Mariona Borrull es periodista de cine, escribe sobre series y películas en medios como Fotogramas, Serielizados o El Antepenúltimo Mohicano. También habla de ellas en tertulias de la radio catalana (como La Tarda, Tot és comèdia o Va de cine) y, con solo 25 años, ya es le segunde crítique españole en entrar al Berlinale Talents. Hablamos con elle sobre cine, referentes, y miradas abiertas.
¿Qué es la crítica, y qué caracteriza a la crítica joven?
Esta pregunta es como la patata caliente [risas]. Más que darte una respuesta unívoca, creo que tenemos que plantearnos para qué sirve esta pregunta. ¿En qué nos puede servir darle una etiqueta a lo que es la crítica? Puede servirnos para reivindicar un oficio que cada vez va más alineado con las tareas del márketing y la publicidad, por ejemplo, o puede ayudarnos a luchar para que en ciudades como Barcelona se organicen pases de prensa cuando cada vez son menos. O que se organicen directamente pases de prensa para películas como Scream (Bettinelli-Olpin y Gillet, 2022), que tuvo su pase de influencers pero no de prensa. Es interesante plantearse lo que queremos que sea la crítica desde la crítica misma. Lo joven, para mí, designa una actitud que permite revolucionar ideas o dinámicas que se habían quedado oxidadas con el tiempo. Diría que es un soplo de aire fresco.
No creo que la crítica joven sea tanto una realidad como un objetivo. Es como el término queer, que nunca lo podemos usar como etiqueta que emplear de forma descriptiva, sino que es más aspiracional. Yo aspiro a tener una actitud joven para con mis críticas dentro de 5, 10 y 50 años. Bueno, no creo que viva lo suficiente [risas]. Mucha gente que escribe crítica y que es joven, no es nada joven en sus planteamientos. Es un faro que tenemos que seguir a base de ser crítiques con nosotres mismes.
¿Ser joven te define?
No, no lo creo. ¿Sabes qué pasa? Que yo estoy muy cansade ya. Llevo un año en que vivo exclusivamente de la crítica, y creo que la falta de recursos económicos hace que dediques más tiempo a trabajar en cosas que te dan para comer que en cosas que te motivan. Que dediques muchísima energía mental en llegar a los deadlines y acabes haciendo las cosas de manera automática. Porque tu cerebro no puede estar cuestionando todo lo que pasa, y a la vez intentar llegar a final de mes. Si fuera burguese, te diría que sí, que joven hasta la muerte. Pero qué va. Ojalá serlo, y ahí seguimos luchando. Pero tengo la sensación de que tienes que tener mucha suerte para tener esta actitud crítica con lo que haces.
Mariona Borrull presentando Mosterland (Mary Laws, 2020) en el Serializados Fest.
¿Hay algún debate dentro del cine o de la crítica que te preocupe?
Está el uso del lenguaje inclusivo con opción a neutro. Es como llamamos el “elle”, por ejemplo, y la terminación de las palabras con la “e”. Escribiendo en sitios generalistas tienes que batallar para que te dejen usar el neutro en ciertos contextos. Por ejemplo, conseguí hacer la primera crítica de Fotogramas con una palabra en neutro: “les otres”, atención [risas]. Como si fuera un idioma marciano. No deberíamos dejar que la lengua funcione como quiera. Y hay un debate y pesimismo o estoicismo casi resignado de: “puf, déjalo”. Eso yo lo tengo a diario, y sé que estoy absolutamente sole en esto. Intenté trabajar con la Asociación de No Binaries España para elaborar un manual de divulgación. Pero van tan ocupades con otras peticiones más importantes que al final acabas sintiéndote muy sole en tu lucha. Una lucha que al final es poner una “e” en un artículo. Y muchas veces en digital, que ni siquiera es en papel. ¿Merece la pena? No lo sé. Pero mientras no lo descubra, yo seguiré ahí picando piedra.
Eres le segunde crítique españole en entrar al Berlinale Talents. Esta noticia ¿te da más vértigo o alivio?
Violeta Kovacsis, que fue la primera, para mí es un referente absoluto. Yo aún estoy haciéndome a la idea de que pueda ser un referente para alguien, cuando realmente no lo veo así. Hay un punto de autocrítica muy fuerte que aún tenemos que superar. Sobre todo mujeres y gente de colectivos marginados, que tenemos que superar, para creernos lo que la gente nos dice. Tengo la sensación de que yo aún no he llegado ahí. Estoy constantemente pendiente de si la gente da like a mis posts en Twitter. Ojalá tener un poquito más de seguridad, porque haría the world of a difference.
