El amor es una emoción enormemente compleja, y las reglas que lo rigen las marca cada persona, cada relación. No se puede pontificar sobre cómo dos o más personas deben vivir su amor, y aún así, tenemos una visión muy encorsetada de lo que debe ser una pareja. ¿Es encontrar el amor la solución a la soledad? ¿Podemos sentirnos aislados aunque tengamos una pareja a la que queremos? ¿Y si la persona de la que estamos enamorados no es la que nos hace felices? Las cosas no son tan sencillas, y así lo ha querido retratar Christos Nikou en su última película: Esto va a doler (2023).
Quizá por haberse estrenado muy próxima a la celebrada Past Lives (Celine Song) y tratarse de un estreno en plataforma, Esto va a doler (Fingernails en su título original) se ha visto relegada a un inmerecido segundo plano. Desde su profundidad mostrada a través de los gestos más sencillos hasta su capacidad para conmover y hacer daño al mismo tiempo, aquí tienes algunas razones por las que recomendamos echarle un vistazo a Esto va a doler.
En un mundo en el que una máquina es capaz de determinar científicamente si dos personas están enamoradas, Anna, una profesora en busca de empleo, acaba trabajando en una de las instituciones que hacen esas pruebas. Este nuevo empleo no solo le permite ser testigo de cómo triunfan y fracasan las relaciones de los demás, sino que pone a prueba la suya propia. Así comienza Esto va a doler, y a continuación tenéis una crítica sin spoilers.
Soledad en el amor
No es raro confundir estar solo con no tener pareja. Es un síntoma del mundo y la cultura en la que vivimos, en la que el amor romántico (tantas veces cuestionado que ya casi parece un cliché hacerlo) lo domina todo. Desde este punto parte Esto va a doler, que a través del día a día de Anna en el Instituto del Amor nos muestra las diferentes dinámicas que se dan en parejas de todo tipo.
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Una de las cosas que llaman inmediatamente la atención en cómo se cuenta Esto va a doler es el distanciamiento que se marca respecto a los personajes que aparecen en pantalla. Conectamos con Anna, sí, porque vemos la historia a través de su mirada, pero en el resto de situaciones que plantea la película somos tan voyeurs como ella. Casi como si el visionado no fuera el de una película sobre amor, sino de un documental sobre el ritual de apareamiento de otra especie de animales.
Fotograma de Esto va a doler | AppleTV+
Es un contraste interesante entre forma y contenido, al menos en un principio. Todos los personajes, las parejas que vemos pasar por la pantalla, buscan desesperadamente el amor, pero el enfoque desde la dirección es casi aséptico. Esto va a doler nos habla de gente que se siente sola, y su búsqueda de conexión con los demás (desde extraños hasta sus propias parejas) se equipara al esfuerzo que debemos hacer nosotros para conectar con sus problemas y anhelos. Por supuesto, esto es un arma de doble filo, porque puede acabar resultando en una pérdida de interés más bien temprana por nuestra parte, pero cuando entras en el juego que propone Nikou en su película, la sensación resultante es más que satisfactoria. No entramos solo en su historia, también en su universo.
Química vs. Amor
¿Cómo actuar cuando una máquina te dice que estás enamorada de alguien pero tú no sientes esto? Esto va a doler no inventa el amor prohibido, y desde luego no es la primera que retrata la tensión de si una infidelidad se acabará produciendo o no. Pero no hace falta reinventar la rueda para contar bien una historia con sus propias particularidades: si algo se ha hecho mucho es porque funciona.
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Lo que hace especial a Esto va a doler, lo que imprime cierta pátina de singularidad a su historia, es cómo desde un principio plantea una tensión más que evidente en la película (y en la vida real): la que hay entre la pura química y el amor. Las parejas que acuden al Instituto del Amor para poner a prueba sus relaciones lo hacen sabiendo que las pruebas les pueden ir mal, pero aunque fracasen, siempre hay algo que unía y les hacía buscarse mutuamente.
Fotograma de Esto va a doler | AppleTV+
Es casi como si Esto va a doler planteara un juego en el que debemos adivinar quiénes deben estar juntos porque se quieren de verdad y quiénes se acostumbran el uno al otro y se dejan llevar, aunque técnicamente no estén enamorados. En este sentido, el componente de ciencia ficción (bastante suave) que tiene la película sirve tanto como excusa para poner en movimiento a los personajes (principalmente haciendo que se alejen unos de otros) como de trampa a sí misma: pocas veces se cuestiona la efectividad de la máquina, aunque varias veces podemos suponer que la fuerza de la química es mayor o más importante que la de lo que la película llama “amor”.
Esto va a doler puede no ser una película redonda, y desde luego hay aristas que se podrían haber pulido. Sin embargo, creo que plantea una reflexión sincera sobre el amor y las relaciones a la que no haría ningún daño exponerse. Si sacas tiempo para Esto va a doler podrás comprobar cómo arrancar uñas con unos alicates no es lo más doloroso que es capaz de plantear.
Qué interesante.
La veremos.
Buen artículo.
Gracias.