Si te consideras cinéfilo, seguro que tienes alguna opinión sobre los tráilers. Nos encantan o los detestamos, raramente nos resultan indiferentes. Hay quienes defienden la importancia de llegar vírgenes a la película y huyen de ellos como de la peste al creerlos capaces de arruinar toda la experiencia cinematográfica. Pero la realidad es que, desde hace años, el tráiler es la herramienta de promoción más importante del cine —más aún en la era de las redes sociales—. Si queremos que siga habiendo industria, los necesitamos.
El primer tráiler de una película se proyectó en 1914. Cien años después, tras evolucionar a la par que el cine y la publicidad, los tráilers se anuncian como eventos en sí mismos, generan debate, son diseccionados por los fans y, a veces, incluso superan a las películas que promocionan (Baby Driver, te estoy mirando a ti). Sí, el tráiler es márketing, pero eso no significa que no pueda ser cine, y su originalidad, su eficacia y su calidad artística también se premian: los Feroz los incluyen desde su primera edición.
Y a mí me encanta que así sea. Admiro el arte de sugerir, de emocionar y seducir en solo 2 minutos, de proponer las preguntas correctas, de seleccionar los diálogos adecuados para enlazar los planos más elocuentes, de hacer música con el montaje y darle unidad con el sonido. Pero reconozco que un mal tráiler puede hacer mucho daño. Así que vamos a echar un vistazo a las cinco piezas nominadas este año al Premio Feroz a mejor tráiler, para averiguar qué le pedimos —como mínimo— a un buen tráiler.
As bestas: que transmita el conflicto con claridad
El tráiler de As bestas (Sorogoyen), de Miguel Ángel Trudu, solo necesita las dos primeras escenas para dejar claro su conflicto: Antoine contemplando un aerogenerador que se alza ante él como un gigante al que batallar, seguido del tenso diálogo entre él y Xan.
«—¿Tú por qué no firmaste? Dímelo con el corazón en la mano, ¿por qué no firmaste?
—Porque esta es mi casa».
Las interpretaciones de Ménochet y Zahera lo dicen todo. Este conflicto entre vecinos va de dinero y de apego, de propiedad y de orgullo, y puede ponerse muy feo. El minuto y medio restante sirve para profundizar y confirmar que, sí, se va a volver muy turbio. Y sobre todo para atraparnos, quitarnos el aliento y transmitir esa sensación de quietud tensa que precede a la tempestad que va a marcar la película (aunque As bestas se guarde bajo la manga un cambio de tercio que, muy sabiamente, no se intuye en el tráiler). Lo que me lleva a...
Cerdita: que refleje el tono
No todo es la trama. El tono define una película, y por eso un buen tráiler debe abrazarlo y vendérselo a los espectadores.
Un film a caballo entre el thriller y el terror, como Cerdita, nos puede sugerir muchas cosas. Pero lo que propone Carlota Pereda es una historia opresiva sobre bullying y venganza que se desmadra en algo visceral y perturbador, en la que el pánico más asfixiante convive con cierta satisfacción liberadora. Y así es también su tráiler. Marta Longás se asegura de que el nerviosismo crezca a la par que el ritmo, hasta desembocar en horror desquiciado, ruidoso y acelerado, como un salvaje alarido.
Mantícora: que no nos cuente la película
Odiamos que nos destripen una película antes de verla: es lo peor que puede hacer un tráiler y no tiene perdón. Pero aunque ninguna de las piezas de esta lista pecan demasiado de esto, la de Mantícora (Carlos Vermut) tiene una particularidad con la que podría darle una lección a todas: es capaz de contar de qué va sin decirlo realmente.
En este tráiler —que le vale a Miguel Ángel Trudu su segunda nominación— se intuye una historia de amor extraña, y está claro que el protagonista esconde “monstruos”, pero hay tantas interpretaciones posibles para esta selección de fragmentos que es realmente difícil adivinar qué va a abordar exactamente. Y no importa. Entendemos el malestar, la (in)quietud, ese cuento de terror íntimo y silencioso, y nos da las suficientes pinceladas de los personajes y sus circunstancias para querer saber mucho más.
Modelo 77: que nos emocione
El tráiler de Modelo 77 (Alberto Rodríguez) adelanta buenas dosis de acción y presume de su imponente diseño de producción con un ritmo envidiable, pero lo que mejor hace Aitor Tapia es conseguir que conectemos, en pocos segundos, con los protagonistas y su cruzada.
Desde el carisma y el coraje de los personajes hasta los momentos escogidos y, por supuesto, la música (que es, tal vez, el elemento que más facilidad tiene para despertar emociones), todo ayuda a vestir el tráiler de una épica que nos hace querer estar encerrados en esa cárcel para luchar junto a los presos. Y la realidad es que, cuando algo logra tocarnos el corazón, hacernos partícipes y emocionarnos, todo lo demás da igual. Ya nos ha ganado.
Los renglones torcidos de Dios: que genere expectativa
Para los que no tuviéramos mucha idea de la novela de Luca de Tena, nos queda claro que Los renglones torcidos de Dios (Oriol Paulo) va a ser un thriller lleno de giros y sorpresas solo con ver su tráiler. Esa es la información más importante que nos da Pedro J. Bernardo con una pieza que se dedica, principalmente, a hacer que nos planteemos preguntas y a alimentar nuestra curiosidad. ¿Está o no está cuerda Alice Gould?
Sin embargo, en este punto hay algo que debemos tener muy en cuenta. Un tráiler no solo tiene gran influencia en la decisión de si vamos a ver o no una película, sino también en cómo vamos a recibirla. Si promete algo distinto a lo que finalmente encontraremos en la sala de cine, es fácil que eche por tierra el trabajo y el mensaje de la obra. Así que, sí, lo último que le pedimos a un buen tráiler es que genere expectativa, pero las expectativas correctas.
→ Disponible en Netflix.
¿Te ha gustado?
¡Ayúdanos a seguir escribiendo!
Invítanos a un café a través de Ko-fi.
👏👏👏👏