En tu texto Where to speak from (and when to stand up), describes la escritura como “un espacio seguro”, a pesar de todo. ¿A qué te refieres exactamente?
Viendo una película que sé que la gente querrá pensar a través de mis palabras, todo lo que escribo es una lucha entre lo que yo siento desde mis intestinos, y lo que sé que la gente quiere escuchar. Estoy constantemente intentando que la tensión que se genera de ambos polos gravite hacia lo que yo siento de verdad. Pero no tengo palabras para describirlo, porque muchas veces, cuando trabajo en festivales, tengo una hora para escribir un texto, y a veces no tienes el espacio mental para hacerlo. ¿Cómo hago para que este texto se convierta en mi casa y no en la casa de mis suegros? ¿Cómo logro sentirme cómode con lo que pienso y siento a pesar de saber que igual no es lo que yo querría pensar o sentir? Nada me haría más feliz que sentir que digo la verdad cuando digo que Titane (Ducournau, 2021) es la mejor película del año. Pero, aunque sé que debería sentir eso, no lo siento.
Fotograma de Titane
Estás constantemente luchando para ser honeste contigo misme aunque no te guste. Y cuando lo encuentras, es cuando empiezas a estar cómode con lo que escribes. A pesar de todo. Obviamente, influye tu posición dentro del campo de juego de la crítica. Yo, por ejemplo, si veo una película que es súper progre, pero que está muy mal hecha, tendería a dejarle más espacio de duda porque creo que es importante lo que está haciendo. Y al revés. Veo una película de señoros y mi ceja está levantada. Se debe al impacto que quieres que tenga una crítica. Y esto te lo digo yo, que trabajo en Fotogramas: lo más importante para mí cuando saco una noticia es que tenga las palabras del SEO correctas y adecuadas. A pesar de todo, intentas ser sincere contigo misme. Y a veces te sale bien. Solo a veces.
Has trabajado y trabajas en infinidad de medios, unos más mainstream y otros más ensayísticos. ¿Qué formato disfrutas más?
Estoy intentando buscar la respuesta políticamente correcta [risas]. Hay un punto de exigencia en escribir para gente normal y corriente que es muy excitante. Cuando empecé a trabajar para El Confidencial, en el festival de Venecia, me dedicaba, con mi hora de escritura o mis 45 minutos incluso, a redactar según lo que yo pensaba. Eran palabras hiper enrevesadas y expresiones que solo yo podía entender. Y la sección de comentarios daba miedo. Si publicas una crítica, no entres nunca a mirar los comentarios. Hablé con Manu Yáñez, que era y sigue siendo mi editor en Otros Cines Europa. Me dijo que aquello era un barroquismo que todo el mundo está acostumbrado a prodigar en medios especializados. Aquí el verdadero reto es aprender a escribir hipersencillo, para todo el mundo, pero que siga siendo interesante.
Empecé a cogerle el gustillo a escribir para medios como Fotogramas, que lo que quieren es que la idea se entienda desde el minuto cero. Casi te diría que me gusta más escribir para medios generalistas. Las críticas de El Antepenúltimo, por ejemplo, son muy largas y extensas. Esto está muy guay cuando tienes tiempo de pensar las pelis. Si no, caes en el riesgo de ser descriptivista. Esto lo habrás visto en críticas mías seguro, donde el primer párrafo es todo descripción de un plano sin ningún tipo de prisa. No sé si te diría que tengo un tipo de escritura favorita, pero cada una presenta sus retos.
Hablemos de referentes.
Carlos Losilla es mi gran maestro. Fue quien me descubrió que realmente nunca aprendería todo lo que hay que aprender en la crítica. Que siempre tendría camino por delante. Luego, Ivan Pintor, que es teórico de cómic y se dedica al análisis y enseñanza de cine contemporáneo en la Pompeu Fabra. Es un tío que es capaz, durante 3 horas, de hacerte un monólogo libre que va entre el cine de Chantal Akerman, los cómics eróticos de Japón de los años 70, la última película de Marvel y el videojuego de turno [risas]. Ellos dos son como mis grandes referentes vivos. Luego, si vas a la crítica en sí, adoro a Manny Farber. Sus 7 preceptos de la crítica son toda mi base moral e ideológica. Cómo escribía, cómo describía algo hipercomplejo con dos palabras muy bien escogidas. Manny Farber is the guy. Y creo que aún no está del todo reivindicado. El otro día estuve cenando con Nick Pinkerton, de Film Comment. Le mencioné a Farber y se le cambió la cara. Justamente por ello creo que todes estamos intentando darle algo más de cancha aquí en España, para que tenga la relevancia que tiene que tener.
