Lo de viajar en BlaBlaCar está muy bien hasta que te ves envuelta en una discusión desagradable e infructuosa y no hay adónde huir. La mía fue en el BMW de un chico que, cuando supo a qué me dedico, procedió a exponer muy educadamente todas y cada una de las falacias que todo compatriota conoce para rechazar al cine español. Pero la verdad es que no hace falta toparse con un cliché con patas para escucharlas. Hoy, 6 de octubre, es el Día del Cine Español y vamos a defenderlo.
¿Cómo se puede ser cinéfilo pero odiar el cine español? Hay tal variedad temática, estética, narrativa, de géneros y miradas en el audiovisual de nuestro país para cubrir casi todos los gustos cinematográficos. Pero si nos negamos a verlo, desde luego, no vamos a descubrirlo. Empecemos quitándonos estos prejuicios tan feos:
«El cine español solo habla de la Guerra Civil»
Fotograma de Unicorn Wars (Alberto Vázquez, 2022)
Primero, que nuestros creadores echen la vista hacia la Guerra Civil (y las décadas de dictadura) es normal: fue un acontecimiento traumático —y aún reciente— que dejó a la sociedad española rota y silenciada. Ahí hay miles de historias para contar (además del deber de dar luz a lo que se calló tanto tiempo). Ahora bien, al margen de lo legítimo que pueda ser, lo de que nuestras películas solo van de la guerra no es más que una falacia ya rebatida con datos y estadísticas. Una falacia que, por cierto, tiene segunda parte:
«Bueno… Y de putas y maricones».
Almodóvar, creo que va por ti. En el panorama internacional el manchego es, sin duda, uno de los grandes referentes del cine español. Pero quizá los españoles deberían dejar de verlo como el único. No, obviamente nuestras películas no van solo de eso (ni están llenas de tetas y sexo).
Solo hay que ver la producción de este año: nuestros cineastas han hecho terror con la vejez (La abuela) o con el sobreturismo (Veneciafrenia), han contado la dificultad de asumir el lugar de nuestros padres (Cinco lobitos), han explorado las secuelas de sobrevivir a un atentado (Un año, una noche), han convertido la música de Hombres G en el centro de una comedia romántica (Voy a pasármelo bien), han hecho fantasía épica con la mitología vasca (Irati), un drama carcelario (Modelo 77), un thriller a partir del bullying (Cerdita) o una película bélica de animación entre ositos y unicornios (Unicorn Wars). Son meros ejemplos, pero la variedad de esta lista habla por sí sola.
«El cine español es adoctrinamiento de izquierdas»
Imagen promocional de Irati (Paul Urkiju, 2022)
«¡Y subvencionado con nuestro dinero!». El drama de las subvenciones necesitaría un artículo entero, así que solo daré tres apuntes sencillos. Uno: en España existen ayudas para todos los sectores, aunque el cine sea el único cuestionado. La suya es una pequeñísima parte del dinero repartido cada año para impulsar nuestra sociedad. Dos: nuestras subvenciones no son mayores que en el resto de Europa, son casi ridículas comparadas con Francia, Italia, Alemania o los países escandinavos. Tres: No, los cineastas no viven de las ayudas, que pueden cubrir como máximo un 40% del presupuesto de la película. Tampoco es un regalo: el Estado recupera la inversión a través de los impuestos y, lo que es más importante, el cine genera empleo y revierte económicamente en nuestro país.
Tampoco hay favoritismos a la hora de subvencionar, se sigue un sistema de puntos objetivo. Así que decir que el cine español es panfletario y responde al gobierno de turno es absurdo, porque, a diferencia de hace unas décadas (cuando sí pretendía adoctrinar), en España no existe la censura. Pensar que es «de rojos» porque algunas personalidades del cine han utilizado ese altavoz para defender sus ideas (como haría cualquiera), tiene menos sentido aún. Partimos de que la mayoría de películas que se hacen en España no son políticas. Aún así, inevitablemente, en cualquier expresión artística se va a verter parte de la visión del mundo de su creador, pero eso no es adoctrinamiento. Y, sobre todo, no hay filtros extraños en el cine español: es una industria plural en la que caben todas las voces.
