La nueva película de Pilar Palomero, tras la ganadora del Goya Las niñas (2020), es La maternal. Estrenada en el 70º Festival de San Sebastián, cuenta la historia de Carla, una niña de catorce años que se queda embarazada inesperadamente y que se ve obligada a cambiar su vida para siempre. Es un relato sobre la adolescencia, la maternidad, la pérdida de autonomía y, sobre todo, sobre reencuentros, amistades y la importancia de pedir ayuda.
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Las historias se repiten
Una de las cosas que más llama la atención al principio de La maternal es la relación tan inusual que mantienen Carla y su madre. Rápidamente entendemos que esta última la tuvo joven, y que además es despreocupada; intenta vivir su vida sin que Carla la moleste mucho. Ya tiene catorce años, se puede cuidar a sí misma… Pero Carla se siente abandonada y relegada, como es normal. La adolescencia ya de por sí es dura, pero sentirse apartada por la persona que debe cuidarte es aún peor. Carla siente recelo hacia el novio de su madre, que aunque sea tiernamente cariñoso con ella, le da igual; ella necesita la atención continua de su madre y rara vez la obtiene.
Todo esto cambia cuando Carla descubre que está embarazada. De repente, se ve obligada a dejar su casa, el colegio, y la convivencia con su madre a la que tanto quiere y odia, y se va a vivir a La maternal, un centro donde ayudan a chicas adolescentes embarazadas. Aquí comienza la historia de Carla, que podría haber sido también la historia de su madre, solo que no la llegamos a ver. Es aquí cuando la adolescente empieza un camino difícil y tortuoso de comprensión hacia su madre.
Fotograma de La maternal
El sacrificio de la adolescencia
Carla tiene que abandonar su vida en su pueblo, y al principio su nueva vida se le atraganta mucho. Las negaciones de deseos adolescentes como montarse a los coches locos estando embarazada, o el tener que cuidar de su recién nacido cuando lo que le apetece es bailar y pasárselo bien con la otras chicas son solo pequeños ejemplos de cómo ser madre adolescente es un desafío y sacrificio enorme. Porque Pilar Palomero no se centra en mostrar las consecuencias futuras de ser madre adolescente con Carla, ya que esas nos las muestra con la madre de esta; no, La maternal nos dice que en ningún momento es el camino de ser madre adolescente uno de rosas.
Aunque ese dicho de “Madre solo hay una” no sea siempre cierto, La maternal nos recuerda algo que a veces, por pretender ser más fuerte de lo que somos, o por querer demostrar que no necesitamos a nadie, olvidamos. Carla pasa la mitad de la película esperando ser madre y aceptando su nueva vida, y la otra mitad aprendiendo a serlo de verdad. Estar embarazada y soñar con lo que será es una cosa, estar noches y noches sin dormir o no poder salir de fiesta porque su hijo está con fiebre es otra bien distinta. Y aunque empiece su camino hacia la maternidad con confianza en sí misma, poco a poco empezará a verse torturada por lo que ser madre realmente significa: un gran sacrificio.
Fotograma de La maternal
Y es que ser madre también supone ser esa persona a la que siempre acudimos cuando estamos mal, la que nos aporta un confort inmensurable cuando más lo necesitamos. Tal vez la única manera de dejar de lado ese sentimiento de querer abandonar y rendirse cuando eres madre sea, precisamente, comprender que de verdad eres capaz de crear ese espacio seguro para tu hijo. En definitiva, si tenemos que agradecer algo a Pilar Palomero, será haberse atrevido a abordar esos temas dolorosos y tabús de nuestra sociedad, tanto en Las Niñas como en La Maternal.