En un pueblo de montaña, Paula y Erea, dos adolescentes, van a celebrar una fiesta de carnaval con sus amigos en un instituto abandonado, en el que consumen por primera vez setas alucinógenas. En medio de la fiesta, algo empieza a circular entre los móviles del grupo: un vídeo sexual de Paula. Todos lo ven en sus pantallas, todos lo comparten. Al día siguiente, coincidiendo con una gran nevada, Paula ha desaparecido y nadie sabe dónde puede estar.
Así comienza As Neves, primer largometraje de ficción de la directora y guionista Sonia Méndez, que nos traslada al rural gallego para hablar de los peligros de las redes en la generación Z.
¡Ojo, spoilers!
Un drama que es un thriller (que es un drama)
El aislamiento que ya sufría As Neves, pueblo gallego de montaña, se hace extremo cuando cae la gran nevada, que deja incomunicado al pueblo física y virtualmente. Están cortadas las carreteras y no hay electricidad ni cobertura. En este contexto, el grupo de adolescentes tiene que enfrentarse a la desaparición de su amiga, a la investigación policial que se está iniciando para encontrarla y a ese aislamiento que lo empeora todo. En su inicio, As Neves oscila entre el drama y el thriller, hasta que poco a poco se va instalando en el drama, que resulta tan interesante que el thriller puede quedar en un segundo plano.
As Neves tiene más interés por entender a esos chavales, conocer qué les duele y qué les preocupa, que por averiguar quién lo hizo. Es difícil anticipar la sorpresa en la resolución del thriller porque en ese punto estamos centrados en otras cosas, hipnotizados por esas personas y sus relaciones, su psicología y sus problemas más inmediatos. Quizá también es por eso que el plot twist sabe a poco: no me hubiera importado no saber quién hizo el vídeo, porque ya no me lo estaba preguntando.
Foto promocional de As Neves
Perspectiva adolescente
La adolescencia, muchas veces, consiste en ir probando cuánto puedes acercarte al vacío sin caerte, y es fácil que se te vaya de las manos. Los móviles e internet nos acercan mucho a ese vacío, diluyen la ética. Y aunque hubiera sido fácil atacar directamente a los adolescentes y su relación con las redes sociales desde una perspectiva adulta, no es eso lo que se critica en As Neves. La película no juzga a sus protagonistas, aunque hayan cometido un error. Los acompaña, intenta entenderlos y los pone contra las cuerdas, sin olvidar que existe una responsabilidad colectiva detrás del suceso que lo mueve todo.
Hace poco se estrenaba How to Have Sex (Molly Manning Walker), película inglesa que reflexionaba sobre el consentimiento en el contexto del turismo mediterráneo de borrachera. Las protagonistas eran tres adolescentes con ganas de vivir experiencias nuevas, de conocerse y relacionarse. En As Neves no hay playa ni bikinis, pero sí un trasfondo que complementa muy bien a la película de Molly Manning Walker: ambas son un retrato de la adolescencia con una mirada cercana, amable y que no duda que hay que tender la mano en lugar de juzgar.
En As Neves los adultos aparecen muy poco. El montaje, el enfoque y la composición de los planos hacen a los mayores a un lado para centrarse en los adolescentes. Lo que le importa a Sonia Méndez cuando un adulto habla no es tanto lo que dice, sino cómo reaccionan los protagonistas, siempre con la cámara encima, sin mirar hacia otro lado. Y quizá en ese estilo, en esa forma de retratar la adolescencia, está la clave: para entender, apoyar y acompañar no se puede apartar la mirada.
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