Esta noche son los Emmys y Rhea Seehorn va a ganar uno. Es más, deberían darle también retroactivamente el Emmy de 2019 por la pasada temporada de Better Call Saul (Vince Gilligan, Peter Gould, 2015-2022) por la cual no fue ni nominada. De hecho, deberían ponerle el nombre de Rhea Seehorn al premio. ¿Quién ganará el Rhea Seehorn en 2023? Quién sabe, personalmente me gustaría que fuera una actriz española la que se llevase la “Coleta Dorada”. Vale, esto último a lo mejor es pasarse.
Seehorn está nominada en la categoría de mejor actriz de reparto en drama, pero Kim Wexler, su personaje, bien podría pasar por protagonista. Better Call Saul se desmarca como spin-off y muchos hasta se atreven a decir que es mejor que Breaking Bad (Vince Gilligan, 2008-2013), su predecesora. Esto es en parte gracias a la presencia de Kim, por cómo está escrita y por cómo está interpretada. Para ilustrar este choque de talentos hemos destacado dos escenas que definen al personaje de Kim Wexler y su complicado arco de transformación.
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Antes de empezar, decir que si no has visto Better Call Saul, ¿qué haces aquí? ¿Por qué has hecho clic sabiendo que vamos a destripar el final en cualquier momento? En serio, gracias por hacer clic, de verdad nos ayuda, pero eso, que se vienen spoilers.
Wexler contra Goodman
Fumar ha matado a más gente que los guionistas de Better Call Saul
Better Call Saul nació bajo una premisa completamente opuesta a la serie de la que deriva. Mientras Breaking Bad retrataba el descenso a los infiernos de Walter White, Better Call Saul nos presenta a un Jimmy McGill que lentamente escalará a lo más alto hasta convertirse en Saul Goodman, el trilero que todos conocemos.
Pero con el anuncio de que la sexta temporada sería la última del viaje de Jimmy, Gilligan y Gould volvieron al truco que les hizo famosos. Breaking Bad fue innovadora en su día por introducir en una serie de televisión un final en el horizonte: el protagonista tiene cáncer, va a morir. Better Call Saul es una precuela, y aplica la misma mecánica: todos estos personajes no salen en Breaking Bad, así que les va a pasar algo.
Sabiendo esto vamos a pasar directos al sexto episodio de la quinta temporada. Kim trabaja en el equipo de abogados de un importante banquero, pero desde hace un tiempo ese trabajo no la llena, y a espaldas de sus superiores trata de ayudar a que un anciano conserve su casa que el banquero quiere derruir para construir una oficina. La subtrama se cierra cuando entra Jimmy en la partida, que chantajea al banquero hasta que consigue que el anciano se quede en su hogar. En su mente, Jimmy ha hecho algo bueno, pero Kim está enfadada porque lo ha hecho a sus espaldas.
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En la escena que cierra el capítulo presenciamos una gran discusión de pareja, en la que Kim argumenta que ya no se fía de él, pero Jimmy asegura haberlo hecho para protegerla en caso de que tuviera que testificar. Estamos ante lo que a simple vista es una escena de ruptura, al fin y al cabo Kim no sale en Breaking Bad, así que sabemos que esa relación tiene una fecha de caducidad. Pero es justo lo contrario, y es algo que ocurre consistentemente tanto en Better Call Saul como en su predecesora: parten de una situación familiar y le dan la vuelta sobre sí misma. Decía Hitchcock que vale más partir del cliché que llegar a él y eso es justo lo que hace Thomas Schnauz, el guionista del episodio, porque no estamos ante una escena de ruptura, estamos ante una pedida de matrimonio. Sin embargo, esta decisión, cuyo motivo queda evidenciado sin necesidad de que los personajes lo verbalicen, hace que el personaje de Kim se aleje de su destino.
«O acabamos esto ahora recordando lo que hubo y nos separamos o… o quizá, bueno… tal vez podamos casarnos».
Kim
Juego y diversión
Kim en la sexta temporada de Better Call Saul
Better Call Saul es lo que pasa cuando a un equipo creativo se le da el tiempo suficiente para contar su historia. Por eso su ritmo es pausado y minucioso, e incluso en su última temporada, donde tienen muchas tramas que cerrar y muchas preguntas que responder, continúan fieles a una narrativa centrada en contar con precisión las pequeñas decisiones que llevan a los personajes por un camino y no por otro.
Estamos en el noveno capítulo de la sexta temporada, apenas quedan unos episodios para concluir un universo que hasta ahora no ha hecho más que expandirse y, sin embargo, la transformación de Kim Wexler sigue estando retratada por los pequeños detalles que nos muestran cómo crece su entendimiento del bien y el mal. Esto choca frontalmente con la filosofía de Jimmy, que durante toda la serie ha ido reafirmando su creencia de que el fin justifica los medios.
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Después de que Lalo Salamanca asesinara a Howard a sangre fría delante de sus narices, Kim decide dejar la abogacía. Esta decisión altera a Jimmy, que enseguida se pone a urdir un plan para solucionarlo. Una vez más Ann Cherkis, la guionista de este episodio, no necesita que Kim diga nada para que sepamos que ese es precisamente el problema. Estamos, ahora sí, ante una escena de ruptura.
Las posturas entre ambos personajes son irreconciliables: mientras Jimmy hace ojos ciegos a las consecuencias negativas de sus planes con buen fondo, Kim tiene más claro que nunca que el fin no justifica los medios. La muerte de Howard no existe únicamente para impactar al espectador ni para justificar que no salga en Breaking Bad; su muerte es, por encima de todo, el punto de inflexión que introduce a Jimmy McGill en el mundo de Walter White, y aleja a Kim Wexler del mismo. Cuando Jimmy entra en el dormitorio y ve que Kim ya tiene las maletas hechas vemos cómo, por primera vez, se queda sin palabras; porque ya no hay nada que Saul Goodman pueda decir para sacar a Jimmy de esta.
«Me preguntaste si eras malo para mí. No es eso, somos malos el uno para el otro».
Kim