«No hay nada mejor que sentirse libre creando, y compartir esa alegría con los demás. Somos cineastas, contamos historias, creamos mundos para que el espectador viva en ellos.»
Hace 10 años se celebraba la gran fiesta del cine español en el Teatro Real de Madrid.
La presentaba Andreu Buenafuente y las películas más premiadas eran Pa negre (Agustín Villaronga), Buried (Rodrigo Cortés), También la lluvia (Icíar Bollaín) y Balada triste de trompeta (Álex de la Iglesia). Jimmy Jump saltaba al escenario antes de que Javier Bardem saliera a recoger su premio y el Goya de honor lo recibía Mario Camus.
Pero de lo que más se habló al día siguiente de la gala, y quizás el momento más importante de la noche, fue el discurso del presidente de la Academia, Álex de la Iglesia, tras el que dejó su cargo. Recientemente se había aprobado la conocida Ley Sinde, que pretendía proteger el derecho a la Propiedad Intelectual luchando contra la piratería y las descargas en internet. Álex de la Iglesia decidió dimitir como presidente, precisamente, por su desacuerdo con esta ley. Y decidió dedicar su último discurso a explicar sus razones. De la Iglesia abogaba por un diálogo con los internautas y con las plataformas de descargas después de darse cuenta de que el problema era la insuficiente oferta de cine en internet de forma legal.
Han pasado diez años de aquel discurso:
Hace unos meses acabé, por casualidad, viendo este discurso en Youtube. No lo había visto en su momento y no tenía ni idea de lo que había significado. No sabía que después de la gala Álex de la Iglesia había dimitido ni que detrás de sus palabras había un trasfondo político (aunque quizás los constantes planos de Ángeles González Sinde escuchándolo desde su butaca me podían haber dado una pista). Aun así, sin tener ni idea del contexto en el que se pronunció, me despertó la curiosidad de entender qué había llevado a alguien a dedicar sus 10 minutos de atención a intentar explicar que internet no tiene por qué ser el enemigo, sino que puede ser una oportunidad para la industria cinematográfica.
«Internet no es el futuro, como algunos creen. Internet es el presente. Internet es parte de nuestras vidas, y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo.»
Visto desde la perspectiva del 2021, esto parece casi indiscutible. Pero no lo era hace 10 años, cuando la piratería era una de las grandes preocupaciones que angustiaba a los creadores y amenazaba con acabar con el cine. La inquietud por el tema de la piratería ocupa ahora un lugar mucho más secundario en nuestras vidas. De la Iglesia añadía a su discurso que “a los internautas no les gusta que les llamen así. Son, sencillamente, ciudadanos. Son gente. Son nuestro público. Ese público que hemos perdido no va al cine porque está delante de una pantalla de ordenador”. Desde hace unos cinco años, con el “boom” de las plataformas, esos ciudadanos que están delante de una pantalla de ordenador se han multiplicado. Y, gracias a que la industria se ha sabido adaptar a ello, se ha demostrado que están dispuestos a pagar por ver películas y series, incluso teniendo la posibilidad de verlas gratis a través de la piratería. Así que Álex de la Iglesia tenía razón: no van al cine porque están delante de una pantalla de ordenador. No porque no les interese el cine o no crean que haya que pagar por lo que se consume.
Manifestación contra la Ley Sinde (Fuente: RTVE)
«No tenemos miedo a internet. Porque internet es, precisamente, la salvación de nuestro cine.»
Si internet era la salvación de nuestro cine en 2011, en 2021 lo sigue siendo, en mayor medida. El año pasado tuvimos los cines cerrados más tiempo que abiertos, este año se han reducido los aforos y se han atrasado estrenos. Pero el cine ha seguido en pie, se han seguido haciendo películas, se han buscado alternativas y soluciones al problema. E internet ha jugado un papel fundamental. Ante la incertidumbre de si una película se podrá estrenar en el cine está la seguridad de que se podrá estrenar en alguna plataforma. Así que es posible que internet sí que fuera, y esté siendo, la salvación de nuestro cine.
«Una película no es película hasta que alguien se sienta delante y la ve. La esencia del cine se define por dos conceptos: una pantalla y una gente que la disfruta. (...) No se nos puede olvidar algo esencial: hacemos cine porque los ciudadanos nos permiten hacerlo.»
En el contexto que vivimos, el cine y las series se han convertido en una de las formas de consumo de cultura más comunes. Uno de los efectos positivos de la pandemia ha sido el aumento en el número de visionados en las plataformas, pero también el número de suscriptores. Netflix, HBO, Filmin, Movistar, FlixOlé… han visto subir sus cifras porque la gente quiere ver cine. No olvidemos, entonces, que seguimos haciendo cine porque los ciudadanos nos permiten hacerlo.
Ángeles González Sinde y Álex de la Iglesia en la alfombra roja (Fuente: RTVE)
«Se necesita una crisis, un cambio, para avanzar hacia una nueva manera de entender el negocio del cine.»
Álex de la Iglesia pronunció este discurso en medio de la crisis económica que hubo en España entre 2008 y 2013. La crisis que vivimos hoy tiene una naturaleza distinta pero consecuencias similares. Y el problema va más allá de lo económico, la industria cinematográfica y televisiva está teniendo que adaptarse a nuevas formas de producir, de rodar, de estrenar. Quizá nos ayude a avanzar hacia una nueva manera de entender el negocio del cine. A entender que las salas de cine y las plataformas pueden ser aliados y no enemigos. Y las películas pueden tener varias vidas, pasar por salas y llegar a internet, y triunfar en ambas, o en ninguna, o en una sí y en la otra no. Sin ir más lejos, este año será la primera edición de los premios Goya que permita participar a películas que no hayan sido estrenadas en cines, sino en plataformas de pago online.
Así que hay cosas que todavía podemos aprender de aquel discurso. Sobre todo, que de las decisiones que tomemos ahora dependerá todo. Porque al final, el cine se abre paso y lo salvamos entre todos. Y sobre si el Gobierno debería adaptarse al contexto actual, podemos limitarnos a tener presentes las palabras que Mario Camus pronunció en su discurso, ese mismo año, sobre la ley: “esperemos que facilite las cosas, fomente la ilusión de contar historias, y sirva para hacer buenas películas”.