«Supongo que la amabilidad no dura. Pero ¿sabes algo que sí dura? La música dura. Los cuadros duran. Y la poesía. ¿A quién recordamos por haber sido amable en el siglo XVII?»
Allá a lo lejos, en la “gran isla”, tiene lugar la Guerra Civil Irlandesa. Pero en la ficticia isla de Inisherin, la batalla que de verdad importa —y de la que están pendientes todos los isleños— se libra entre dos hombres. Y la razón es tan sencilla como que uno ya no quiere ser amigo del otro.
Almas en pena de Inisherin, la nueva película de Martin McDonagh, se sirve de ese pequeño gran conflicto entre dos amigos para hablarnos de todo lo que importa: la amistad, la bondad, la soledad y el verdadero sentido de la vida.
Ya no quiero ser tu amigo
Colm y Pádraic en Almas en pena de Inisherin
La premisa de la película es sencillísima, pero son el ritmo, el sentido del humor y la construcción de los personajes los que hacen que el conflicto entre Pádraic y Colm sea suficiente para sostener las casi dos horas de metraje.
¿Qué harías si, de un día para otro, tu mejor amigo te dice que ya no quiere volver a hablar contigo? Seguramente, lo mismo que Pádraic: resistirte, intentar entenderlo, enfadarte, prenderle fuego a su casa… Bueno, con eso último te has pasado. Pero lo que mueve la trama es, precisamente, la perseverancia del protagonista por encontrar respuestas. Colm ya no quiere saber nada de él, incluso lo ha amenazado con cortarse un dedo a sí mismo si vuelve a dirigirle la palabra. Para Pádraic es tan absurdo como frustrante, y para nosotros también. Nos encantan las ficciones sobre rupturas sentimentales, pero pocas veces hemos visto una película que profundice tanto en el fin de una amistad. Queremos, igual que Pádraic, entender por qué Colm no quiere hablar más con él.
Amigos del alma
No es algo que se mencione en la película, pero salí de ver Almas en pena de Inisherin pensando en la expresión “ser amigos del alma”. Supongo que utilizamos esa expresión con amigos con los que tenemos una unión profunda e indescriptible, que no podemos explicar desde lo racional.
Colm y Pádraic en Almas en pena de Inisherin
Colm y Pádraic son amigos del alma. O lo eran. No porque tuvieran en común mucho más que vivir en la misma isla y quedar para beber en la taberna. Eran amigos del alma porque, cuando Pádraic llega a la casa de Colm en la primera secuencia de la película, el perro de Colm corre a saludarlo. Con la efusividad y la confianza de saludarse así todos los días. Son amigos del alma porque, en el bar, todos los vecinos se extrañan de que no se sienten juntos a beber sus pintas. Son amigos del alma porque es el alma lo que se le rompe a Pádraic cuando Colm decide que no quiere seguir siendo su amigo.
Para entender el sentimiento de Pádraic no hace falta conocer cómo era su amistad con Colm. Basta con haber tenido un amigo, porque entendemos lo duro que es perderlo. Un amigo es quien te apoya, está para ti en los malos momentos pero, sobre todo, es una persona que te cae bien. Porque ¿puedes ser amigo de alguien que no te cae bien? Colm se ha dado cuenta de que esa amistad ya no le aporta, sino todo lo contrario. Quiere dedicar sus últimos años de vida no a escuchar a su amigo hablar de su burra Jenny —Premio Oscar a mejor mascota, por favor— sino a componer música, hacer algo que perdure en el tiempo. Lo que mueve a Colm es el miedo a no trascender, a no dejar una huella en el mundo, por pequeña que sea, y lo que mueve a Pádraic es disfrutar la vida sin importar lo que quedará cuando ya no esté.
Es por eso que, al final, entendemos que lo importante no es por qué Colm no quiere seguir siendo amigo de Pádraic. Lo importante es qué hacemos con lo que nuestros amigos nos dan. Cómo y a quién agradecemos, con quién somos amables y a quién le dedicamos los días que nos quedan. Pádraic querría pasar el resto de sus días cuidando a Jenny y bebiendo cerveza mientras charla con Colm. Pero no es recíproco, así que Pádraic va a tener que aceptarlo, aunque eso le parta el alma.
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