se debía ese extraño insomnio que le hacía descansar durante el día? Entre las muchas fotografías familiares en la playa, y las escasas imágenes de Mauthausen sobre su abuelo, está la respuesta.
Maya Deren: Toma cero (Jaime Ballada y Gerard Gil Fargas, 2012)
Distintos amigos de la cineasta Maya Deren (1917-1961) hacen un repaso a su manera de entender el cine, aquello que buscaba con la cámara y aquello que no, conformando un relato no solo sobre Deren, sino sobre el arte del cine en su totalidad. Una imprescindible reflexión para cualquiera que quiera usar la cámara y dejar su huella contando una historia. A través de testimonios, viejas entrevistas y fantásticos metrajes de películas inacabadas, Maya Deren: Toma cero es un canto de amor al cine más puro e irracional.
Ser e Voltar (Xacio Baño, 2014)
Xacio Baño es un reconocido cortometrajista gallego que, con Ser e Voltar, construye 14 minutos de envolvente vida ordinaria. Con tan solo una cámara y sus dos abuelos, sus trabajos del día a día, sus conversaciones y sus pausas, sustenta todo el cortometraje. A lomos del novo cinema galego, con la pose de esos dos ancianos frente a la cámara, que ni es natural ni lo necesita, y su relación con el propio Xacio y con ese extraño mundo moderno que representa, sentimos esa familia y esos campos verdes como nuestros.
Gaza (Carles Bover Martínez y Julio Pérez del Campo, 2018)
Si eres un espectador sensible a imágenes impactantes sobre el dolor y la guerra, nunca veas este cortometraje. Tal vez peque de mostrar demasiado, de atacar innecesariamente con unas imágenes que destrozarían el corazón de cualquiera. Pero tal vez, allí, en una Gaza arrasada por los brutales ataques del ejército israelí, no hay otra manera de mostrar el dolor de los palestinos que, valga la redundancia, mostrándolo. Sin tapujos. Para que su dolor no nos deje indiferentes tras una noticia esporádica en el telediario, porque esas imágenes no son una exageración sensacionalista. Tal vez ese “ir con todo” es lo que le hizo ganador del Goya en 2018, y por lo que hoy es uno de los cortometrajes que más recordamos del cine español.
Correspondencia (Dominga Sotomayor y Carla Simón, 2020)
Dominga Sotomayor y Carla Simón, que acaba de recibir el Oso de Oro en Berlín por Alcarràs, mantienen una amistad a distancia, compartiendo unas cartas, reflexiones y vídeos que guían esta maravillosa historia. La curiosidad de cada una, sus preocupaciones, sus miradas, aquello que decidían poner delante de una cámara casera… todo ello se convierte en una puerta abierta para conocerlas, o mejor dicho, para sentir cómo estas cineastas sienten la vida.
El sueño europeo: Serbia (Jaime Alekos, 2018)
En 2016 miles de refugiados quedan atrapados en Serbia cuando los países de la ruta de los Balcanes cierran sus fronteras. Muchos son menores de edad, que viven en casas abandonadas o campamentos clandestinos, esperando tener una oportunidad para cruzar la frontera. El sueño europeo: Serbia se centra en el precio de intentarlo, las palizas de la policía húngara y las secuelas que provocan. Con imágenes cuidadas y juegos de luces y sombras, Alekos no nos puede dejar indiferentes.
Litoral (Juanjo Rueda, 2020)
Si un cortometraje documental gana tanto en el Festival de Sevilla como en el Festival de Málaga, podemos ir dando por seguro que, aparte de hablar con inteligencia de la vida y cultura andaluzas, es una película que merece nuestro tiempo. Juanjo se acerca a la vida de su abuela, a la memoria, la melancolía y la muerte, superponiendo imágenes de ese pueblo andaluz actual y las fotografías de su pasado. Así apela a lo emocional de una forma en que pocos documentales consiguen hacerlo, construyendo una maravillosa muestra de lo que un “sencillo” montaje es capaz de transmitir.
Analogue people in digital age (Keith Walsh, 2013)
El 24 de octubre de 2012 la televisión irlandesa abandona para siempre la vía analógica para comenzar a emitir exclusivamente de manera digital. En un pequeño bar del sur de Galway, ocho hombres nativos de una era que se descompone de avance en avance se enfrentan al cambio. Entre pinta y pinta, sus reflexiones, a veces más profundas y a veces más banales, construyen un honesto retrato de una vida que ignora la rapidez con la que se está quedando obsoleta.