Este año hemos podido regresar a los cines y festivales —¡por fin!— y hemos vuelto a disfrutar de historias de todo tipo. Y aún así, parece que se haya dado un consenso en la temática que más iba a obsesionar a los directores este año: la maternidad.
Por supuesto, hablamos de las películas que se han estrenado en estos últimos meses. Historias tan perturbadoras como Titane (Julia Ducournau), tan dulces y tiernas como Petite Maman (Céline Sciamma), tan modernas como Madres paralelas (Pedro Almodóvar), tan actualizadas como La peor persona del mundo (Joachim Trier), tan dolorosas como Spencer (Pablo Larraín) o tan fantásticas y terroríficas como Lamb (Valdimar Johannsson). Esta última ganó el Palmarés a Mejor película en Sitges, y en Milana hemos podido verla en el Festival de Sevilla. Hoy se estrena en cines.
Pero, ¿son todas las madres iguales? ¿Son todas las formas de enfocar la crianza de un hijo válidas? La temática habrá sido la misma, pero los puntos de vista desde los que se cuentan son visceralmente diferentes.
Avisamos que pueden leerse algunos spoilers:
Titane: la maternidad como destrucción
Fotograma de Titane
Los primeros 25 minutos de Titane son difíciles de digerir (en mi proyección, un chico vomitó y otro se fue). La historia ganadora de Cannes no es una para todos los públicos y no es fácil de explicar. Pero hay una cosa sí que parece dejar clara: a veces, la idea de quién la sociedad nos dice que somos puede llegar a destruirnos.
Cuando Adrien (Alexia previamente) se da cuenta de que está embarazada, hace todo lo posible por frenarlo antes de que vaya a más. Esto va completamente en contra de lo que nos han dicho siempre: una madre protege a su cachorro, ¿no? En Titane no. Y aún así, la naturaleza (aunque este embarazo sea de todo menos natural) es una fuerza imparable y termina culminando con el nacimiento de un bebé. Con la aparición de este, la necesidad de que Adrien siga en la historia desaparece, por lo que ella desaparece también. Su cuerpo, su esencia y su vida quedan destruidos en pos de que exista otra cosa.
Madres paralelas: la maternidad como la mujer moderna
Fotograma de Madres paralelas
En Madres paralelas Almodóvar representa a la mujer actual moderna: Janis es madre soltera, de mediana edad y trabajadora. Compagina como puede la crianza de su hija y su trabajo, todo esto desde su lujoso piso en Madrid. La otra cara de la moneda es Ana, una chica joven que se quedó embarazada por una violación en grupo. Su historia se aleja de la de Janis, pero representa, desgraciadamente, otra realidad de la mujer moderna: cómo se les pide que tiren para adelante y críen a esos bebés que provienen de episodios traumáticos.
Petite Maman: la maternidad como comprensión
Fotograma de Petite Maman
Cuando su abuela muere, Nelly se da cuenta de que no conoce a su madre en absoluto. ¿Cómo va a hacerlo? Ella es una niña de ocho años, y su madre es… su madre. Por regla general, un hijo jamás llega a conocer del todo a su padre y viceversa: aprendemos a convivir con esas grietas que nos separan, e intentamos plantar semillas en ellas para construir algo hermoso. En Petite Maman, Nelly pasa unos días con su madre cuando esta era niña y, de repente, esa brecha deja de existir.
El final de la película nos deja un mensaje claro: no hay nada más bello en una relación madre-hija que la comprensión mutua.
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La peor persona del mundo: la maternidad como aquello que deberíamos querer
Fotograma de La peor persona del mundo
La película, que se estrenó en la SEMINCI, trata la historia de Julie, una chica que no tiene nada claro: primero quiere ser médica, luego psicóloga, después fotógrafa… Toda una juventud dando tumbos, y es lo más realista que he visto en el cine en mucho tiempo. Su historia, llena de rolletes amorosos y rupturas, es una con la que cualquiera nos podríamos sentir identificados. En una de sus relaciones más importantes, Julie se niega a siquiera hablar de tener hijos. Es joven, no es algo que le preocupe. Pero llega un momento en el que no lo puede ignorar más: está embarazada. Y de repente, vuelven las dudas… Las dudas sobre si ser o no madre en un mundo que te incita y te castiga por ello, a partes iguales.
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Spencer: la maternidad como sacrificio
Fotograma de Spencer
En Spencer vemos a una Diana de muchas facetas: la mujer que siempre llega tarde, la trastornada, la desafiante… Y Diana, la madre. Una madre que es como un refugio para sus hijos: les ofrece normalidad en un mundo lleno de extrañas tradiciones, juegos divertidos en noches frías, bromas internas en situaciones incómodas… Y también los usa como arma, cuando se ve contra la espada y la pared. Pero ¿alguien puede culparla? Diana deja que hagan con ella lo que quieran, pero pone el límite cuando ve que sus hijos van a sufrir su mismo destino. Decide sacrificarse por ellos, y no parece que sea algo que le cueste hacer.
Lamb: la maternidad como rescate
Fotograma de Lamb
Lo fantástico y terrorífico se unen en Lamb para contar una historia sobre el duelo, el dolor y la superación. A través de muchos silencios y planos amplios y estáticos, conocemos a una pareja aparentemente rota que consigue unirse de nuevo con la llegada inesperada de un tercer miembro. Uno que no tiene explicación científica (en todo caso, mitológica) pero que poco importa. Cuando ese dolor inimaginable es de repente acallado, da igual de dónde provenga la solución. Nos dejamos llevar y aceptamos ese rescate por lo que es: un milagro.
¿Dónde puedes ver estas películas?
Spencer y Lamb están en cines actualmente. Con el resto... ¡a esperar a que las pongan en alguna plataforma!