Ilker Çatak, director de ‘Sala de profesores’: «Los jóvenes tienen que gritar para que les escuchen»
Ruben Östlund revertía en Fuerza Mayor (2014) el efecto de un alud. Aparentemente los protagonistas resistían indemnes el fenómeno de la nevada, pero el eco del acontecimiento supuraba hasta arrollar con el ímpetu de una avalancha el equilibrio de una familia modélica. De esta calma tensa, que anuncia la probable tormenta perfecta, alimenta el director alemán İlker Çatak su cuarto largometraje, Sala de profesores, nominada al Oscar como Mejor película internacional y al Goya como Mejor película europea. El conflicto en cadena que produce la indagación de una idealista profesora sobre unos robos en la escuela, extraerá del pupitre la devaluación de un sistema escolar dinamitado por el furor de los progenitores, la terquedad de los docentes y la agresividad de los estudiantes.
«Rodar una película como esta es hacer también una película sobre la sociedad».
«Me gusta la idea de que la gente tenga razón, pero que el modo en que ejecutan sus argumentos les coloque en una posición dudosa».
¿Cómo recuerdas la experiencia de la que brotó el guion?
Yo fui a la escuela con mi coguionista, Johannes Duncker, y en aquella época se produjo un incidente parecido al que cuenta la película. Estábamos en el aula y, de repente, entraron tres profesores y nos pidieron que pusiéramos las carteras sobre la mesa. Lo hicimos, pero unos veinte años después, cuando hablamos de aquel suceso, Johannes me contó una historia de su hermana, profesora de matemáticas en Alemania. En seguida vi que podía ser una buena configuración para algunos personajes, muchas veces enfrentados entre sí.
¿La situación era similar a la de vuestra infancia?
Se habían producido una serie de robos, lo que estaba envenenando el ambiente de su centro. Ambas circunstancias, la suya y la nuestra, nos dieron la idea. De pequeños, no cuestionábamos la conducta de los profesores porque no éramos conscientes de nuestros derechos como niños. Todo esto de la privacidad, ya sabes, si no hay nada que esconder, no hay nada que temer. Y cuando empezamos a escribir el guion, evidentemente se lo pasamos a muchos para que lo evaluaran. Dijeron que hoy en día no podría repetirse lo que nos sucedió. Mostrar las pertenencias es voluntario. Nos pareció muy interesante tratarlo.
Fotograma de Sala de profesores
La película radiografía las tensiones presentes en las aulas, también con los padres de los alumnos, así como el acoso, el racismo y la crisis de autoridad.
Lo sé, lamentablemente muchos profesores nos han dicho que la historia de Sala de profesores forma parte de su vida cotidiana. ¿Los padres? Los padres son lo peor, por eso no lo soy (bromea). Muchas veces la realidad supera la ficción. Me sucede a menudo: experimento algo en la vida real y me pregunto si en caso de ponerlo en un guion, alguien me creería. Sabíamos que rodar una película como esta también es hacer una película sobre la sociedad.
¿Los centros de enseñanza toman la temperatura de la calle?
La educación es la base de la sociedad y los individuos que van a configurar nuestro futuro son los que están siendo educados en nuestras escuelas. Yo no sabría cómo suplir la importancia de la docencia. Me parece que, dado el hecho de que se trata de algo tan importante, ya que se está definiendo el futuro, la política debería ocuparse de los profesores. No son vistos ni valorados como deberían. Se les paga poco y trabajan mucho. En Alemania hay 25.000 vacantes y los docentes no piden el puesto de trabajo. ¿Quién quiere ejercer? Es una apuesta y yo no querría hacerla tampoco.
Leonie Benesch no titubea a la hora de defender a la profesora Carla Nowak, quien se ve arrastrada por un tsunami desde su entrada en el centro. ¿Cómo trabajasteis un personaje tan expuesto?
