El 18 de febrero se estrenaba en Netflix La matanza de Texas (David Blue García, 2022). Estrenada en 1974 y dirigida por Tobe Hooper, la matanza original es considerada una de las mejores películas de terror de la historia, y no falta razón. Con ocho entregas a sus espaldas, y teniendo en cuenta el panorama actual del cine de terror, ¿qué podemos esperar del regreso de Cara de cuero?
La semilla original
La existencia de La matanza de Texas es un milagro de principio a fin. Con un presupuesto mínimo, un elenco desconocido y unas condiciones de rodaje y de riesgos laborales que pocos aceptarían, se hizo historia del cine.
Una pareja de hermanos recorre las calurosas carreteras de Texas junto a unos amigos, alarmados por la aparente profanación de una tumba de su familia. Su viaje les conduce hasta las fauces de una familia de caníbales, convirtiendo un asfixiante día sureño en una pesadilla que les perseguirá hasta su muerte.
La película se vendió como basada en hechos reales para atraer al público, aunque toda la trama es inventada. Hooper sí que se basó para su desarrollo en el famoso asesino Ed Gein, cuyos crímenes han inspirado otros clásicos del terror como Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) o El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991).
Con una atmósfera opresiva y una apariencia documental, la película sacudió el terror indie de la época y se convirtió en el clásico indiscutible que seguimos idolatrando a día de hoy. Cara de cuero y su motosierra se convirtieron en emblemas del género, y la película fue uno de los precedentes clave, si no el más importante, para el nacimiento del slasher en los 90.
Fotograma de La matanza de Texas (1974).
La matanza de una saga
La recepción y la influencia de la película llevó a Hooper a hacer una secuela en 1983, titulada La matanza de Texas 2. La película intentó alejarse del tono de su predecesora, moviéndose más en el gore, el humor negro y la comedia de terror. Pese a su mala recepción crítica, la secuela acabó convertida en una obra de culto. El aumento del gore y la violencia hicieron que la cinta estuviese prohibida durante 20 años en algunos países.
Una de las críticas principales fue la pérdida de atmósfera y de fondo. Mientras que la original plasmaba la opresión de un sur abandonado y trasladaba al terror el conflicto de una familia superada por los avances tecnológicos e industriales, la secuela se convirtió en un festival de explotación y gore que no se sustentaba en nada más, error que se ha ido repitiendo en subsiguientes entregas de la saga.
Fotograma de Leatherface (2017).
La matanza de Texas 3 (Jeff Burr, 1990), a pesar de huir de la comedia y volver al terror de la primera entrega, fue otro fracaso. Y con el paso de los años, el cine de explotación siguió poniendo clavos en el ataúd de la original. Más tarde llegó La matanza de Texas: la nueva generación (Kim Henkel, 1994), protagonizada por unos jóvenes René Zellweger y Matthew Mcconaughey y presentada como la verdadera secuela de la saga. Si bien no consiguió volver al nivel de la original, cuenta con un punto gracioso y autoparódico que la hace más disfrutable que la tercera entrega.
Ya entrados en los 2000, la franquicia se decantó por dejar a un lado la saga original y plantear una serie de reboots, precuelas y secuelas que, lejos de recuperar el esplendor de la original, fueron hundiéndose cada vez más en el fango. De esta época quizá la más salvable sea Leatherface (Alexandre Bustillo, 2017), precuela que se alejó del slasher y volvió a retomar el cauce del 74.
Una nueva masacre
Fotograma de La matanza de Texas (2022).
Y así llegamos a la última entrega de la saga, que prometía partir de la película original, ignorando los intentos previos de levantar la franquicia y volviendo a la esencia de la historia. ¿De verdad podemos recuperar la esperanza en la saga? Lamentablemente, y con todo el dolor de mi corazón: vuelve a ser un slasher refrito con un señor que se pasea con su motosierra sin que nadie se pare a entender por qué la película original consiguió ser lo que es a día de hoy.
La influencia de Halloween Kills (David Gordon Green, 2021) es innegable, y esta nueva entrega de La matanza de Texas toma su esquema para traernos una suerte de recuela (eternamente agradecido a Ghostface por descubrirme ese término): una película que, sin ser un remake o una continuación directa de la trama, revisita el material original y referencia a su predecesora. Si una anciana Jaime Lee Curtis volvía para acabar definitivamente con Michael Myers, Sally Hardlesty vuelve para vengarse del horror que sufrió a manos de Cara de cuero, que pese al paso de los años se sigue poniendo las botas con un nuevo grupo de adolescentes.
Fotograma de La matanza de Texas (2022).
La película original nos mostraba los horrores de un sur despoblado, consecuencia de la falta de recursos y el abandono por sus organismos hasta la decadencia absoluta. Ahora, la nueva entrega intenta recuperar el mensaje, hablando de la gentrificación, la especulación inmobiliaria y las terribles consecuencias que trae para los habitantes de una zona. Todo ello aderezado con influencers y tópicos de la era del social media.
La cinta acaba fallando en dicho intento, contando además con una cantera de personajes de los que prácticamente no sabes nada y con los que es imposible empatizar un mínimo. No obstante, contiene un gore muy disfrutable y puede ser un ameno festival de tripas si vas en el equipo de Cara de cuero.
Por mi parte, creo que es hora de apagar la motosierra y dejar que los muertos descansen en paz. Si queremos disfrutar de masacres sureñas, en 1974 se nos dio todo lo que necesitábamos.
Ya puedes ver la última entrega de La matanza de Texas en Netflix.