Mariona
¿Qué visión tienes de plataformas como Rotten Tomatoes?
Está todo automatizadísimo. Yo creo que sitios de recomendación como Filmaffinity o Rotten Tomatoes tienen su uso. Si viene un festival pequeño aquí en Barcelona y, por ejemplo, tienen películas que sé que se han visto en Rotterdam o Sundance (es decir, festivales a los que yo no asisto) y tengo que decidir si ver una película, voy a ir a Filmaffinity. Si veo semáforos rojos, no voy a ir. Si no sabes nada de una peli, mejor que confíes en la gente que la ha visto. Basar todo tu pensamiento cinéfilo como consumidor en lo que ves en estas webs me parece más deficiente. Y creo que en sitios como Letterboxd, que se dan tanto a reviews cortas y con ideas sencillas pero muy bien enunciadas, hay una riqueza intelectual que aún no hemos desgranado y que creo que sería interesante empezar a fijarnos más en ella.
¿Qué aspecto valoras más de una película?
Depende de la peli. Últimamente estoy intentando que me gusten películas con cuyos personajes no empatizo. Películas con protagonistas odiosos, o que tienen relaciones que veo que no se corresponden con nada deseable en la vida real. Tengo la sensación de que a veces tendemos a construir nuestros santuarios personales alrededor de la idea del cine y pensar que todo lo que hay dentro es sacro. Es una visión muy cómoda de lo que es el cine. Ojalá el cine sirva de hogar para la gente, y visibilicemos a través de las películas realidades.
Pero a la vez estoy intentando hacer el paso contrario y disfrutar películas que antes me resultaban completamente odiosas. No sé si es mejor o peor, pero me va a ayudar a ser más autocrítique. En el buen sentido de la palabra. No partir de mi butaca cómoda de crítique de cine, sino de lo que la película me está aportando de verdad, ya sea a nivel formal o narrativo, aunque tenga personajes con los que no empatizo para nada. Casablanca (Curtiz, 1942) es de mis pelis favoritas de toda la vida, atención. Fue mi peli de descubrimiento del cine clásico. Y quizás pueda permitirme disfrutar de películas como El irlandés (Scorsese, 2019), que no tiene nada que ver conmigo. Intento encontrar otros hogares para mi culito comodón.
Imagen promocional de El irlandés
¿Cómo se separa el gusto personal de la valoración más cinematográfica o teórica?
Tengo la sensación de que no pueden ser diferenciados realmente. Es lo que hablábamos de la tensión según lo que yo sé que es lo correcto versus lo que yo estoy sintiendo hacia una película. Tienes teóricas como Laura Mulvey, que es la que consagró todo lo de la mirada masculina, y acaban forjando todo su discurso, que debería estar en pleno crecimiento, para con unas ideas que no se sostienen. Justamente el otro día di una clase de cómo Laura Mulvey acabó diciendo que las chicas podían disfrutar de películas con una evidente mirada masculina solo porque se travestían de hombres al mirarla. ¿Qué dices, Laura? [risas]. Evidentemente, tenía su contexto y su razón de ser, y no me estoy metiendo con alguien como Laura Mulvey. Pero creo que si te enclaustras o si te obligas a permanecer en un sistema de ideas o teorías serias, aprobadas, críticamente correctas, acabas negándote la posibilidad de crecer como persona, y como persona que duda incluso de sí misma.
¿Cómo llevas la lucha de separar al autor de su obra?
Hay un artículo muy bueno de Eulália Iglesias de 2017 en Caimán. Es de cuando empezó a salir lo del Me Too y la noticia de que Uma Thurman había tenido ese accidente de coche con Tarantino, y salió diciendo que había perdonado a Tarantino después de tantos años. Eulália Iglesias reflexionaba en ese artículo sobre cómo unas veces es mucho más fácil que otras separar la obra del autor. Creo que, por ejemplo, con Polanski, es mucho más fácil que con personas como Woody Allen, que de alguna forma arraigan su identidad y contaminan sus películas de una forma tan evidente que es muy difícil separarse de ahí. Es más o menos fácil en películas que no tienen nada que ver con la realidad. Incluso en estas películas puede ser complicado, pero depende de la película que estemos viendo.
