En muchos lugares del mundo se celebra el solsticio de verano, pero por estos lares la noche de San Juan es una de las más especiales ya que nos brinda la oportunidad de quemar cosas sin que sea ilegal. La noche más corta del año es la perfecta excusa para dar la bienvenida a unos meses llenos de olas de calor y publicaciones en redes sociales que nos recuerdan que este año tampoco nos vamos a ir de vacaciones. La tradición dice que hay que saltar siete veces la hoguera para tener buena suerte, así que sería apropiado ver siete escenas con fuego para ponerse a punto para la ocasión, aunque en algunos sitios son nueve las veces que hay que saltarla. Ni para ti, ni para mí: aquí tienes cinco escenas con fuego para celebrar la noche de San Juan.
Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939)
La decadencia de una familia, de un estilo de vida y de cierto tipo de prácticas que hoy en día entendemos como aborrecibles. Lo que el viento se llevó es un relato épico sobre la caída de una familia sureña durante la guerra entre yanquis y confederados. Para realizar esta escena quemaron el set de otro clásico como King Kong (Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack, 1933), y su paleta de color forma parte de los momentos más dramáticos de la vida de Escarlata O’Hara.
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Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009)
A pesar de que en las historias de Quentin Tarantino siempre se puede prever un final explosivo, el de Malditos Bastardos no deja de sorprendernos y, tras asegurarnos de que no haya nadie mirando, sacarnos una sádica carcajada. Pocas cosas hay mejores que ver en pantalla grande un alarde de violencia tan desenfrenado como el que llevan a cabo este grupo de inadaptados, que se sirven del fuego y del cine para reescribir la historia de una forma intensamente catártica.
O que arde (Oliver Laxe, 2019)
La película con la que Oliver Laxe deslumbró en numerosos festivales hace unos años utiliza imágenes reales de uno de los dramas que viven nuestros bosques cada verano. O que arde es la historia de una madre y un hijo llena de sutilezas y con interpretaciones que enganchan desde el primer minuto, pero también sirve como denuncia en defensa de nuestro patrimonio medioambiental y contra el cada vez más acuciante abandono del rural.
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Pozos de ambición (Paul Thomas Anderson, 2007)
Paul Thomas Anderson se inspira en el descenso a la locura del mítico personaje que interpreta Jack Nicholson en El Resplador (Stanley Kubrick, 1980) para crear uno propio tan magnético y carismático como cruel y despiadado. En una de las escenas más reconocibles del cine de las últimas dos décadas, el director californiano nos muestra los extremos a los que es capaz de llegar Daniel Plainview, la viva imagen de un sistema que antepone la avaricia a la humanidad.
Barton Fink (Joel Coen, Ethan Coen, 1991)
En la recepción de un hotel de Los Ángeles se presenta un hombre escuálido, desconfiado, malhumorado y quejica que detesta el cine de Hollywood; Barton Fink es inconfundiblemente un guionista. Los hermanos Coen siempre encuentran en sus personajes un equilibrio entre lo patético y lo entrañable, dejando siempre un lugar para que el espectador interprete a su manera todas las metáforas que manejan sus historias. El caótico incendio de este hotel angelino durante la época dorada del cine es la culminación de una serie de desdichas para un hombre que ya bastante tiene con lo que tiene.
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