La adolescencia es la etapa de transición más crucial en la vida de un ser humano. Es una época de mutaciones raras, pelo en lugares insospechados y gallos en la voz, pero bajo la piel se producen los cambios más significativos que nos definirán como adultos.
Como un eco lejano de las primeras etapas de la infancia, en la adolescencia se vuelve a construir y a definir nuestra personalidad, exploramos y medimos límites y capacidades; y vivimos un sinfín de primeras veces que, sin saberlo, se convierten en momentos clave de nuestras vidas.
La ficción refleja la realidad, pero también la moldea en cierto modo. Nos muestra lo que somos, pero también lo que deseamos, y en materia de deseos la ficción adolescente es una experta. ¿Cómo han cambiado esos deseos a lo largo de los años? ¿Cómo nos ha cambiado a nosotros?
Beverly Hills y los sueños a finales del milenio
Imagen promocional de Salvados por la campana
Salvados por la campana (Sam Bobrick, 1989-1992) se puede considerar, en términos de posteridad, como la primera gran serie televisiva para adolescentes. A esta, con un puesto mucho más alto en el podio de la nostalgia le sigue Sensación de vivir (Darren Star, 1990-2000), que se recuerda como el mayor fenómeno de masas teen de su época. En España podemos encontrar auténticas leyendas como Al salir de clase (Antonio Cuadri, 1997, 2002) o Compañeros (Daniel Écija, 1998-2022), nacidas como respuesta al gran éxito de productos para adolescentes al otro lado del charco.
Fotograma de Sensación de vivir
En su mayoría, el drama adolescente siempre se ha caracterizado por mostrar lo que su público aspira a ser: se plasman los conflictos principales de dicha etapa, sí, pero remando a favor de la fantasía. En un entorno que aún trata a los adolescentes como a niños, la ficción los adultiza y les deja ver lo que desean ser. Siendo ya un joven adulto, no es difícil encontrar rasgos de tu veintena reflejadas en una serie para adolescentes, y la edad de los actores acompaña bastante esa sensación.
La ficción adolescente de esta etapa tiene varios rasgos en común: las tramas son más cercanas a la fórmula de la telenovela, en ocasiones alejándose demasiado de la realidad. Aunque se representan diferentes estratos sociales, la exaltación de la riqueza siempre prima. Además, la visión del futuro se presenta optimista y abarcable: en un mundo que crece a la vez que sus protagonistas, rodeados en su mayoría de bonanza económica, cualquier cosa que sueñes es posible. Son el reflejo de un mundo que solo parece ir hacia arriba.
Era Tumblr, explicitación y romanticismo
Fotograma de The O.C.
The O.C. (Josh Schwartz, 2003-2007) siguió al éxito de Sensación de vivir, pero supuso un giro en la línea que marcaba la ficción adolescente hasta el momento. Las tramas se vuelven más serias y dramáticas, los elementos del pensamiento posmodernista son más palpables y se representa un conflicto de sus protagonistas con la sociedad de su época, la cual se muestra materialista, exaltada y vacía: una ruptura declarada con lo que antes se representaba en el canon.
Imagen promocional de Skins
Sin embargo, si hay que nombrar una serie que defina la aspiración adolescente de los 2000, ésta no puede ser otra que Skins (Jamie Brittain y Bryan Elsley, 2007-2013). El drama británico marcó a varias generaciones de adolescentes, a la vez reflejados y atraídos por su visión realista e irreverente de temas tabú como el sexo, los trastornos mentales o las adicciones. En españa hicimos lo propio con Física o química (Carlos Montero, 2008-2011), que hablaba sin tapujos sobre el suicidio, el sexo y los conflictos de sus protagonistas en una sociedad que rompía moldes y tabúes a pasos agigantados.
No obstante, aunque se mostrasen más crudas y realistas, las series adolescentes de esta época no están exentas de problemáticas. En el nacimiento de las redes sociales, con la estética como forma de comunicación y el auge del fenómeno sad girl, la romantización de abusos y trastornos mentales estaba al orden del día.
La adolescencia de hoy: fantasía y belleza nihilista
Fotograma de Sex Education
El drama adolescente vuelve a estar en auge en la actualidad, aunque nunca se fue del todo. Series como Sex Education (Laurie Nunn, 2019-actualidad) siguen rompiendo tabúes como sus predecesoras, hablando sin miedo y con realismo del sexo y mostrando a los adolescentes (y a más de un adulto) posibles soluciones a sus problemáticas. Euphoria (Sam Levinson, 2019-actualidad) se ha convertido en todo un fenómeno que se preocupa de plasmar cuidadosamente su propia crudeza. Élite (Carlos Montero y Darío Madrona, 2018-actualidad), por su parte, elige mostrar las problemáticas más representativas de la adolescencia en un entorno de fantasía y lujo en el que es difícil verse representado, jugando con esa dicotomía en sus propias relaciones y estallando a nivel mundial.
Fotograma de Euphoria
Estas series son un reflejo de tiempos más difíciles que sus predecesoras, pero más liberados de encorsetamientos morales y sociales. Se percibe un avance notable en la forma de tratar sus conflictos: la estética y la belleza de la imagen y el color priman por encima de todo, pero dicha belleza no se utiliza para romantizar el problema. La imagen resulta atractiva, pero ese ensalzamiento estético es una vía para plasmar la realidad de un drama.
Ι Leer más: Euphoria: qué funciona y qué no en la segunda temporada
Transitar por un camino de cambios, dudas y confusión se hace más fácil con la ayuda de guías y referencias, y alivia un poco saber que la ficción adolescente, sin alejarse de su fantasía aspiracional, se acerca más a un realismo necesario.
¿Dónde puedes verlas?
Al salir de clase (Mitele), Compañeros (Prime Video, ATRESPlayer), The O.C. (HBOMax), Skins (Netflix), Física o química (Prime Video, ATRESPlayer, Netflix, HBOMax), Sex Education (Netflix), Euphoria (HBOMax), Élite (Netflix).