Sentados al sol en una terraza de la Alameda de Hércules, siendo interrumpidos por gente viniendo a saludar y a dar la enhorabuena: así es charlar sobre cine con Santi Amodeo, el director sevillano de Las Gentiles. La película se estrenó el pasado domingo en el Festival de Cine de Sevilla, y sigue la historia de Ana (África de la Cruz) y La Corrales (Paula Díaz), y su viaje emocional a través de la adolescencia, la amistad y el suicidio.
La película supone una vuelta del director al cine independiente después de ¿Quién mató a Bambi? (2013) y Yo, mi mujer y mi mujer muerta (2019). Hablamos con Santi sobre la peli, la recepción que está teniendo y la importancia de contar estas historias.
Bueno, la pregunta del millón que estarás harto de responder: ¿cómo surge la idea de hacer Las Gentiles?
Pues sí, normalmente estoy harto de responderla, pero en esta ocasión me gusta contarlo porque la peli surge de hechos reales. Surge de algo que ocurrió en 2008 en Gales: un grupo de adolescentes se suicidaron todos de la misma forma en un espacio de 15 días. Me llamó la atención la noticia, y empecé a meterme en las redes sociales (que era menos común entonces), y empecé a descubrir que era algo que existía en abundancia. Se me ocurrió una estructura, que es la que he mantenido hasta el final. Realmente, las voces en off con el punto de vista de Ana son reales, el 80% de eso son cosas sacadas de las redes sociales, de publicaciones de la gente. Cogí muchísimos, y de ellos saqué una estructura dramática.
¿Y no te daba miedo hacer una película de un tema tabú? Las adolescentes, el suicidio... Es arriesgado.
Me daba pudor… Lo he tratado con cuidado, porque me daba miedo por un lado dar una versión romántica, y por otro lo contrario, dar una visión paternalista, desde arriba… De un señor que habla de los adolescentes que parece que diga “no sabéis lo que hacéis”.
África de la Cruz, Paula Díaz, Olga Navalón y Lola Buero en el rodaje de Las Gentiles. Foto de Concha de la Rosa.
Aunque esa idealización ocurre en la película, forma parte del mensaje que quieres dar.
Exactamente. La fórmula a la que llegué fue coger trozos de historias reales, chicos que cuentan sus historias más normales, hablan de beber cerveza, de comprar zapatos… y de repente encuentras una que dice: “morirse es algo maravilloso”. Dentro de la estructura, sabía que había una parte de idealización, porque así se transmite eso. Y después hay un momento en la peli donde hay un giro, donde dices: “esto es ya la realidad”. Es como esa imagen donde se ve una manzana reflejada en un espejo, preciosa, y después ves que por detrás está mordida… Un poco así, cuando llegas a ese momento de la peli, se acaba la idealización y se llega a la realidad. Es bonito en las redes, pero no en la realidad.
Hablando de ese giro, y sin hacer spoilers, ¿cómo crees que lo está recibiendo la gente?
Cómo lo evalúan y cómo lo reciben son cosas distintas. A la gente no le gusta, y eso para mí es una buena señal… porque dramáticamente sí lo ven acertado. Ayer tuvimos dos pases con más de 300 adolescentes, dos seguidos… Pregunté qué les parecía, si les revelaba algo… Y todos dijeron que sí. Aunque no les gusta que ocurra, y se sufre, está bien contado y transmite algo. Aquí, sin eso, quedaría en “qué guay es morirse”, y no.
Ayuda mucho a la idealizacón ese filtro tan bonito con le que se ve la ciudad de Sevilla. Siendo una ciudad muy cinematográfica, rara vez se representa así.
Aquí solo se retrata lo noble y lo chusquero. La clase media no pinta nada… Y no es verdad, el río tiene otras zonas, la gente también vive en adosados y chalets.
Paula Díaz y África de la Cruz en el rodaje de Las Gentiles. Foto de Concha de la Rosa
Es una maravilla escuchar acentos sevillanos de actrices sevillanas. ¿Buscabas reflejarlo queriendo? ¿Fue una especie de reivindicación?
Los acentos los tenían las actrices de serie, que me parece que tienen un acento sevillano precioso, muy suave y bonito. Pero por supuesto tenían que ser de aquí. Y si alguien no se entera, pues que haga el esfuerzo, y si no se entera de algo, no pasa nada. Aparte, Sevilla, como casi todas las ciudades europeas, está hecha de clase media. Esa es la realidad. Hay poca diferencia de pobres a ricos… Lo que más hay es clase media. Además, pretendía retratar lo que a mí me llegó: chicas de clase media —no solo sevillanas; españolas, británicas...— que utilizaban las redes sociales, con vidas estándares, con problemas cotidianos más o menos graves como hemos tenido todos… Pero de ese “todos”, solo una parte muy minúscula se suicida. De hecho hay un dato que no se sabe, y es que la mayoría de la gente que planifica suicidarse —que suelen ser los que lo hacen—, si fallan, ya no lo intentan más. A no ser que sea algo patológico serio, se dejan arrastrar por la corriente. Me entrevisté con gente que había intentado suicidarse… Gente que lo había intentado cinco o seis veces y nunca lo lograban, hasta que por fin, intentando a lo mejor colgarse de un árbol, se daban cuenta que no sabía cómo hacer el nudo de la cuerda. Una vez que ocurre, toman conciencia de lo que están haciendo. El problema es que ahora con las redes sociales, sin demonizar, alguien te puede enseñar a hacer el nudo.
