Hace unas semanas aterrizó en Netflix Los Mitchell contra las máquinas (2021), la última película de animación de Sony. Dirigida por Michael Rianda y Jeff Rowe (ambos parte del equipo creativo de Gravity Falls —Alex Hirsch, 2012-2016—), se ha mantenido desde entonces en el número 1 de la plataforma estadounidense. Y es que, a pesar de partir de una premisa bastante genérica, el resultado es refrescante, divertidísimo y conmovedor.
Pero este no es el primer título con el que Sony Pictures Animation nos ha dado una grata sorpresa. En 2018, Spider-Man: Un nuevo universo (Persichetti, Ramsey y Rothman) demostró que aún había muchas formas de jugar con un superhéroe ya bastante explotado en el cine. Resultó ser una película con mucha personalidad y un montón de buenas decisiones que se han vuelto a tomar en Los Mitchell contra las máquinas. Tal vez sea culpa de Phil Lord y Cristopher Miller, que están en la producción de ambas. O no. El caso es que, aun siendo muy distintas, hay algo en Los Mitchell que nos remite a Spider-Man, y al revés. Y muchos nos preguntamos si Sony seguirá a partir de ahora este camino hacia un estilo propio que pinta tan prometedor.
Si fuera así, ¿qué es lo que definiría ese sello? (Vienen spoilers)
¿Qué nos cuentan las historias de Sony?
Fotograma de Spider-Man: Un nuevo universo
Las dos propuestas son películas familiares, a las que ya se les presuponen ciertos rasgos, valores y finales felices… Pero dentro de ese espectro, Sony parece alejarse de Disney y Pixar al renunciar a lo trascendental y elegir quedarse, con bastante éxito, en lugares más cercanos y cotidianos. En sus historias, los tipos malos que amenazan con traer el apocalipsis son excusas para hablar del mejor lado de lo humano, de nuestros sentimientos y de cómo nos relacionamos.
Por ejemplo, tanto Spider-Man como Los Mitchell sitúan la paternidad en el centro de la trama. En el proceso por el que pasa Miles Morales para dejar de ser un niño y definir su propia identidad, influyen hasta tres figuras paternas: su padre, su tío y Peter B. Parker. Y solo cuando el primero se sincera y le da su confianza en esa emotiva escena a través de la puerta, Miles es capaz de dominar sus poderes y convertirse en Spider-Man. De igual forma, Katie Mitchell necesita el apoyo de su padre, Rick, para enfrentarse a los primeros pasos de la vida adulta. Arreglar esa relación que la adolescencia ha enfriado, maltratada por los conflictos generacionales, las diferencias de intereses o la sobreprotección, se intuye mucho más difícil que salvar a la humanidad de una invasión de robots. Pero es esa aventura la que permite que la confianza de Rick en su hija supere su miedo a que el mundo la dañe, y que Katie comprenda las razones y los sacrificios de su padre y deje de intentar echarlo de su vida para protegerse, en favor de trabajar por entenderse.
Fotograma de Los Mitchell contra las máquinas
Pero las dos hablan también de la confusión de la adolescencia, de la seguridad que solo se gesta en un ambiente de empatía y respeto, o de la importancia de la amistad, de la familia y de permanecer unidos frente a la adversidad. Y lo hacen con la apabullante honestidad de quien lo ha vivido y se ha esforzado en reflexionar sobre su propia experiencia.
¿Y quién nos cuenta todo esto? Por supuesto, personajes acordes a la cotidianidad y la autenticidad de la que se nutren los temas. Gente normal, con la que todos podamos identificarnos. Personas que parecen reales, con defectos y contradicciones pero que nos caigan bien. Héroes que son héroes porque no les queda otra.
La familia Mitchell en Los Mitchell contra las máquinas
Los Mitchell, como decía Rianda, tenían que conquistarnos en los cinco primeros minutos. Y así es. Katie presenta a su familia a través de sus defectos, sus pasiones y sus premisas cómicas —que, en muchos casos, son casi lo mismo—, y ya no importa mucho qué amenaza sea la que rompa su normalidad, porque queremos más de los Mitchell, pase lo que pase. Y sobre todo, queremos que Katie y Rick dejen de romperse el corazón el uno al otro. Aunque se empeñan en repetir lo raros que son, la sensación que queda al final es que son una familia imperfecta más. Caótica, sí, ¿pero qué familia no lo es? ¿No somos todos un poco como ellos?
Y esa es precisamente la premisa de Spider-Man: Un nuevo universo, la película de superhéroes que nos dice:
«Cualquiera podría llevar la máscara. Tú podrías llevar la máscara.»
Parece que no depende tanto de la araña genéticamente modificada (aunque seamos sinceros, eso facilita las cosas), como de la voluntad de cada uno. Miles es un adolescente completamente normal al que, en mitad de la efervescencia hormonal, le cae la responsabilidad de sustituir al antiguo Spider-Man. Y Peter B. Parker es otro tipo normal, un superhéroe venido a menos por las mismas razones por las que cualquier otra persona podría pasar una mala racha a los 40. Para derrotar a los malos, primero deben trabajar en ellos mismos, y es en esos conflictos emocionales en los que todos podemos vernos reflejados.
Peter B. Parker y Miles en Spider-Man: Un nuevo universo
¿Cómo nos lo cuentan?
Aunque los temas y los personajes hayan sido clave para conectar con la audiencia, lo que realmente nos ha dejado con la boca abierta no ha sido el contenido, sino la forma. En estos dos títulos, Sony se ha permitido arriesgar con la animación, los colores, las texturas o el montaje. El resultado ha sido un estilo visual que se despega de lo habitual y que ha conquistado a todos.
Y si ha funcionado tan bien, es porque estas decisiones estilísticas no son gratuitas, ni están ahí simplemente para molar (aunque molan mucho), sino que vienen siempre motivadas por la narración, son coherentes con el tono y enriquecen la trama.
Spider-Man: un nuevo universo abraza los orígenes del superhéroe incorporando la estética del cómic a la película: globos de texto, viñetas, trama de puntos… O sustituir el desenfoque por un efecto que simula los errores de impresión de los antiguos tebeos. El estilo de animación de las diferentes spider-personas varía según el universo del que vengan, desde el tipo cartoon de Peter Porker hasta el anime de Penny Parker. Pero además, la animación de Miles es limitada durante gran parte de la película (lo que hace sus movimientos menos fluidos), hasta que logra superar sus barreras emocionales y pasa a estar animado de forma completa. Y todo esto a ritmo de música urbana.
Los Mitchell contra las máquinas, por su parte, hace suyo el lenguaje de internet… y el lenguaje de Katie. Como si ella misma hubiera editado la película, combina la animación 3D con gifs, memes, filtros, stickers y dibujitos animados en 2D. Así, la historia pasa por su filtro, por su punto de vista y por su sentido del humor. Y ello resulta en un estilo tan caótico, divertido y entrañable como la propia familia Mitchell.
Todo esto le da un aire moderno, fresco y distinto a las dos últimas entregas de Sony. Y visto su éxito, cabe esperar que la toma de decisiones en futuros proyectos vaya en la misma línea. Así que, que nadie se sorprenda si la próxima película de Sony Animation es una locura visual muy muy divertida que nos conquista el corazón.
¿Dónde puedes ver estas películas?
Los Mitchell contra las máquinas (Netflix), Spider-Man: Un nuevo universo (Prime Video).