El pasado 26 de noviembre se estrenó en España Encanto (Byron Howard y Jared Bush), la última propuesta familiar de Disney para las navidades. El musical, que ya cuenta con el Globo de Oro a Mejor película de animación de 2022, nos introduce en el realismo mágico colombiano para llevarnos a través de una historia sobre los lazos familiares y las cargas que estos llevan atadas. Aviso: a partir de aquí, el artículo contiene spoilers.
El encanto de un milagro
En los últimos años Disney ha probado a dejar de lado el folclore europeo para mirar hacia otras culturas, y títulos recientes como Vaiana (Ron Clements y John Musker, 2016), Coco (Adrián Molina y Lee Unkrich, 2017) o Raya y el último dragón (Carlos López Estrada y Don Hall, 2021) son buenos ejemplos de ello. Encanto tiene lugar en las montañas de Colombia, en un pequeño pueblo aislado del resto del mundo y que recoge las costumbres del país (más bien una visión yanki de la cultura Colombia, pero supongo que es Disney y no se le pueden pedir peras al olmo).
Huyendo de los estragos de la Guerra Civil colombiana, y en su momento de mayor desesperación, Alma Madrigal fue bendecida con un milagro, que otorgó un refugio a los aldeanos que huían con ella y le dio una casa mágica donde criar a sus hijos. El milagro se extendió a las siguientes generaciones de la familia Madrigal, bendiciéndoles con dones sobrehumanos, que Alma enseñó a utilizar siempre en favor de la comunidad.
Fotograma de Encanto
Encanto utiliza el realismo mágico que caracteriza a la literatura latinoamericana del siglo XX para dotar de fantasía a la historia, construyendo una atmósfera en la que lo maravilloso se vive como parte de lo cotidiano. Son claras las referencias al autor colombiano Gabriel García Márquez en elementos como las mariposas que personifican la magia, así como la similitud de la familia Madrigal con los Buendía de 100 años de soledad (Gabriel García Márquez, 1967).
Un viaje hacia la salvación
Fotograma de Encanto
Todos en la familia Madrigal ponen sus dones al servicio del pueblo para mejorar sus vidas. Todos menos Mirabel, que, por motivos desconocidos, no recibió su parte del milagro. Siendo la única persona normal en una familia extraordinaria, nuestra protagonista se esfuerza desmesuradamente en demostrar que puede ser igual de útil que el resto. Cuando aparecen grietas en la casita y los dones comienzan a desvanecerse, Mirabel decide que su misión es salvar el milagro de su familia y devolver el orden para demostrar su valía.
Con los ritmos colombianos de una maravillosa banda sonora compuesta por Lin-Manuel Miranda, Mirabel emprende su búsqueda y encuentra una verdad muy distinta a la que veían sus ojos: si bien ella sentía la presión de no estar a la altura de su familia, ese aislamiento de no tener dones no era otra cosa que una liberación. Todos sus familiares están obligados a vivir una vida impuesta por terceras personas, anteponiendo su don a ellos mismos, y encorsetados por la presión que ejerce su matriarca. El miedo a no ser suficiente es compartido por todos cuando las expectativas son imposibles de alcanzar y poco a poco vemos como la rectitud de Alma ha cortado cada arista de su familia, llegando incluso a demonizar a uno de sus hijos y condenarlo al ostracismo por no encajar en su narrativa. Mirabel se acerca a los suyos e indaga en las diferentes versiones de la misma historia, pero de poco sirve salvar un milagro cuando la familia a la que ampara se cae a pedazos.
El futuro sanando al pasado
Fotograma de Encanto
Llegados a este punto, se termina de confirmar cuál es el tema principal de la película: el trauma intergeneracional y cómo el dolor sin sanar se transmite de padres a hijos. Siendo prácticamente una cría, Alma lo pierde todo de forma repentina. Se ve obligada a huir de su hogar con tres niños recién nacidos a cuestas, y su marido se sacrifica y es asesinado frente a sus ojos para ganar tiempo en la huida. Es este sacrificio y el dolor de la pérdida lo que provoca el milagro y otorga refugio a su pueblo.
A salvo en su propio Edén, pero profundamente traumatizada por lo que ha vivido, Alma crece marcada por el dolor y el miedo de volver a vivir horrores similares, y lo transmite a sus hijos en forma de rectitud y disciplina. Todos aprietan y tragan por la abuela hasta que no pueden más, y el complejo y la envidia de Mirabel le hacen crecer ajena a esto. Ella ve las grietas de la casita e intenta alertar a los demás, pero señalar y sacar a la luz las fallas de su familia provoca confrontación y rechazo.
Fotograma de Encanto
La tensión entre Mirabel y Alma llega a su apogeo de forma inevitable y la casita se viene abajo, destruyendo el milagro y dejando su oasis roto y expuesto al resto del mundo. La estructura familiar que había construido Alma queda destrozada, pero los lazos familiares siguen estando ahí y sin necesidad de seguir encorsetados. Con todas las heridas expuestas, surge por primera vez la posibilidad de cerrarlas. Si bien es cierto que esta parte de la película pedía más desarrollo por parte del guion, el número musical que la enmarca ofrece un clímax emocional espectacular.
Encanto anima a mirar nuestros roces desde la empatía y a tender una mano para sanar las heridas del pasado y poder avanzar hacia nuestro propio futuro.
Ya puedes disfrutar de Encanto en el catálogo de Disney+.