«¿Cómo surgió tan horrible criatura? No fue sólo el odio, hizo falta un ingrediente más: el amor envenenado por la traición»
La historia del Ronin y su esposa (1×05)
Sobre un paraje nevado camina un misterioso espadachín. Su paso es lento pero decidido, impasible ante amenazas y aliados, con un solo objetivo en mente: la venganza. Mizu es el personaje que protagoniza Samurái de ojos azules (Michael Green, Amber Noizumi, 2023), la apuesta de Netflix para este invierno que confirma una vez más a la animación como el medio más versátil a la hora de contar historias.
Este artículo sobre Samurái de ojos azules está libre de spoilers.
Cualquier espectador que siga la actualidad cinematográfica se habrá dado cuenta de que, de un tiempo a esta parte, la animación ha dado un giro de 180 grados. Hasta más o menos mediados de la década pasada era el estilo tan marcado de los gigantes Disney y Pixar el que predominaba en la industria; pero en 2018 la atronadora irrupción del “Spiderverso” hizo que cambiara el paradigma por completo.
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Spider-Man: Un nuevo universo (Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman, 2018) no fue la única ni la primera obra que rompió con el modelo anterior, pero sí fue la película que lo llevó al mainstream, dando lugar a propuestas tan interesantes como las de Arcane: League of Legends (Christian Linke, Alex Yee, 2021) o más recientemente Ninja Turtles: Caos mutante (Jeff Rowe, Kyler Spears, 2023). Igual que sus predecesoras, Samurái de ojos azules se maneja con soltura sobre nuevos códigos y presenta una historia adulta, cargada de violencia y acción, pero también con personajes y emociones que se sienten palpables en un contexto histórico real: el sakoku o el régimen aislacionista que se estableció en Japón durante el periodo Edo.
Esta serie de ocho episodios tiene todo lo necesario para ganarse un hueco entre nuestros últimos visionados del año, salvo por un pequeño detalle.
El cambio de estación de las plataformas
Fotograma de Samurái de ojos azules
«Un artista le entrega todo lo que tiene a su arte. Todo. Sus fortalezas y deficiencias, sus amores y remordimientos, tal vez la gente que ha recogido en el camino».
Nada se rompe (1×07)
Mencionamos antes que Samurái de ojos azules era la apuesta de Netflix para esta temporada. Era mentira. Ya ha pasado un mes de su estreno y, pese a ser una serie magnífica, no consigue hacer todo el ruido que debería para asegurarse una segunda temporada. Un historial de cancelaciones repentinas y proyectos que mueren en pos de deducciones fiscales habla de una industria cada vez menos interesada por lo que aparece en pantalla. Si el nuevo paradigma de la animación buscaba hacer énfasis sobre el trazo de sus artistas, las plataformas de streaming parecen querer reducir todo su arte a mero contenido.
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Samurái de ojos azules entiende el nuevo clima y es capaz de adaptarse a él. Hace sólo un par de años veíamos en Arcane: League of Legends una serie con un muy denso universo que presentaba múltiples personajes y tramas con potencial para varias temporadas. En 2023, en cambio, nos encontramos con una historia contenida en su personaje central y un par de secundarios. Mizu jura venganza sobre cuatro hombres, dejando esa puerta abierta a una serie de largo recorrido, pero el carácter antológico de las subtramas hace ver que sus creadores las idearon previendo un final prematuro.
Aún con todo, Samurái de ojos azules se sentiría incompleta sin al menos una segunda temporada. Como espectadores sólo podemos cruzar los dedos para que prevalezca la voluntad de un equipo artístico que ha puesto toda la carne en el asador frente a un oligopolio enemistado con su propia industria. En nuestra espera seguiremos disfrutando de series y películas, nunca de contenido.
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Fotograma de Samurái de ojos azules
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