Se acerca Halloween y todo el mundo a nuestro alrededor se prepara para la noche de brujas con decoraciones, disfraces y maratones de pelis y series de terror; pero a los miedicas todavía nos cuesta introducirnos en este género tan popular. Tanto si estás dando tus primeros pasos como si ya eres un experto que solo necesita tomarse un descanso, aquí van unas cuantas pelis que no son de miedo, pero tienen una escena que nos hizo taparnos los ojos.
Pinocho se convierte en asno en Pinocho (Ben Sharpsteen, Hamilton Luske, 1940)
La primera época dorada de Disney tiene clásicos inolvidables que marcaron la infancia de medio mundo, pero la fábrica de sueños también tiene la costumbre de crear nuestras peores pesadillas. La madre de Bambi, la borrachera de Dumbo o villanos como Cruella de Vil y Shere Khan no tenían ninguna necesidad de ser tan terroríficos, pero ver a un niño transformarse en asno ante nuestros propios ojos es sin duda lo que nos tiene traumatizados de por vida.
La araña de El señor de los anillos: el retorno del rey (Peter Jackson, 2003)
Los Nazgûl, los orcos de Mordor y el omnipresente ojo de Sauron ya son elementos bastante intimidantes en la épica aventura de partida y regreso que es la trilogía de El señor de los anillos, pero el momento en el que verdaderamente temimos por la vida de Frodo fue cuando se adentra en la guarida de Ella-Laraña, un gigantesco artrópodo que despierta todas nuestras fobias.
La muerte del Juez Doom en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988)
La mezcla de personajes animados con acción real supone un hito audiovisual y también resulta en una desternillante aventura vestida de noir para toda la familia. ¿Quién engañó a Roger Rabbit? es una de esas películas que vale tanto como su villano: el despiadado Juez Doom, interpretado por Christopher Lloyd, que demuestra en numerosas ocasiones ser tan detestable como difícil de matar.
El Hombre Pálido de El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006)
Guillermo del Toro es un maestro a la hora de mezclar fantasía, terror y folklore en obras que capturan la imaginación de cualquier espectador, y El laberinto del fauno tal vez sea el mayor exponente de su identidad artística. Sin embargo, nunca podremos perdonarle el susto que nos dio cuando Ofelia despierta de su letargo a esta criatura con ojos en las manos.
Los cerdos de El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001)
Cuando eres niño tus padres parecen invencibles, como superhéroes a prueba de cualquier dificultad que presenta la vida. Miyazaki no tarda mucho en atacar directamente esta idea y dejar a Chihiro completamente desprotegida transformando a sus padres en cerdos; una clara declaración de intenciones que nos dice que esta no es la típica película de animación infantil y tendremos que enfrentarnos nosotros solos a un mundo donde el peligro acecha en cada esquina.
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Los velocirraptores de Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993)
Si bien estamos de acuerdo en que la estrella de Parque Jurásico es el tiranosaurio rex, la escena de mayor suspense la protagonizan un grupo de velocirraptores jugando al gato y el ratón con dos niños en una cocina. Este clásico de Spielberg se presenta como una aventura familiar llena de momentos de acción y de emoción, pero no se corta en utilizar los códigos del cine de terror para mantenernos al borde del asiento.
El bebé en el techo de Trainspotting (Danny Boyle, 1996)
Hasta ahora nos hemos divertido intentando aterrar a los niños, pero en Trainspotting es un niño el que nos asusta a nosotros. Danny Boyle ofrece un retrato divertido pero lleno de verdad sobre la adicción a las drogas y los problemas de una generación de jóvenes escoceses. En un delirio inducido por el síndrome de abstinencia, nuestro protagonista ve una de las imágenes más impactantes del cine de los noventa.
Los juguetes de Sid en Toy Story (John Lasseter, 1995)
Cuando Woody y Buzz recalan en la habitación del niño que vive en la casa de al lado todos somos conscientes de que se adentran en la boca del lobo. Sid es un niño cuanto menos intimidante, y el lugar donde vive parece sacado del hotel Overlook, pero quien se lleva la palma son los juguetes mutilados y reconfigurados a lo monstruo de Frankenstein que, sin embargo, terminan siendo unos cachos de pan. Al igual que creímos que estas pelis no iban a ser de miedo y consiguieron darnos un susto de muerte, los juguetes de Sid nos demuestran que a veces las apariencias engañan.
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