Una película debería tener un mensaje… ¿no? Un significado, una reflexión sobre el mundo real que se transporte a los espectadores. En los últimos años me he encontrado buscándole mensajes a las películas que veo: ¿cuál es su postura ante el mundo?
Interpreto que esa necesidad de encontrarles un significado viene de aquella actitud infantil de preguntar todo el rato “¿por qué?”. Esto me ha llevado a chocar con determinadas cintas por su falta de mensaje, su falta de claridad o por encontrarme con películas que no podía descifrar —bien por incompresibles o por contradictorias— y me he dado cuenta de que no: una peli no tiene por qué tener un mensaje.
Un mensaje incierto
Hay películas como Otra ronda (Thomas Vinterberg, 2019) que, en un principio, parecen tener un mensaje claro, relativamente sencillo y algo inocente. En este caso: las drogas están mal. Sin embargo, la película da un giro de 180 grados que hace que ese mensaje se emborrone y no quede clara su postura, y que hace pensar que lo que importa puede no ser la respuesta, sino la pregunta. Otro ejemplo es Burning (Lee Chang-dong, 2018), que te hace ver que una falta de respuesta puede ser una respuesta en sí. Hay pelis indescifrables o difícilmente descifrables que son maravillosas, pero eso no quita que haya pelis con un mensaje claro que sean igual de maravillosas.
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Fotograma de Burning
Y es que de lo que realmente quería hablar es de películas con un mensaje claro, que puede que no sean perfectas pero que sí son transparentes: tienen claro de lo que hablan y te lo transmiten, lanzándote su mensaje con fuerza y convirtiéndose en memorables gracias a ello. Estas películas suelen culminar con un final en el que se resume el argumento y su punto de vista sobre el mundo, haciendo que lo veas como una unidad, como una píldora de mensaje, bien cerrada y coherente consigo misma.
Un mensaje claro
Fotograma de Infiltrados en el KKKlan
Pienso, cuando hablo de esto, en dos películas muy diferentes. Una muy marcadamente estética y la otra claramente naturalista. Una con un director en busca de guerra y otra con un director en busca de paz. Una que quiere enseñarte lo feo que puede ser el mundo y otra que va en busca de la belleza. Estoy hablando de Infiltrado en el KKKlan (Spike Lee, 2018) y Vida Oculta (Terrence Malick, 2019).
La clave aquí son los dos directores: ambos son cineastas de mensaje. Es difícil ser más vocal con un mensaje de lo que es Spike Lee con la mayoría de sus películas. Su guerra contra el racismo y el racista es incansable e imparable, y a pesar de ser pequeñito te embiste como una locomotora. Él es así y consigue, aún siendo terriblemente insistente, no resultar panfletario y no parecer falso en esa insistencia, porque lo que sí que es es sincero, dolorosamente sincero, como con el final de Infiltrado en el KKKlan.
Malick, por otra parte, no expresa su mensaje como Lee. Él está en constante búsqueda de una imagen que comunique el mensaje que quiere. Sus historias son, por lo general, muy simples y lo que importa es que el conjunto de la película transmita el sentimiento que Malick quería expresar. Es un filósofo que cuenta con imágenes y sonidos en vez de con palabras.
Fotograma deVida Oculta
En Infiltrado en el KKKlan —ojo, spoilers— la revelación del mensaje es terriblemente chocante. La película sigue a un poli negro recién llegado a la comisaría que se adentra en el Ku Klux Klan para desentramar un atentado racista. La peli es una buddy cop movie, una comedia satírica y crítica en su punto, que termina con un final feliz en la que la colaboración entre negros y blancos acaba funcionando y desmantelando el plan del KKKlan. Sin embargo, justo antes de terminar, vemos cómo un grupo de supremacistas blancos quema una cruz frente a la casa del protagonista a gritos de “¡Sangre y tierra!”, que enlaza con imágenes reales de manifestaciones de supremacistas blancos apoyadas y defendidas por Donald Trump. El mensaje llega contundente: no hemos avanzado, la guerra contra el racismo sigue más viva que nunca. La última imagen que vemos es una bandera de EE. UU. dada la vuelta, símbolo internacional de auxilio.
En Vida oculta el mensaje final da respuesta a la pregunta que te llevas haciendo la mayor parte de la película: ¿por qué el protagonista hace lo que hace? Vida Oculta cuenta la vida de un granjero austríaco. Al principio vemos su vida en un pueblo austríaco en medio de los Alpes. Con su mujer y sus dos hijas pequeñas vivimos con él la calma y la belleza. Todo esto es arrebatado por los soldados alemanes que le llevan a prisión por objeción de conciencia. Le ofrecen la libertad si va con el ejército, él dice que no. Le ofrecen declarar lealtad a Hitler, y solo con esas palabras irse a casa, a su pueblo, a su familia, y él dice que no. Antes de ser ejecutado se lo vuelven a ofrecer, con su mujer delante rogándole que lo haga, pero él dice que no. Entonces lo ejecutan, y tú sientes impotencia como pocas veces antes, no lo entiendes, has vivido la calma que está rechazando, la felicidad, y te preguntas: ¿por qué? ¿Por qué no ceder? Y entonces Mallick te responde, acabando la película con un texto de Mary Ann Evans:
«[…] que el bien siga creciendo en el mundo depende en parte de actos no históricos; y que las cosas no vayan tan mal entre nosotros como podría haber sido se debe en parte a aquellos que vivieron fielmente una vida oculta y descansan en tumbas que nadie visita».
Fotograma de Vida Oculta
Y entonces lo entiendes y no haces nada, te quedas callado, en tu asiento del cine, viendo los créditos pasar y la música sonar.
Ambas películas acaban de forma contundente, haciéndote ver lo que querían transmitirte tanto Spike Lee como Terrence Malick: sentimientos muy parecidos y muy diferentes, tristeza, impotencia, pero uno con rabia y otro con calma. Dos maestros del mensaje.
Si la próxima vez que veas una película no ves el mensaje, búscalo con más fuerza, disfruta y piensa en ella, intenta entenderla y encuentra el mensaje… o no.
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¿Dónde puedes ver estas películas?
Burning (Filmin), Otra Ronda (Movistar+, Filmin Premier), Vida Oculta (Disney+), Infiltrados en el KKKlan (Netflix).
Muy interesante.