Viejos, indómitos y llenos de secretos, los bosques han acogido todo tipo de tramas desde que existen las historias. Ya sean sombríos y escalofriantes o mágicos y acogedores, su aura lo envuelve todo. Tanto que, a veces, más que un entorno parecen un personaje más. Estos son solo algunos ejemplos:
Bambi (David D. Hand, 1942)
El primer clásico de Disney que nos habló del ciclo de la vida se situaba en el bosque, no en la sabana. La temprana cámara multiplano paseaba por los evocadores fondos de Tyrus Wong, un elemento fundamental —junto a la banda sonora y la naturalidad de la animación— para hacer llegar al espectador la vida pausada, pero siempre constante, del bosque de Bambi.
Los animales del bosque encuentran cobijo, alimento y protección en la espesura, aunque pueda resultar amenazante los días de tormenta, o inhóspita en los fríos meses de invierno. Pero ante los ataques del ser humano, flora y fauna son un mismo ente que lucha con un objetivo claro: seguir viviendo.
El bosque animado (José Luis Cuerda, 1987)
Uno de los bosques más célebres —si no el que más— del cine español es esta fraga gallega, hogar de fantasmas y bandidos, que se hizo con el Goya a Mejor Película en la segunda edición de los premios. En la obra original de Wenceslao Fernández Flórez, los árboles y los animales hablan. Para la adaptación, sin embargo, Azcona le dio un enfoque más realista, centrado en lo humano, pero logró conservar el protagonismo del bosque y el aura de cuento.
El bosque animado de Cuerda no habla, pero está muy vivo, interactúa con los personajes, los envuelve, los esconde y les advierte, incluso. Y se hace oír. Antes de la primera imagen y hasta el final de la película, el bosque suena constantemente por detrás de las vidas de los personajes que lo habitan. Suspendido en el tiempo, solo el tren que pasa cada día lo une al resto de un universo que imaginamos mucho más inerte.
La princesa Mononoke (Hayao Miyazaki, 1997)
Con un fondo ecologista similar al de Bambi, La princesa Mononoke se convirtió en una de las películas más influyentes de Studio Ghibli. Aquí, el bosque es, no uno, sino varios personajes. Bebiendo directamente del folklore japonés, toma primero la forma de los adorables Kodama, espíritus de los árboles, que guían al protagonista por la espesura; pero también la de la diosa loba Moro y el dios jabalí; y, por supuesto, la del Shishigami, el gran espíritu del bosque al que los humanos planean decapitar. Todos ellos son amenazados por los habitantes de la ciudad de hierro, que quieren talar los árboles para extraer metal de las minas. Y, esta vez, el bosque se defiende.
El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999)
Aunque no lo inventó, es la película que puso de moda el subgénero de terror found footage. Producida con solo 60.000 dólares, aprovechó la popularidad de los programas de telerrealidad y los inicios de internet para promocionarse como un proyecto de investigación sobre la desaparición de tres estudiantes que entraron en los bosques de Maryland en busca de la bruja de Blair. Sin más elementos que los tres jóvenes, el entorno y nuestra imaginación, el protagonismo del bosque es innegable. Y puesto que la bruja de Blair nunca llega a verse, el mal que amenaza a los personajes es retratado a través de él: un bosque con voluntad que los confunde, los empuja a enfrentarse entre ellos, susurra a su alrededor cada noche y les impide escapar.
El Señor de los Anillos: las dos torres (Peter Jackson, 2002)
"Este bosque es viejo, muy viejo. Colmado de recuerdos… y de cólera."
Así es Fangorn, el bosque de la Tierra Media al que los elfos despertaron y otorgaron sentimientos. Los árboles hablan entre ellos con gruñidos y murmullos que parecen salir de lo más profundo de la tierra, y podrían ahogarte con sus raíces si quisieran (o hacerle mucho daño a Gimli si se pasa de gracioso). Por eso son tan necesarios los ents, esos seres que parecen árboles, pero son pastores. Y su cabecilla, Bárbol, es literalmente el bosque encarnado en un personaje, con diálogos memorables y su propio arco de transformación.
Bárbol, que escribe poesía sobre la floresta y conoce a cada árbol por el sonido de su voz, no está del lado de nadie porque nadie está de su lado. Pero termina llevando a la guerra a los ents y al bosque entero (a los árboles matando orcos en Helm solo podéis verlos en la versión extendida) cuando contempla, guiado por Pippin y Merry, cómo Saruman ha masacrado a los suyos.
El bosque (M. Night Shyamalan, 2004)
En uno de los plot twist que son ya seña de identidad de Shyamalan (¡spoiler!), este bosque pasa de ser un cinturón que impide a los personajes salir, a una barrera que los protege del exterior y les permite llevar la vida que quieren. Pero también funciona como un personaje… si se dan las circunstancias. Al principio, como lugar que ampara el mal, el bosque impone, observa y también tienta. Pero una vez descubierta la farsa, debería perder su poder. Y sin embargo, cuando Ivy se aventura a atravesarlo, el bosque susurra a su alrededor, la lleva directa a una diana de bayas rojas, o la araña con sus ramas como si fueran garras.
La película reflexiona sobre el miedo, y es precisamente eso lo que le da o le quita voluntad al bosque. Tiene personalidad mientras los personajes conviven con esos miedos, pero una vez estos se diluyen, se convierte en un bosque corriente.
Un puente hacia Terabithia (Gábor Csupó, 2007)
El bosque de la película que nos rompió el corazón de niños es un personaje que despierta solo cuando los protagonistas, Jesse y Leslie, lo deciden. De la misma forma que la voluntad del bosque de Shyamalan depende del miedo de los personajes, Terabithia está vivo como parte de un juego. Acoge las fantasías de los niños y les ofrece un lugar seguro donde ser ellos mismos, vivir aventuras y fortalecer su amistad.
El secreto del libro de Kells (Tomm Moore y Nora Twomey, 2009)
Cuando el niño monje Brendan acepta la aventura y se atreve a franquear los muros de la abadía, se interna por primera vez en el bosque, encantadoramente ilustrado homenajeando el arte celta. Allí se encuentra con Aisling, una especie de hada que personifica el bosque y es capaz de comunicarse con él. Pese a su aspecto infantil, tiene cientos de años y su sabiduría es antigua, como los árboles que mora. Aisling conoce las dos facetas del bosque: tanto el lugar mágico de ensueño como el rincón donde se oculta la oscuridad. Por eso será una valiosa guía, pero también una amiga para Brendan.
La bruja (Robbert Eggers, 2015)
Y por último, otra de bosques y brujas, que ya nos adelantaban los cuentos que suelen ir de la mano. En este, la familia exiliada llega a la tierra que será su nuevo hogar y se arrodilla para bendecirla: la primera imagen que vemos del bosque frente a ellos ya da escalofríos. La bruja se protege en la espesura, se vale de elementos de la naturaleza para atraer y manipular a los personajes, se mueve bajo las ramas como si fuera parte de él… O al revés, el bosque casi parece una extensión de ella misma.
Los árboles se alzan alrededor de la casa, expectantes, pacientes, siempre observando, como una marea gigante que se acerca, imparable, a punto arrasarla. Efectivamente, el mal que guarda el bosque acabará engulléndolos.
¿Dónde puedes verlas?
Bambi (Disney+), El bosque animado (Filmin), La princesa Mononoke (Netflix), El proyecto de la bruja de Blair (Starz Play), El Señor de los Anillos: las dos torres (Movistar+), El bosque (Disney+), Un puente hacia Terabithia (Prime Video, Movistar+), El secreto del libro de Kells (Filmin), La bruja (Netflix).