Santi Amodeo, Paula Díaz, África de la Cruz, Olga Navalón y Lola Buero. Foto de Lolo Vázquez.
El contenido transmedia es una pasada, es el hilo conductor de la peli. ¿Surge en guion?
Sí, estaba en guion. Pero cómo resolverlo no. Eso ha sido un parto, porque hay muy pocas pelis, incluso series, que traten esto. Bueno, a lo mejor Euphoria (Sam Levinson, 2019-), pero ellos lo tratan de otra manera, las redes no mandan sobre la peli. No había buenas referencias. Nos lo hemos inventado de cero.
¿Qué tal la relación con las actrices? ¿Hubo feedback?
Yo les daba los textos pero ellas los modificaban y los convertían en algo orgánico. Eso es fundamental. Su forma de hablar, las cosas que dicen… África y Paula me lo decían mucho: “mira, yo esto no lo diría así, no me sale expresarlo así”. Y lo expresaban como ellas veían.
Y el tema de ir al psicólogo es muy relevante e importante; parece que siga siendo tabú.
Me encanta que lo digas, porque me hicieron el otro día una crítica en la que decían que había moralina con el psicólogo… No me importa, porque yo sé que quería contar eso. Yo tengo mi posicionamiento sobre ese tema y lo reflejo. Si le parece pueril, lo siento.
África de la Cruz y Paula Díaz en el rodaje de Las Gentiles. Foto de Concha de la Rosa.
¿Os frenó mucho la pandemia en el rodaje? ¿Cosas que quisieras hacer que no salieron?
Fue un poco miedoso. El equipo entendía que si se paraba el rodaje era dramático, porque no teníamos un colchón de dinero que tienen otras producciones más grandes. Entonces el equipo, que está más asentado, asumió perfectamente que se rodaba y para casa. No nos relacionábamos con nadie más de la burbuja. Pero tenía miedo con las actrices, tenían otra edad, otras necesidades… Pero son gente lista, inteligente, que lleva un montón de tiempo luchando para hacer una película, y entendían que no podían ponerlo en riesgo por dos meses de rodaje. Fueron muy disciplinadas. Estuvo más el miedo que la realidad.
Y después sí que modifiqué algo. Para bien y para mal, la ciudad estaba vacía. Para bien, es que rodamos donde quisimos e hicimos lo que quisimos porque no había gente. Y para mal, por el presupuesto y por el tipo de película que era, no teníamos figuración. Entonces, con el botellón… Me di cuenta que, aún en pandemia, seguía habiendo gente por el río y haciendo botellón. Y nos pusimos a rodar y nos dimos cuenta que la gente estaba sin mascarilla. Si te fijas, la gente está en grupito, no hay caos de botellón real. Aunque no era lo que quería, acabó saliendo.
Rodasteis en 16 mm. ¿Tiene esto algo que ver con la tecnología?
Es más prosaico de lo que parece… En realidad, a mí me gusta rodar en cine. El digital no llega… Las texturas, los colores, no llegan ni de broma. Entonces ruedo en analógico, que es mucho más caro —de hecho, una parte la hemos pagado el director de foto y yo—. Yo he rodado casi todas mis pelis en analógico, menos dos, y yo quiero seguir así. Es mucho más guay, más cinematográfico y más mágico.
Alex Catalán y Santi Amodeo en el rodaje de Las Gentiles. Foto de Concha de la Rosa.
¿En digital se entendería de otra forma o tendría otro feel?
Yo la hubiera rodado de forma diferente. El analógico te empuja en varias direcciones. Por ejemplo, el chasis… El rollo dura lo que dura, lo máximo que puedes tirar son planos secuencias de 6 minutos. No puedes parar y grabar varias tomas. En vídeo se tiran millones de tomas y en cine no, porque cada metro que tiras cuesta dinero. Lo que hace es que ensayes más con las actrices en preparación, te preparas tú más como director de la película… Cuando se rueda es porque todo está donde tiene que estar.
Al final, todo lo que se graba es importante.
Se improvisan cosas, pero cosas filtradas. No puedes tirar planos. Y después, dos o tres tomas por plano, tras ensayar mucho, y a que salga bien. Te condiciona, te lleva a otro sitio y otra forma de rodar. A mí me encanta. Como en el cine clásico, la puesta en escena es más clásica, el aparataje es más complejo… Pero también porque la imagen es tan bonita que un plano fijo de alguien, como un plano de las niñas en la peli, pues ya es cine. En cine no te inventas los colores bonitos, ni llegas a ellos aún teniendo al mejor director de fotografía.
Cuestionario MILANA: ¿Cuál sería la película/serie…
… que verías por enésima vez?
Trust (Hal Hartley, 1990)
… para ver de resaca?
La huella (Joseph L. Mankiewicz, 1972)
… favorita de adolescentes?
Elephant (Gus Van Sant, 2003)