Otro año más, llega el 25 de noviembre. El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es una de esas fechas que sirven tanto de reivindicación legítima como de excusa para que algún organismo o empresa se coloque el lacito del color adecuado como foto de perfil mientras ignora, niega o instrumentaliza el problema de fondo.
Una realidad tan compleja y con tantas capas como la violencia machista no admite frivolidades ni medias tintas. Incluso cuando se actúa con la mejor de las intenciones, es tan fácil ceder ante prejuicios o, incluso, desconocimiento de su funcionamiento, que el problema se agrava. Por eso es tan importante, no solo concienciar, sino educar en igualdad, de forma que la violencia machista sea tanto identificable como combatible. En cómo se representa en la pantalla, por supuesto, el caso es exactamente el mismo.
Por lo tanto cabría preguntarse: ¿es posible retratar correctamente la violencia de género en la ficción? ¿Puede servir una representación correcta para prevenir el problema? En este artículo hablaremos de la dificultad de tratar este tema en la ficción a través del tratamiento de algunas series y películas recientes.
Realismo frente a morbo
Fotograma de El cuento de la criada
Todos recordamos el bombazo que supuso el estreno de El cuento de la criada (Bruce Miller, 2017-), la serie original de Hulu, en Estados Unidos. La serie, que retrataba de forma estilizada y cruda la violencia estructural de un distópico régimen ultrarreligioso contra las mujeres, recibió numerosas alabanzas por su forma de trasladar a la pantalla, no solo el libro en el que está basada, sino discursos vertebradores de la violencia machista como la infantilización, la cosificación de la mujer o la puesta en entredicho de los derechos reproductivos. Sin embargo, tras una primera temporada que se limitaba a mostrar el terrorífico “¿cómo sería si las mujeres se vieran privadas de sus derechos fundamentales?” con crudeza, vino una segunda que pecaba de zambullirse en el torture porn. Este reclamo rápido sustituyó la denuncia social por violencia desmedida y morbosa contra las mujeres, perdiendo por completo el foco y convirtiendo la serie en un reflejo de lo que pretendía denunciar en un principio.
Esto se debe a que la ficción, y también los relatos a los que estamos acostumbrados respecto a la violencia machista, tienen querencia por las mártires. El silencio, aguantar de forma prolongada para evitar las represalias o el castigo social, son una consecuencia invariable de la violencia machista. Sin embargo, el retratar esta violencia en pantalla requiere de una gran sensibilidad.
Una película reciente que huye de todo esto de forma bastante inteligente es la reciente El hombre invisible (Leigh Whannell, 2020). Lejos de plantear a su protagonista como una heroína por la cantidad de dolor que es capaz de aguantar, la óptica de la cinta se centra en la paranoia que un maltratador es capaz de generar en su víctima, haciendo claras alusiones a la técnica conocida como “luz de gas” —término acuñado por el título de película que retrata abusos psicológicos Gaslight (Luz que agoniza, George Cukor, 1944)—. Más reciente aún, la miniserie original de Netflix La asistenta (Molly Smith Metzler, 2021), se aleja del género fantástico para ofrecer un drama íntimo y realista sobre los problemas de una relación de maltrato, no solo durante la relación, también cuando esta se intenta abandonar.
Fotograma de La asistenta
Un prisma con distintas violencias
Como ya se dejaba entrever en el apartado anterior, las diferencias de representación, así como la violencia en sí misma, no se ciñe únicamente al ámbito doméstico.
Películas como Persépolis (Marjane Sartrapi y Vincent Paronnaud, 2007) o Una chica vuelve a casa sola de noche (Ana Lily Amirpour, 2014) plasman en pantalla con gran inteligencia y sensibilidad las distintas formas en las que la opresión contra las mujeres se ejerce a nivel institucional y social, yendo más allá de los círculos personales de sus personajes.
Fotograma de Persépolis
Sobre este último punto también cabe destacar el documental merecedor de un Goya Biografía del cadáver de una mujer (2020), de la directora feminista Mabel Lozano, cuya denuncia contra la explotación sexual y la violencia machista forma una parte fundamental de su obra.
Ι Leer más: Las niñas también es una historia de sororidad
Estas son solo algunas reflexiones sobre representación de un problema muy serio en la ficción que consumimos. Si el cine nos ha enseñado algo, es que se pueden contar mil historias de la misma manera, o la misma historia de mil formas distintas. Respecto a cómo representar la violencia machista, tal vez la única guía a seguir sea la de la sensatez y sensibilidad.
¿Dónde puedes ver estas películas y series?
El cuento de la criada (HBO Max), El hombre invisible (Prime Video), La luz que agoniza (Prime Video, Filmin), La asistenta (Netflix), Persépolis (Filmin), Una chica vuelve a casa sola de noche (Filmin).
Muchas gracias por vuestro co.promiso social.
Me ha gustado mucho.
Perdón, compromiso.