Bueno, bastante sobre la marcha. No habló con ningún profesor ni hizo mucha investigación. Siempre decía que el guion era tan bueno que confiaba en él. Fue muy refrescante, la verdad, porque confió en mí sin conocerme. Se sabía las líneas, no hacía muchas preguntas, actuaba y estaba bien, siempre. Leonie es maga, lo hace sin esfuerzo, no sé cómo. Una cosa que puedo decir sobre ella es que creo que esta magia sucede porque es una mezcla de relajación y concentración. Encuentra ese punto cada vez.
Fotograma de Sala de profesores
La vibración del montaje, con su tempo de thriller, y el encuadre en corto sobre la protagonista dotan al filme de una tirantez hipnótica.
Tengo la suerte de trabajar con una gran editora, la montadora Gesa Jäger. No solo es grande porque hace bien su trabajo, sino porque también creyó en mí. No es fácil para un editor trabajar conmigo porque yo también cuento con mi ratón y mi teclado. Ella tiene su pupitre y yo tengo el mío. Y a veces digo “ahora lo hago yo”. Esto no es algo que cualquiera acepta. Nuestra primera colaboración fue muy bien, así que ahora estamos haciendo una nueva película juntos.
En cuanto la acción de la profesora para descubrir al autor de los robos se convierte en vox populi, las fake news, la libertad de expresión mal entendida y el juicio público proliferan. ¿Hay alguien que no pretenda llevar razón?
Me gusta la idea de que la gente tenga razón, pero que el modo en que ejecutan sus argumentos les coloque en una posición dudosa. Todos los personajes son así. Tienen su argumento, pero hacen algo que viene mal de vuelta. Los niños no tienen filtro, dicen lo que piensan, lo que es una parte buena. Con su especial en el periódico del colegio, los estudiantes tienen sus motivos, pero lo comunican de forma escandalosa. Esto es porque como persona joven tienes que gritar para que alguien te escuche. Pero he de decir que el periodismo no es contracultural.
¿La contracultura resulta favorable por norma general?
Considero que está bien y, otras veces, cuando Elon Musk habla sobre los judíos o comparte mensajes antisemitas, por ejemplo, estoy a favor de cancelarlo y no comprar Tesla ni usar Twitter. Pero hay personas que dicen algo y son canceladas sin motivo ni pruebas. El público solo quiere ver el error que han cometido. Lo comparo con épocas antiguas. Hoy en día, vivimos en una sociedad con un sistema judicial, que es el que debe ocuparse, pero en siglos pasados, alguien que hacía algo mal era expuesto en la plaza y todo el mundo le escupía.
Fotograma de Sala de profesores
La protagonista sufre en sus carnes la deriva del entorno educativo.
En esta película queríamos mostrar hacia dónde puede ir eso: Llegas a una escuela como profesor y, de repente, todo el mundo se gira hacia ti porque estás en el ojo del huracán. ¿Qué es la verdad? La profesora miente cuando le preguntan si el alumno le ha golpeado. Lo hace porque cree en el chico y lo quiere proteger. Justifica una mentira por una verdad superior. Ella no siente estar mintiendo porque pertenece fiel a su ideal.
En España ha habido un profuso debate sobre el uso de los móviles en los colegios e institutos. Unos recomiendan su limitación, otros lo prohíben o restringen… ¿Qué piensas?
No deberían estar permitidos, aunque en realidad es complejo porque cuando yo iba a la escuela no teníamos smartphones, pero sí Internet. Estábamos aprendiendo sobre el Imperio romano y sus fechas. Nos hacían memorizar, lo que es ridículo. Ahora vas al teléfono y lo consultas. Convendría enseñar al estudiante cómo usar Internet y el teléfono a su favor.
¿Y si la pelota estuviera en tu tejado?
Si tuviera que decidir, diría que no, y les daría lecciones de cómo usarlos. Estuve hablando con un amigo, que vive en Los Ángeles, y tienes dos hijos adolescentes. Me dijo que creía que estaban viendo porno. Le respondí que tenía que hablarles para que supieran que es negativo. Lo van a ver igual, por lo que no se trata de quitarles el móvil, sino de enseñarles. Es como el martillo. Se puede utilizar para matar a alguien… o para construir una casa.
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