Perdona que te moleste (Boots Riley, 2018) sigue la historia de Cassius, un teleoperador que vende lo que sea para subir puestos en la escala social de un Oakland que parodia el capitalismo extremo. ¿Pero acaso no está el capitalismo usando la misma estrategia que Cash para vendernos algo a nosotros?
En el mundo en el que viven Cassius (Lakeith Stanfield) y Detroit (Tessa Thompson) hay dos tipos de personas, los teleoperadores corrientes y los megacomerciales. Los megacomerciales tienen salas VIP y ascensores privados; los teleoperadores viven en garajes, conducen coches que no valen más que para chatarra y escuchan a diario a sus superiores escupiendo frases motivacionales que nunca les serán útiles.
Durante un momento, Cassius logra colarse en una de esas salas VIP, pero no tarda en salir escaldado. Intenta hacerse un hueco en la élite pero no hay sitio para alguien como él, hasta que un día descubre la fórmula secreta para ser aceptado: usar su “voz de blanco”. “La misma que pones cuando te para la policía” le dice un veterano compañero. En ese momento Cash parece descubrir un talento innato que le va a hacer de oro. Gracias a esa voz artificial, que no supone una amenaza al statu quo, consigue hacerse megacomercial. Solo ha tenido que vender su identidad y su conciencia de clase para poder ser aceptado.
Cash y Detroit viven en una distopía en la que tienen que pasar 40 horas semanales en un sitio que no les gusta.
Perdona que te moleste es, sobre todo, una dura patada en el culo a los engranajes del sistema capitalista, pero también es la historia de un negro pobre en un mundo de blancos ricos. En las grandes producciones empieza a normalizarse la diversidad, y en esta revista la celebramos, pero más veces de las que nos gustaría tenemos la sensación de que estos medios están utilizando su voz de blanco para sacar un beneficio aparte.
La delgada línea entre el "tokenismo" y la representación
Ya estamos con las palabritas complicadas. Según mi mejor amiga de la carrera, la Wikipedia, “tokenismo” o “florerismo” es la práctica de efectuar pequeñas concesiones superficiales hacia un colectivo discriminado. Es una inclusión simbólica para dar una imagen de diversidad. Esta inclusión de personajes negros, LGTBI o con cuerpos no normativos se utiliza como una moneda de cambio (o token) para que no te tachen de racista, homófobo, etc.
Estos personajes nunca son los protagonistas. Es la amiga de, el compañero de trabajo, el primero en morir de una peli de miedo… Suelen ser personajes estereotipados, que poco o nada tienen que ver con el colectivo real al que representan, relegados al alivio cómico en la mayoría de las ocasiones. El amigo gay hace bromas sobre su promiscuidad, la limpiadora de provincias no tiene muchas luces, a Cassius le obligan a rapear.
Cash es el token negro en la fiesta blanca de Steve Lift (Armie Hammer). Es un florero que queda bien, da una imagen de diversidad al grupo que ignora sistémicamente su experiencia como hombre negro de clase obrera. Cash está en la sala VIP, pero no está siendo él mismo. Aunque siempre será gracioso oír el doblaje nasal sobre la expresión de Lakeith Stanfield, lo de la voz de blanco no es un mero gag que usa Boots Riley. Cash está perdiendo su voz, está borrando su identidad y suplantándola por una que no remueva los cimientos.
Cassius consigue un ascenso cuando su empresa necesita debilitar al sindicato de trabajadores.
Otra forma casi opuesta de ser un token es precisamente esa, la voz. Cuando un personaje es única y exclusivamente el colectivo al que representa y los problemas que vienen de pertenecer a ese colectivo. Piensa en Cash, en una fiesta pija, rodeado de gente blanca ansiosa por escuchar sus anécdotas creciendo en los suburbios de Oakland.
Matar al mensajero sin dinamitar el mensaje
Entonces, si el colectivo está representado de forma superficial es tokenismo, ¿y si se profundiza en su conflicto también? ¿No vamos a estar contentos nunca? Digámoslo de esta manera: si una corporación multimillonaria está intentando dar una imagen de diversidad, sospecha.
Al igual que los ogros y las cebollas, esto de la diversidad tiene varias capas, y la más visible de todas es la que se nos muestra en pantalla. Aunque el simple hecho de ver a un superhéroe o un rebelde intergaláctico perteneciente a una minoría es un paso hacia adelante, no debemos quedarnos ahí. Detrás de la cámara hay un equipo de cientos de personas, y es interesante cuestionarnos si esas personas también están siendo tokenizadas o si realmente se está construyendo un espacio seguro para que creen las historias que quieren contar.
En 2021 Simu Liu se convirtió en el primer protagonista asiático del UCM.
Pero la solución no está en, como quieren algunos, eliminar por completo a todos los personajes que son diferentes alegando que solo están ahí para dar una imagen falsa de diversidad. Más bien eliminar la maquinaria que se beneficia de la falsa diversidad e ignora la diversidad real que existe en el mundo. El sueño de Steve Lift era borrar todo lo que nos diferencia para convertirnos en caballos de trabajo al servicio de su beneficio económico, pero le sale el tiro por la culata cuando los caballos deciden unirse contra él.
Perdona que te moleste es una película que se puede desgranar de muchas formas y una de ellas es esa, la batalla entre los colectivos y los que quieren dividirlos. Ante los que usan consignas de individualismo pero monetizan la colectivización solo hay un arma que tienes a tu favor: tu propia voz.
Tanto con su apariencia como con su arte, Detroit deja el mensaje más claro que el agua.