Escribió libros, artículos, teatro y cine. Dirigió más de 30 películas, fue amigo de Chaplin, vivió en el Hollywood más moderno y regresó para contarnos el Madrid más castizo. Formó parte de la llamada “Otra generación del 27” junto a López Rubio, Jardiel Poncela, Miguel Mihura… El cine español tuvo un gran hombre orquesta que se llamaba Edgar Neville. En este artículo queremos recordar al director madrileño a través de 5 películas a las que siempre vale la pena volver.
La torre de los siete jorobados (1944)
Aunque el cine de Neville suele identificarse con el sainete y el costumbrismo, con La torre de los siete jorobados partió de la novela de Emilio Carrere para crear una película cargada de intriga, fantasía y terror. Ambientada en una ciudad subterránea bajo el suelo de Madrid, sus personajes y su puesta en escena recuerdan a las grandes películas del expresionismo alemán.
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La vida en un hilo (1945)
Es difícil hablar de Edgar Neville sin mencionar a Conchita Montes. Formaron pareja artística y sentimental y ella protagonizó muchas de las películas de Neville. En La vida en un hilo interpretó a Mercedes, una mujer que conoce a una “adivina del pasado”, que la transporta a las posibles vidas que podría haber vivido si un día en concreto hubiera tomado otras decisiones.
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El crimen de la calle de Bordadores (1946)
Es una de las películas más populares de Neville, seguramente porque se basó en un crimen real y muy polémico que ocurrió en Madrid a finales del siglo XIX. Una viuda adinerada es asesinada en su casa y hay una ristra de sospechosos de haber cometido el crimen: la criada, el amante, una vendedora de lotería… Uno de los grandes ejemplos de cine policíaco español de los años 40.
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El último caballo (1950)
Un soldado que acaba de completar la mili en el regimiento de caballería se entera del cruel destino que le espera al caballo que ha montado durante el último año, así que decide comprarlo y llevárselo a Madrid. Allí tiene que adaptarse a una ciudad donde un caballo ya no tiene hueco ni sentido. La película es la mirada melancólica de Neville a una ciudad cambiante pero también, vista con perspectiva, un manifiesto animalista.
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Mi calle (1960)
La última película de Edgar Neville es un retrato costumbrista de Madrid a lo largo de 40 años. Es la historia de una calle y los vecinos que la habitan, haciendo un repaso a la historia de la ciudad, del barrio y de las costumbres, fortunas y desgracias de la gente en la primera mitad del siglo.
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