Termina el mes del “¿Y por qué no hay un día del orgullo heterosexual?”, el favorito de tu tío, con el apoyo económico de Disney a la ley “Don’t say gay” aún muy reciente y la polémica por el castísimo beso lésbico de Lightyear (MacLane, 2022) todavía más. Por suerte, en estos tiempos de mentalidad prehistórica siguen apareciendo rayos de luz en forma de ficciones protagonizadas por personajes LGBT+ que normalizan e instruyen en la diversidad sexual. Tanto Genera+ion (Zelda y Daniel Barnz, 2021) como Heartstopper (Alice Oseman, 2022-) vuelven al instituto para contar ese convulso e intenso periodo vital entre la niñez y la vida adulta, poniendo en primera fila a los que siempre fueron secundarios, alivios cómicos o carne de drama, si es que no se los omitía por completo.
El instituto sin armarios de Genera+ion
Si alguien encarna la mezcla de angustia adolescente, humor ácido, carisma y desafío sobre la que se erige Genera+ion, es sin duda Chester. Pero aunque él sea la cara de la serie, lo cierto es que el protagonismo se reparte entre un todo grupo de estudiantes que terminan creando lazos a pesar de la variedad de historias, entornos familiares y clases sociales que los moldean. Y casi todos ellos pertenecen al colectivo LGBT+.
Los personajes de este coming-of-age están en la edad de dudar mucho, sufrir más, sentirse solos e incomprendidos y no terminar de conocerse a sí mismos. Así que se lo cuestionan todo; todo, salvo su sexualidad. Y es que la serie destaca por ilustrar lo que debería ser una adolescencia LGBT+ normal, una sin grandes problemas derivados de la intolerancia ante la diversidad de orientaciones e identidades sexuales, porque ya bastante drama conlleva por sí solo el mero hecho de ser adolescente.
Nathan, Chester y Riley en Genera+ion
Que Chester desafíe todos los estereotipos de género no le impide ser popular en el instituto o capitanear el equipo de waterpolo, aunque sí lo enfrenta —casi con aburrimiento— con el profesorado. De la misma forma que solo a Megan, el cliché de madre conservadora estadounidense, le quita el sueño que su hijo sea bisexual o que su hija decida ir al baile con dos acompañantes. Porque la serie sí elige mostrar el choque generacional, pero siempre con buenas dosis de comedia. El drama aquí, como decíamos, viene de la angustia vital propia de la edad, de esas otras muchas cosas que preocupan a unos adolescentes que sí pueden vivir su sexualidad con normalidad.
Con una estructura algo difusa, Genera+ion funciona más bien como un puñado de emociones y trozos de vida, quizá tan honestas y cercanas por contar con una adolescente entre sus creadores. Zelda Barnz firma junto a su padre este retrato de la generación Z que, aún incorporando las particularidades que caracterizan a los nativos digitales, se siente atemporal y universal.
La luz al final del túnel de Heartstopper
Heartstopper es la adaptación del cómic de Alice Oseman, también guionista de la serie, que ha enamorado a espectadores de todas las edades. Y no es otra cosa que la entrañable historia de amor entre Charlie, el que parece ser el único chico abiertamente gay del instituto, y su compañero de clase y nuevo amigo Nick, un popular jugador del equipo de rugby que empieza a plantearse su orientación sexual.
La serie, en este caso, sí aborda la homofobia en el entorno escolar y el miedo y las dudas que eso genera en los protagonistas y varios de los personajes secundarios. Sin embargo, es mucho más luminosa que Genera+ion.
A Nick le cuesta aceptar su bisexualidad, entre otras cosas, porque teme la reacción de su familia y, especialmente, de sus amigos cavernícolas; y tanto Charlie como su amiga Elle han sufrido bullying desde que él saliera del armario y ella se declarara una chica trans. Pero a estos dos últimos nos los presentan cuando ya han salido de ese pozo, como queriendo demostrar que aunque el problema exista y parezca un muro insalvable, todo acaba pasando y se vuelve pequeñito en la distancia. De la misma forma, la ilusión por el primer amor de Nick —o de la pareja formada por Tara y Darcy— y la satisfacción de reconocerse a uno mismo superan con creces las dudas o el temor que pueda sentir por las presiones externas.
Nick y Charlie en Heartstopper
En esta línea, al contrario que en otras series juveniles en las que un malentendido termina enredándose y generando drama a raudales, Heartstopper sorprende porque muchos de los conflictos que empieza a plantear se atajan antes de que eclosionen realmente. Y es que los personajes, en su inocencia, son también bastante razonables y se evitan sufrimiento innecesario hablando con honestidad y desde el corazón con sus seres queridos (aunque al principio, como a todos, les cueste un poco).
Así, Heartstopper plantea un relato sencillo, cálido y esperanzador con personajes naturales e infinitamente tiernos que funciona como un buen espejo en el que mirarse para los adolescentes que empiezan a definir su identidad sexual, pero también como un reconfortante abrazo para todo aquel que se asome a sus ocho episodios.
Aunque lamentablemente (y a pesar de sus buenas críticas) no veremos una segunda temporada de Genera+ion, esperamos con ganas las dos nuevas entregas que Heartstopper ya tiene confirmadas.