5 meses después de su premiere en el festival de Sitges llega por fin a las salas de España La niña de la comunión, una película de terror basada en la leyenda urbana del mismo nombre. Con la idea original de Beto Marini y del director Víctor García, Guillem Clua desarrolla el guion para A3Media. En Milana hemos podido charlar con Guillem sobre su trabajo: ¿cómo se escribe un buen guion de terror?
Se trata del primer largometraje de género del guionista, el primero de muchos si estas semanas el público recibe bien una posible franquicia de La niña de la comunión. Viene de una larga trayectoria internacional en el mundo del teatro (La piel en llamas, El sabor de las cenizas, Killer), de recibir el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2020 y, recientemente en cine y televisión, de firmar la nominada al Goya Los renglones torcidos de Dios (Oriol Paulo, 2022) y la adaptación de una de sus mayores obras, Smiley (2022-).
La niña de la comunión parte de una leyenda urbana. ¿Cómo ha sido convertir el mito en película?.
Eso ha sido la mayor dificultad que hemos tenido, partir de una leyenda urbana que al final se explica en una frase: hay un fantasma de una niña vestida de comunión que si la ves estás maldito y te mueres. Ese era el punto de partida que tenían Beto Marini y Víctor García para desarrollar, y querían ambientarlo en los 80. Entonces, ¿la dificultad de qué parte? De que tienes que construir, no solo una película, sino todo el universo y la convención de terror. Por qué pasa eso, de dónde viene, qué elementos juegan, cuáles son los aspectos terroríficos que sí que funcionan y los que no, dónde queremos ir, qué poderes tiene la niña… Esas cosas básicas del universo que permiten además expandirlo en el futuro si hace falta. Le dimos más vueltas a construir el universo que al propio guion propiamente dicho.
¿Y qué os atraía de ambientarlo en los 80? ¿Qué tiene esa ambientación ochentera y noventera que atrae a tantas películas de terror?
Nos iba muy bien para el universo de la historia, con el tema de las comuniones y las muñecas… Todo ese ritual es algo que a lo mejor no tiene ahora tanto poder como tenía entonces. Yo cuando era pequeño las comuniones eran lo más, unas fiestas que flipas, ahora somos todos más laicos y tal, [risas]. Nos iba muy bien hacerlo de época para potenciar ese elemento religioso.
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También el hecho de que las nuevas tecnologías hacen que muchísimas películas, sobre todo de género, no se podrían hacer. Tener un móvil te cambia la vida. Por eso era lo de fuera móviles, fuera tecnologías, fuera poder investigar en un ordenador… También es verdad que estamos haciendo algo muy old school, muy de terror clásico, de leyenda-monstruo que acecha a unos chavales, y ellos tienen que investigar y descubrir un misterio para sobrevivir. Eso es muy peli terror clásica de los 80, y al homenajear de algún modo a esas películas clásicas pues también lo ambientamos en esa época.
Fotograma de La niña de la comunión | Atresmedia Cine
Ha sido el primer proyecto de terror al que te enfrentas. ¿Qué ha sido lo más complicado de escribir género?
El género a mí me gusta, es verdad que no lo había hecho nunca y por eso lo acepté, era un proyecto guay, y si escribo siempre lo mismo, me aburro. Pero lo más difícil que he descubierto como guionista es describir las set pieces, los momentos realmente de terror, los momentos más de susto, de ataque, esos por los que la película será más recordada. Describir un set piece y que dé miedo es muy difícil. Porque al final el miedo está en la dirección, en la música y en toda la puesta en escena, desde guion es muy complicado dar miedo. Escribes muy diferente una película de terror que una peli de otro género. Las descripciones de lo que ocurre, los detalles… Es más literario casi, para intentar meter a todo el equipo de la película en esa sensación de terror. No puedes decir, ‘pues aparece la niña y la ataca, punto’, [risas]. Tienes que elaborarlo de una manera muy concreta, metiéndote casi al detalle del plano.
Dices que no intentabas hacer solo una peli de sustos. ¿Cómo es el terror que intentabas construir entonces?
El susto tiene que estar, si estás haciendo una película de sustos, pues hay sustos. No es que no quisiera hacer eso, sino que quería ir un poco más allá, construyendo a unos personajes que no fueran de dos dimensiones, que tuvieran algún trasfondo, que pudieran contar algo más allá de la peli de terror. La inadaptación, la discriminación de las chicas que son diferentes, el tema del patriarcado que está muy presente… El monstruo final viene a ser una metáfora de eso.
Fotograma de La niña de la comunión | Atresmedia Cine
¿Y cómo es construir buenos personajes para una película de terror?