«El cine español es malo»
Fotograma de El agua (Elena López Riera, 2022)
Y tan anchos. Esta burda generalización está inexplicablemente extendida. En las filmografías de cualquier país hay buenas y malas películas, la calidad no es intrínseca a la nacionalidad. De nuevo, cabe preguntarse: ¿cuánto cine patrio han visto quienes afirman que es mediocre? Si dejaste de ver películas españolas porque no te gustó Torrente (Segura, 1998), quizá debes indagar un poquito más.
Este 2022 ha habido presencia y triunfos españoles en todos los grandes festivales de cine. Isaki Lacuesta estuvo con Un año, una noche en la Selección Oficial de la Berlinale junto a Carla Simón y su Alcarràs, que hizo historia al ganar el Oso de Oro. Cannes acogió El agua, (Elena López Riera), As Bestas (Sorogoyen) y Pacifiction (Albert Serra), esta última compitiendo por la Palma de Oro. En Karlovy Vary fueron premiadas Tenéis que venir a verla (Jonás Trueba) y La piedad (Eduardo Casanova). En Venecia estuvieron En los márgenes (Juan Diego Botto) y Carta a mi madre para mi hijo (Carla Simón), poco antes de que San Sebastián premiara As Bestas y La Maternal (Pilar Palomero) y el Fantastic Fest hiciera lo propio con La piedad y Cerdita (Carlota Pereda). Y también ha habido cine español en Sundance, Toronto, Locarno, Rotterdam o Annecy.
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Para los que desconfíen de los críticos y jurados, un dato más: hay tres películas españolas en el top 10 histórico de habla no inglesa de Netflix, y casi siempre está presente en las listas de lo más visto en todo el mundo. El cine español gusta más allá de nuestras fronteras. No solo el de Almodóvar, no solo el de Amenábar o Coixet. Hay una pluralidad de voces españolas conquistando ahí fuera, ¿por qué no reconocemos su valor aquí dentro?
Fotograma de Alcarràs
Por favor, id al cine, elegid una película española de vuestro género favorito y disfrutadla. Y si no os gusta, no rechacéis el trabajo de toda una industria por una única obra de entre las casi 300 que se producen cada año. Probad otra vez. Y os aseguro que en la proyección encontraréis algo, más o menos obvio, que reconoceréis como propio, como nuestro. Quizá en las expresiones que eligen los personajes al hablar, o en los acentos, en la forma de relacionarse con sus vecinos, en el bagaje histórico que compartimos, en los problemas que los acosan y en cómo los abordan o los evitan en la sobremesa, en la singular sonoridad del bullicio en las calles justo antes de comer, en las canciones del patio del colegio, o en el humor.
El cine patrio ayuda a perfilar y exportar ese infinito mosaico de pequeños detalles que intenta definir lo que es ser español. Tenemos la suerte de poder ver nuestra cultura y nuestras particularidades en la pantalla, de poder sentirnos parte de las historias de otros porque podrían estar sucediendo en la habitación de al lado. Y de enseñárselas al resto del mundo. Pero si nosotros, los españoles, no defendemos y apoyamos el cine español, nadie más lo va a hacer.
Me ha encantado.
Comprometido y reivindicativo.
Muy bueno.
Impecable tu argumentación, Lucía. Enhorabuena
Muy bueno. Hay viajes que nos marcan.
no se quien es ud, ha escrito con pasion , pero para afirmar justamente lo contrario de lo que pasa en el cine español. En mi opinion es doctrinario de izquierdas para mas señas, inaccesible a creadores de ideologia de derechas, tematica de comedia de brocha gorda ambientada en barriadas populares donde viven choni y manolo. o de guerra civil o postguerra civil. Es militante feminista, anticlerical , sesgo burlon hacia tradiciones centenarias, excepto cuando son vascas gallegas navarras o catalanas. Generos como el suspense o de accion o de ciencia ficcion no existe. podria seguir pero bueno, aqui lo dejo.
pd.- cuando pierdes la credibilidad, recuperarla es casi imposible.