Las historias protagonizadas por niños y niñas son capaces de retrotraernos a nuestra infancia y a las experiencias que, a veces, guardamos con cariño. Los más pequeños pueden identificarse fácilmente con los protagonistas y también suele ser más sencillo hacer que el espectador adulto se involucre con ellos. Sin embargo, aunque los pequeños puedan identificarse, muchas de estas películas encierran moralejas que se entienden mejor con la edad. Aquí os traemos una lista de siete películas protagonizadas por niños o niñas que nos han gustado y emocionado a partes iguales.
Nadie sabe (Hirokazu Kore-eda, 2004)
Fotograma de Nadie sabe
Las películas de Hirokazu Kore-eda casi siempre tratan sobre la familia como concepto a renovar, contraponiendo su forma tradicional presente en la cultura japonesa con otras igual de válidas y mucho más flexibles. Muchas de estas películas tienen como protagonistas a niños y niñas que tendrán que afrontar distintas situaciones que les harán cuestionar tanto su mundo como el de los adultos.
En Nadie sabe, cuatro niños son abandonados por su madre, quien deja atrás una nota pidiéndole al mayor que cuide del resto. Así, la película pone a la sociedad japonesa frente al espejo y cuestiona esa supuesta civilidad que la caracteriza, más aún estando basada en una historia real.
¿Dónde está la casa de mi amigo? (Abbas Kiarostami, 1987)
Fotograma de ¿Dónde está la casa de mi amigo?
Abbas Kiarostami volvía a acercarse a la infancia con esta película, la primera de la trilogía de Koker. En ella, nos muestra la inocencia y la pureza de los actos de un pequeño protagonista que vivirá una aventura al intentar devolverle a un amigo su cuaderno de clase. Un acto de bondad en medio de un mundo de adultos que parece que hayan olvidado lo que es dar sin recibir nada a cambio, en el que una mirada tan limpia como la del protagonista tiene un futuro difícil, más aún cuando está rodeado de gente que parece haber olvidado que ellos también fueron niños. Con esta sencilla historia, el director nos muestra la vida rural iraní, algo recurrente en su obra, y el tipo de educación que puede esperar un niño en dicho ambiente, como si esta fuese un camino zigzagueante al que tiene que enfrentarse solo.
El león duerme esta noche (Nobuhiro Suwa, 2017)
Fotograma de El león duerme esta noche
Protagonizada por uno de los actores icónicos de la Nouvelle Vague, Jean-Pierre Léaud, esta película lleva a la pantalla una historia crepuscular pero mucho más optimista de lo que pudiera parecer.
El viejo Jean debe interpretar la escena de su muerte para su próxima película, algo que no sabe cómo afrontar, pero el rodaje se paraliza unos días. Durante esta corta ventana de tiempo, se encontrará con fantasmas del pasado y con un grupo de niños y niñas que tienen la ilusión de rodar una película en un caserón abandonado y que le recordarán por qué se metió en esto del cine. La cinta está llena de escenas en las que los niños podían improvisar con el veterano actor y eso la dota de una ternura y un realismo difícil de igualar. Además de funcionar a nivel humano, también lo hace como homenaje al cine francés y a Léaud.
Tomboy (Céline Sciamma, 2011)
Fotograma de Tomboy
Céline Sciamma firmaba recientemente Petite Maman (2021), pero no es la primera película en la que trabajaba con infantes. En Tomboy ya lo hizo con un resultado extraordinario, que mostraba una sensibilidad muy especial.
Por un lado, Sciamma cuestiona el género y lo que conlleva su construcción social y consigue, a la vez, capturar una miríada de momentos que no podrían no pertenecer a la infancia. Por otro lado, es consciente de que muchas veces se asocia la sexualidad con adolescentes y adultos, sacando a los niños de la ecuación. Sciamma nos muestra que ellos también tienen realidades e identidades complejas a las que hay que prestar atención.
Cría cuervos… (Carlos Saura, 1975)
Fotograma de Cría cuervos...
Una de las películas más recordadas del cine español, protagonizada por una pequeña Ana Torrent. Carlos Saura se las apañaba para contar una historia que ya hemos visto muchas veces de un modo original y alegórico, capaz de rompernos el corazón en pedacitos, y ofreciendo una mirada totalmente desencantada y desmitificadora de la niñez, lejos de cualquier idealismo. Su forma de evocar espíritus y de tratar las secuencias oníricas en las que pasado y presente se solapan es lo que más sorprende y, entre otras cosas, lo que hizo que ganara varios premios, ¡incluido uno en Cannes!
El Sur (Víctor Erice, 1983)
Fotograma de El sur
Después de El espíritu de la colmena (1973), Víctor Erice volvió a arrojar una mirada melancólica a la infancia para mostrar sus claroscuros y su impacto en la persona que llegaremos a ser.
En El Sur, Estrella, la protagonista, siente una fascinación enorme por su padre, un hombre al que ha idealizado pero del que realmente no sabe demasiado. Asistiremos al desengaño de Estrella con su progenitor y a un viaje a través de los recovecos de la memoria de la niña, siempre dominada por la presencia, lejana, de ese lugar mítico, como si de un El Dorado personal se tratase, que conoce como "el Sur". En este caso, el cine vuelve a ser, como ya sucedía en El espíritu de la colmena, una de las fuerzas que impulsa, de algún modo, el cambio de la protagonista.
Verano 1993 (Carla Simón, 2017)
Fotograma de Verano 1993
El debut de Carla Simón ganó muchos premios tras su estreno y ninguno es inmerecido. Con reminiscencias a Cría cuervos…, esta película casi autobiográfica muestra cómo la pequeña Frida —alter ego de la realizadora, quien perdió a sus padres cuando era muy joven— afronta la muerte de su madre. La historia, con licencias, es un pedazo del alma de la directora, quien quería mostrar cómo puede entender una niña lo que es la muerte y lo consigue de un modo casi documental, con el menor impedimento de la cámara para mostrar la vida tal como es, bebiendo de los recuerdos y las fotografías reales de su niñez.
El verano, presente en el título, es casi un personaje más de la historia, ya que es ese periodo que parece interminable cuando somos pequeños y, en este caso, la lentitud y eternidad acompañan al proceso de adaptación de Frida a su nueva familia.