Lo primero es construir una empatía con ellos, si a ti no te importan las víctimas de un slasher, o de cualquier película de terror, no vas a hacer el viaje del mismo modo. A no ser que desees que les pase algo porque son personajes despreciables, que también es muy satisfactorio un personaje que nos hace aplaudir cuando lo matan, [risas].
Hay géneros en los que el vínculo con el espectador es más importante que en otros.
Pero hay géneros en los que el vínculo con el espectador es más importante que en otros, y hay veces que los puedes ver desde la distancia. La comedia puede ser muy externa, por ejemplo. No necesitas empatizar con ellos para que te hagan reír. Pero en el caso del terror creo que es esencial crear un vínculo muy fuerte con el espectador y las víctimas de la película.
Tienes una amplia experiencia como dramaturgo. ¿Hay algo del teatro que te haya servido en tu carrera como cineasta?
El teatro lo que te da es una gran economía de recursos, cosa que a los productores les encanta. Tú estás acostumbrado a hacer cosas en un escenario, con pocos personajes, y que el poder de la trama esté en ellos, en el diálogo y en algo que no requiere mucho dinero. Cuando un productor acude a un dramaturgo, o a la obra de un dramaturgo para adaptar, pues claro, está encantado, porque no se requieren grandes dispendios. La niña de la comunión tampoco es de súper súper gran presupuesto, pero a lo mejor al ser de género podíamos ir más a los efectos especiales y los set pieces espectaculares y tal. Pero nosotros le hemos añadido ese trasfondo en los personajes que tal vez viene del teatro.
¿Y al revés? ¿Algo que hayas aprendido en el cine y te haya servido en el teatro?
La estructura narrativa del audiovisual, más fragmentada, más loca, menos aristotélica por decirlo así, en mi caso siempre me ha afectado mucho. A mí me encanta hacer cosas de teatro de esas que son una sola acción en un solo lugar con los mismos personajes, una hora y media en tiempo real, con personajes que entran en una habitación y no salen hasta una hora y media después… mantener la tensión dramática en eso es teatral al 100% y me flipa hacerlo. Pero también he estrenado obras de las que me han dicho: “joder, es una peli, que tienes ahí cuatro tramas simultáneas en diferentes tiempos”… Eso viene del cine, sin duda, y de explorar un poquito los límites del teatro a partir de los parámetros narrativos del audiovisual.
Fotograma de La niña de la comunión | Atresmedia Cine
¿Y cómo crees que se llevan el teatro y el terror?
Yo creo que hay dos cosas que es imposible reproducir en un teatro, por el tipo de convención con el espectador. Una es la violencia: si en un teatro uno abofetea a otro, eso enseguida hace que todos los espectadores salgan de la sesión y piensen en el propio actor al que le acaban de dar una bofetada. Y lógicamente, no te crees una paliza, un descuartizamiento o lo que sea en un escenario, porque sabes que no es real, y eso en el cine no pasa. Y el segundo aspecto que no funciona nunca en el teatro es el terror. Por los mismos motivos, tú no puedes dar miedo en un escenario. Hay una obra que se llama La mujer de negro (Susan Hill) que es el único título así que ha sobrevivido al paso del tiempo. Una obra de misterio que intenta meter al público en el mismo teatro, con un fantasma que al final resulta que es presuntamente real y los propios actores se sorprenden… Eso es lo más próximo al teatro de terror que se ha hecho jamás.
Hay dos cosas que no se pueden reproducir en un teatro: una es la violencia y otra es el terror.
Para mí tiene que ver con el contrato ficcional que tú tienes con la historia que vas a consumir, que es: “eso me lo voy a creer”. Tú te metes dentro de la película y en muy pocos momentos piensas que esos son actores interpretando un papel, porque el cine establece ese contrato con el espectador. Pero en el teatro no, en el teatro tú todo el rato eres consciente de que estás viendo a unos actores, la ficción funciona de otra manera, viene de otro lugar. Y en ese contrato no puede haber violencia ni terror, porque no funciona, está fuera del contrato.
CUESTIONARIO MILANA
¿La película/serie que verías por enésima vez sin cansarte?
Alguna de Almodóvar. Todo sobre su madre (1999), La ley del deseo (1987) o Dolor y Gloria (2019), seguramente. Ha sido un auténtico referente para mi.
¿La película/serie que verías para levantarte el ánimo?
Un musical, claro. Funny Girl (William Wilder, 1968) o La La Land (Damien Chazelle, 2016).
¿La película/serie que verías para pasar auténtico miedo?
El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), sin duda. Me traumatizó.
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