Todos hemos oído eso de que más cantidad no implica mejor calidad. No por tener más pistas de audio en una canción, más tipografías en un cartel o más parches de heavy metal en la chaqueta vaquera vas a conseguir mejores resultados. Y si bien eso es —en la mayoría de ocasiones— una verdad como un templo, Todo a la vez en todas partes (2022) parece gritarnos a la cara lo contrario. Solo con su título los Daniels ya nos dicen que nada de menos es más: menos es menos y más es más. Claro como el agua, pero, ¿de verdad funciona?
La cultura del multiverso
Hace ya varios años que vemos cómo un lenguaje frenético e hilarante llena las pantallas del público joven, no solo las de los cines sino todas las demás. No me malinterpretéis, no vengo a quejarme cual cascarrabias de TikTok o de cualquier otro nuevo modelo de consumo. Un lenguaje en esa dirección nos ha dado algunas de las obras más originales de los últimos años, como Cortar por la línea de puntos (Zerocalcare, 2021) o Love Death + Robots (Tim Miller, 2019-). Es un tipo de cine que nos pincha constantemente estímulos, en la mayoría de los casos fugaces, para no decaer. Porque, casi siempre, menos es más, pero si las 384 cosas que quieres meter en el plano las consigues meter bien, queda algo bastante chulo. Es una cultura a la que le ha venido como anillo al dedo esa premisa tan loca que nos viene a contar, valga la redundancia, que todo a la vez en todas partes es posible: el multiverso.
Aunque esa teoría lleva décadas en ficciones televisivas o cómics del mundo Marvel, probablemente tengamos que reconocerle a Rick y Morty (Dan Harmon y Justin Roiland, 2013-) el haber sido quien con más brillantez e impacto ha sembrado el multiverso en la cultura pop. Precisamente, una premisa que nos permite meter más, y más, y más, ha provocado más, y más, y más producciones siguiendo la misma estela. Ahora toca preguntarse: frente a una premisa ya no tan novedosa, ¿qué pueden aportar?
El propio Dan Harmon ya experimentó con la premisa del multiverso en uno de los mejores capítulos de Community (2009-2015)
Los Daniels en el multiverso
En esa arriesgada cultura del más es más hay una razón por la que un pequeño puñado de producciones logran funcionar. Y es que si en esa complicada operación cada elemento aporta su granito para construir una única cosa, si todo está cohesionado, consigues una buena historia. Da igual las vueltas que des para sumar 2+2 mientras te dé 4. Pero, ¿cuál es el 4 de los Daniels? Seguramente, que vivimos en un mundo donde nada vale nada porque nada tiene sentido, y precisamente por eso, tiene sentido cuidarnos unos a otros. Un nihilismo que ya presentaba Rick y Morty, y tantas otras historias de ciencia ficción, pero con una pequeña vuelta de tuerca que la hace un poco más bonita. Ahora bien, para contar esa historia, ¿hacían falta tantísimas cosas a la vez en cada puto sitio?
En ese afán de romper con todo está lo mejor y lo peor de la entrada de los Daniels en el multiverso. ¿Lo peor? Que, tal vez, en la búsqueda de la cantidad se dejó de lado el mimo y el cuidado por las pequeñas cosas. Los pequeños gags y los detalles que construyen la historia. No sé si seré el único, pero los chistes de sacarse un moco o meterse algo por el ano no suelen funcionar durante dos horas seguidas, y al final se acaba confundiendo la rebeldía de lo absurdo con la estupidez.
Ahora bien, en ese afán por romper con todo y por entrar reventando la puerta de una patada sin hacer caso a formas o convenciones también se encuentran sus mejores aciertos. Locuras tan grandes como meter unos créditos finales cuando quedan veinte minutos de película, introducir “porque sí” escenas animadas o conversaciones entre piedras a través de rótulos sobre la pantalla. Esas rebeldías, que no rompen solo con nuestro sentido del pudor o de la dignidad, sino con el lenguaje, los géneros y nuestras expectativas, son la auténtica joya que nos ha regalado —una vez más— la maravillosa A24.
Y para los más curiosos, aquí os dejamos uno de los primeros cortometrajes que realizaron los Daniels, donde ya demostraban desde bien temprano su talento para la comedia y sus ganas para la comedia: Swingers (2010)