Hay dos tipos de cinéfilos: los que disfrutan del cine y los que se preocupan mucho de que sepas que disfrutan el cine. Estos últimos te dirán que lo aman, que les remueve por dentro, que les hace vivir aventuras sensoriales sin igual. Te contarán con todo lujo de detalles cómo les cambió la vida tal o cual clásico y, para cuando hayas conseguido que te suelten el brazo, ya habrán plantado en ti la semilla de la duda: a lo mejor va siendo hora de que te suscribas a Filmin.
Damien Chazelle es la personificación de esta clase de cinéfilo. Afortunadamente, el director estadounidense cuenta con más herramientas que charlatanería y ganas de destacar (que también). Con su colosal Babylon (2023) lo deja más que claro: no solo ama al cine en todas sus formas, sino que está dispuesto a contagiar ese entusiasmo.
Babylon nos cuenta la historia del paso del cine silente al sonoro en Hollywood. A través de un reparto estelar que encarna a Nellie LaRoy (Margot Robbie), Jack Conrad (Brad Pitt) y Manny Torres (Diego Calva), la historia de este traumático y espectacular punto de giro en la industria cinematográfica adquiere un interés especial. Creemos que este es un buen momento para una crítica sin spoilers.
Caos y éxito
Viajamos en el tiempo a una época de Hollywood donde todo se nos muestra como idílico, lleno de fuerza, vida y emoción. El cine silente se crea en un hábitat ruidoso, que abruma por su dinamismo. La gente entra y sale del set a una velocidad abrumadora, pero son las estrellas, como todo el mundo sabe, quienes realmente elevan ese arte (todavía en pañales) a otro nivel.
Pero no todo es bonito en esta época dorada. Durante los minutos en los que Chazelle plasma esa época de esplendor también vemos las miserias sobre las que se erige la industria. Corrupción de menores, desfases extremos o muertes en el lugar de trabajo son solo algunas de las perlas que encontramos en el jovial mundo de la creación cinematográfica. Mientras que Nellie y Jack viven en la cresta de la ola, los aspectos negativos de ese ecosistema quedan en un segundo plano: las víctimas son otros. Sin embargo, cuando el golpe lo reciben estas estrellas inmortales, que parecen destinadas a una gloria eterna, Babylon nos lleva sin ninguna discreción ni reparo a un terreno mucho más oscuro.
Fotograma de Babylon
Esa parte oscura probablemente sea una de las razones que han pesado en la recepción de Babylon. No tanto porque la audiencia no esté dispuesta a ver un drama de tres horas, sino por el enorme contraste que se genera entre la oscuridad a la que pueden llegar sus personajes después de la fiesta anterior. En su esfuerzo por retratar el ascenso y caída del Hollywood primigenio con todos sus matices, los malabares de Chazelle para equilibrar el tono de Babylon han parecido no ser suficientes para muchos espectadores.
Si algo nos dicen las películas de Chazelle sobre su propio director, es su propia obsesión con el éxito. Si no con conseguirlo, por lo menos con retratar su búsqueda y las consecuencias de esta. Es curioso cómo Babylon podría funcionar, salvando algunos detalles, como una secuela de su aclamada La La Land, por cómo conectan las carencias y obsesiones de los personajes que anhelan vivir en el mundo del espectáculo casi a cualquier precio.
Buscar la eternidad
Damien Chazelle en el rodaje de Babylon
A los pocos minutos de empezar la película, Manny habla en profundidad de por qué quiere trabajar haciendo películas. Su discurso (sin duda alguna un canto de amor al cine) rima con tantos otros momentos memorables en pantalla, que parecen estar ahí solo para confirmar el sesgo emocional del aspirante a director.
Y es que Babylon lo tiene claro: el cine es eterno, constante y reparador. No importan las penurias que atraviesen los protagonistas de Babylon en su lucha por permanecer relevantes en una industria que da con una mano y quita con la otra. Que Hollywood fagocite sus propios traumas para monetizarlos como otro espectáculo más es solo un síntoma de cómo se hacen las películas, no del cine en sí. Y a pesar de todo, las películas siempre estarán ahí para sacarnos de un mal momento.
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Chazelle, igual que sus personajes, busca la eternidad, y eso le ha llevado a esta recepción tan desapacible. Puede que Babylon no sea para todo el mundo, pero desde luego es una película para descubrir por uno mismo. Ya disponible en cines.
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