2016 fue un gran año para el mundo del cine y la 89ª edición de los premios Óscar fue una para el recuerdo. De la ceremonia de premios de la Academia salieron grandes triunfadores como Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan), Zootrópolis (Byron Howard, Rich Moore) o Comanchería (David Mackenzie). Pero seamos honestos, lo realmente memorable de la gala de los Oscars de 2017 es este momento de aquí:
¡Maldita sea, Warren Beatty! ¿Serás pillo? ¡No va el tío y le pasa el marrón a su compañera! Pero voy a romper una lanza a favor del bueno de Warren; porque su lenguaje corporal no es el de “la voy a liar”, sino más bien el de “oye, Faye Dunaway, estrella de clásicos atemporales como Network (Sidney Lumet, 1976) o Chinatown (Roman Polanski, 1974), ¿te has percatado de que este sobre es un poco extraño?”.
Efectivamente, alguien les dio el sobre equivocado. Al igual que en el famoso final de Bonnie y Clyde (Arthur Penn, 1967), alguien tendió una trampa a Warren Beatty y a Faye Dunaway. Llegaremos al fondo de este asunto, pero antes vamos a dar un poco de contexto.
Un poco de contexto
Moonlight le dio un baño de realidad a La La Land
En 2017 la Academia no estaba pasando por su mejor momento. En las dos ediciones anteriores había generado polémica la exclusión de nominaciones a personas de raza negra. En los Oscars de 2015 y 2016 hubo 20 nominaciones en las categorías de interpretación, todas ellas para gente blanca. En las 10 nominaciones a mejor dirección más de lo mismo, todos hombres y blancos. Sin quitar ningún mérito al trabajo de esas 30 personas, la Academia se había creado una fama de institución anticuada y endogámica.
Pero al año siguiente les llegó una oportunidad de resarcirse. Barry Jenkins había logrado superar múltiples techos de cristal para colar entre las nominadas a mejor película a Moonlight, que contaba la historia de un personaje racializado y LGTB. Su principal competidor era un jovencísimo Damien Chazelle que con La La Land: La ciudad de las estrellas trajo de vuelta uno de los géneros más icónicos de Hollywood: ¿el musical? No, me refiero al de gente blanca hablando de jazz.
Las conversaciones en torno a la gala se volvían un debate entre las dos favoritas y, sobre todo, la duda era qué decisión iba a tomar la Academia: ¿le vais a dar mejor película a Moonlight o ya podemos decir que sois racistas? La forma en la que se resolvió el conflicto no se le habría ocurrido a ningún guionista de los que pasaron por la alfombra roja ese día… Básicamente porque a los guionistas no se les deja pasar por la alfombra roja.
El fondo del asunto
Así se miraron Ryan Gosling y Emma Stone cuando anunciaron la ganadora
El caso parece resuelto cuando Jordan Horowitz le arranca el sobre de la mano a Warren Beatty para anunciar a la verdadera ganadora. Esto no ha sido más que una broma de mal gusto del veterano actor, pensarán algunos; otros incluso achacarán la culpa a la confianza con la que Faye Dunaway leyó el nombre equivocado y dio por bueno que La La Land sería la premiada. Pero en esta revista no nos conformamos con la respuesta fácil, hemos visto demasiados capítulos de Colombo como para no saber detectar un red herring.
Minutos antes, Emma Stone había sido la ganadora del Óscar a mejor actriz. Los premiados no solo se llevan la estatuilla, también se les obsequia con el papelito donde viene su nombre escrito. La protagonista de La La Land aseguró estar ella en posesión del sobre con su nombre desde el momento en que subió a recibir el premio, pero Warren Beatty en el escenario dice que leyó el nombre de Emma Stone cuando iba a revelar la mejor película. ¿Cómo pudo estar ese sobre en dos sitios a la vez? Como en todo buen misterio, la respuesta llevaba delante de nuestras narices toda la gala.
La La Land recibiendo su Globo de Oro a mejor actriz
En la alfombra roja puede que no haya sitio para los guionistas, pero sí para dos intrigantes figuras que portan sendos maletines. Son Martha Ruiz y Brian Cullinan, y los maletines contienen los sobres con los ganadores. Aquí está el plot twist: todos los sobres están duplicados, así que cuando Emma Stone recibió el suyo, era responsabilidad de Brian Cullinan destruir el sobrante. En su lugar lo que hizo fue dárselo a los presentadores, que leyeron el premio a mejor actriz en vez de a mejor película, el resto es historia.
El despiste de Cullinan hizo que tanto él como su compañera Martha Ruiz fueran apartados de la ceremonia de los Oscars para siempre, pero el sistema de votación de la Academia sigue llevándose a cabo por su empleadora, la multimillonaria PricewaterhouseCoopers. Seguro que a Faye Dunaway todo este lío le resultó familiar, por eso desapareció del mapa a la hora de buscar responsables. Es como el final de Chinatown: hemos desenmascarado al verdadero culpable, pero ninguna responsabilidad caerá sobre alguien tan poderoso. Esta noche todos veremos a una nueva película siendo coronada por las malvadas garras de PricewaterhouseCoopers; y probablemente a Warren Beatty se le revolverán las tripas sabiendo que hace cinco años le hicieron el chivo expiatorio de un crimen que no cometió.
Olvídalo, Warren, es Hollywood.
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¿Dónde puedes ver estas películas?
La La Land: La ciudad de las estrellas (Netflix, Prime Video, Movistar+), Moonlight (Movistar+).