La crisis medioambiental está impregnando el cine independiente más reciente. Así como en Alcarràs (Carla Simón, 2022) se talaban árboles para colocar placas solares, en Costa Brava, Líbano (Mounia Akl, 2022) se talan para usar la tierra como vertedero.
La película empieza con un plano fijo que acompaña a lo que más tarde descubriremos que es una estatua gigante del gobernador del Líbano. Su destino es una región cercana a Beirut, la llamada Costa Brava, donde va a presidir el gran vertedero “ecológico” que están a punto de inaugurar. Justo allí viven los Badri, una familia que había huido de la contaminación de Beirut.
¡Ojo, spoilers!
Ser niñas
Una de las grandes virtudes de Costa Brava, Líbano es su capacidad para contar el mismo problema desde el punto de vista de los distintos miembros de la familia. El drama del vertedero impacta de forma transversal en la vida de los Badri. En el lado de la inocencia se encuentran Tala y Rim. La pequeña parece haber heredado el espíritu combativo de su padre y no se corta en insultar, gritar y tirar piedras a los que están destruyendo su tierra mientras su hermana mayor, de 17 años, vive un despertar sexual fantaseando con el vigilante de la obra, el único hombre más allá de su padre con el que tiene contacto. Mientras Tala se adapta a su nueva realidad, a Rim le afecta tanto la situación que castiga constantemente a los demás y a sí misma. Mounia Akl traslada las dificultades del momento social al terreno familiar para contarnos lo grande desde lo pequeño: desde una niña que cree que el mundo se acaba si no cuenta hasta 44, y desde dos hermanas que —rodeadas de basura y explosiones— no pueden permitirse simplemente ser niñas.
Madre e hijas en Costa Brava, Líbano (MK2 Flims)
Ser padres
Cuando la basura empieza a llegar, Walid y Soraya, cabezas de familia, tienen que decidir qué hacer con su familia –las dos hijas de ambos y la madre de él–. Walid, exactivista, se dedica a grabar el proceso, confiando en que sus vídeos crearán conciencia y movilizarán a la gente en contra del gran vertedero que crece frente a sus ojos. Soraya, por otra parte, no cree en el cambio. Ha perdido la fe y se ha resignado. Quiere volver a Beirut y abandonar la casa. Es en esa dualidad en la que nos sitúa Mounia Akl. ¿Rendirnos o seguir intentándolo, aunque nos cueste la salud?
«-Los problemas de los adultos tardan más en solucionarse.
-¿Por qué no empezasteis a solucionarlos antes?»
Walid y Rim, padre e hija.
Rim imita a su padre en todo. Reproduce sus expresiones, sus argumentos, sus acciones y hasta su rol en la familia. Quizá por eso a Walid le cuesta tanto tomar la decisión de marcharse. Se pregunta qué estaría enseñando a sus hijas si se volvieran a Beirut: ¿que hay que conformarse? ¿Que no es necesario defender la tierra? ¿Que solo queda la resignación? Es por eso que Costa Brava, Líbano habla más de ser padres que de cualquier otra cosa. Habla de la responsabilidad de dejar a nuestros hijos una tierra habitable, pero también de la importancia de la herencia inmaterial: los valores, la defensa de la dignidad propia y el cuidado del planeta y de la familia. Y para el protagonista la única manera de asegurar esa herencia es predicando con el ejemplo.
Rim y Walid en Costa Brava, Líbano (MK2Films)
Soñar despiertos
Mientras el mundo se desmorona, la vida sigue. La madre de Walid, enferma, consigue que uno de los trabajadores del vertedero le pase tabaco. Rim sigue jugando, Tala se baña en la piscina. Y entre todo el caos que los rodea, los Badri empiezan a soñar despiertos. Walid imagina que la basura levita, que se aleja del suelo por un momento. Rim observa a los trabajadores y, contando hasta 44, consigue que desaparezcan. Y Soraya sueña con una vida pasada. Con un tren a Beirut, con el murmullo de la gente de fondo, y la música que vuelve a sonar. Recuerda su pasado como cantante, algunas de sus letras y una que decía: «dejaré que mis ojos se acostumbren a la oscuridad».
Al final, los sueños de unos y los sueños de otros se diferencian en la forma en la que se adapta cada uno a sus circunstancias. Y quizá sea ese el mensaje de la película. Que, en definitiva, siempre tenemos dos opciones: pelear por encender la luz o dejar que nuestros ojos se acostumbren a la oscuridad.