Últimamente has adquirido más experiencia cubriendo festivales de clase A. ¿Cómo ha sido?
Mi último fue Cannes, aunque luego hice Karlovy Vary. Mi último gran festival lo llaman "la selva" por alguna razón. Me he dado cuenta de que tienes que tener mucho cuidado para no convertirte en un animal desagradable en todos los sentidos. Ser buena gente en un festival es muy complicado. Llegas allí y estás bien, aunque hayas tenido que hacer algunas jornadas intensivas de ver pelis, revisionar cosas o agendar entrevistas. Habitualmente, antes de un festival grande, las revistas no te piden los artículos hasta unas pocas horas antes, de forma que tú sabes que te vas a gastar una pasta que quizás no recuperas. El primer y segundo día habitualmente hay películas importantes, las de inauguración, y luego las películas del primer fin de semana, que suelen ser bastante potentes. Acabas el primer fin de semana heche trizas. Habitualmente no duermes prácticamente nada ni el primero ni el último fin de semana. Los días intermedios entre el primero y el último son a muerte. Es cuando el festival pone a prueba tu capacidad de gestión humana y emocional. Muchas veces no es suficiente.
Yo soy muy frecuente del festival de Venecia, y la sala de prensa es un auténtico paisaje de desesperación y desolación humana. Ves a gente durmiendo, gente que huele fatal, gente que es incapaz de mantener una conversación a un tono humanamente normal… Empiezas a ver que trabajar en condiciones, en el sentido de dormir tus horas, es muy importante para seguir teniendo una posición neutra, sana y abierta con respecto a las películas. Creo que en los festivales de clase A estamos bajo una presión que somos incapaces de cubrir. Pero también es verdad que allí tienes experiencias que son preciosas. Por ejemplo, en Venecia descubrimos una película que se llama Il buco (Frammartino, 2021). Y, al ser de Sección Oficial, te da espacio y excusas para escribir sobre ella, siendo la primera persona que la ve. Hay veces en que la magia simplemente sucede y vale la pena estar ahí. Encontrarla ya es otra cosa.
Il buco (2021)
¿Alguna anécdota que nos puedas contar?
El día en que le robamos un vaporetto a Kirsten Dunst [risas]. Fuimos a entrevistar a Almodóvar y a Penélope y a todo el equipo de Madres paralelas (Almodóvar, 2021) en un hotel que hay en Venecia. Allí las estrellas no se alojan en el Lido ni mucho menos, porque intentan huir de los fans lo máximo posible. De forma que, si tú quieres ir a entrevistar a alguien, tienes que ir a su hotel, que habitualmente está a unos 15 minutos en vaporetto, ida y vuelta. No hay línea de vaporetto gratuita. Tienes que ir en taxi, y en Venecia un taxi son como 70 euros.
Nos unimos todes les periodistes de España. Estábamos Zurro, María Guerra, Pepa Blanes, Manu Yáñez… Llegamos, hacemos las entrevistas, y al volver estaba la cola de gente esperando por el vaporetto. Justo entonces estaba llegando el vaporetto que la distribuidora había puesto para nosotres. Javi Giner nos dice: “Es ese, es ese”. Vamos todes les periodistas españoles, y justo vemos que por delante de nosotres está Kirsten Dunst corriendo un poquito con el vestido de noche, porque iban a presentar El poder del perro (Campion, 2021) en Venecia. Y nosotros en plan “no, Kirsten, no” [risas]. Claro, habitualmente en estos junkets te pasas haciendo cola, horas esperando… Llegar fue muy difícil y teníamos un pase justo después. Fue como: “Kirsten Dunst no va a coger este vaporetto, no señor” [risas]. Evidentemente, le pasamos por delante a Kirsten y a Jane Campion y les robamos el vaporetto. Se cagaron en nuestra madre. No oímos qué decían, pero sí vimos su cara. Fue divertido [risas].
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Cuestionario Milana
¿Qué película/serie verías por enésima vez?
Susurros del corazón (Kondō, 1995).
¿Qué película/serie verías para levantarte el ánimo?
Keep Your Hands Off Eizouken! (Yuasa, 2020).
¿Qué película/serie queer nos recomiendas?
Feel Good (2020).