La ficción nos permite abrir las alas y soñar con mundos fuera de nuestra comprensión y nuestro alcance. Pero otras veces cambia de dirección y se encamina hacia el interior, a aquello que mejor conocemos y que nos compone. El costumbrismo pone el foco en los usos y las costumbres de distintos grupos sociales, que tejen una amalgama cotidiana de actos y palabras hasta formar culturas. Nos mira, nos conoce y nos atraviesa con una verdad que solo puede darse desde la cercanía. Por ello, hoy te proponemos siete retratos contemporáneos del costumbrismo español.
Espíritu Sagrado (2021)
Con su primer largometraje, el consumado director alicantino Chema García Ibarra nos acerca a su particular mundo interior. A través de un viaje sideral por el barrio de Carrús, en su Elche natal, asistimos al día a día de sus habitantes en una convivencia naturalista entre lo cotidiano y lo sobrenatural. Con un tono coloquial y sincero, Espíritu sagrado compone un relato sobre el desencanto de la fe tan cómico como desgarrador.
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Carmina o revienta (2012)
Hace ya una década que Paco León nos sorprendió con su ópera prima trayendo a uno de los personajes más fuertes del cine español: la madre que le parió. Carmina Barrios ha vivido a pleno pulmón (como ella misma dice al arrancar la cinta, se fumó su primer cigarro a los 7 años) y la película nos lleva de la mano por distintos retazos de su existencia. Paco León toma varias anécdotas reales de su santa madre y las teje en torno a un hilo conductor de supervivencia, cotidianidad y muchos ovarios.
Verano 1993 (2017)
El debut de Carla Simón nos caló hasta los huesos con una sensibilidad deslumbrante que retrata su propia infancia. Frida acaba de perder a su madre, y en el verano de 1993 la acompañamos fuera de su Barcelona natal para mudarse al campo con sus tíos y su prima, que se convierten en su nuevo núcleo familiar. Carla Simón centra nuestra mirada en un pedacito de vida para mostrarnos un acercamiento íntimo, nostálgico y emocionante a la pérdida y el duelo desde el prisma de la infancia y la inocencia. Una de las películas más conmovedoras de nuestro cine reciente.
Muchos hijos, un mono y un castillo (2017)
Gustavo Salmerón plasma en un hilarante documental todas las aristas de su madre. Julita Salmerón, a la que es imposible no querer, siempre soñó con tener muchos hijos, un mono y un castillo. E increíblemente lo consiguió, aunque las cosas se van igual que vienen. Tras perder una vértebra de su bisabuela, asesinada en la guerra, Julita abre el baúl de los recuerdos y nos deja entrar en una caótica mudanza para observarla revisitar los retales de su vida, tan excéntrica y caótica como verdadera y emocionante.
Volver (2006)
Cuando escuchamos el nombre de Pedro Almodóvar, muchas cosas nos vienen a la mente: comedia, melodrama, dolor, extravagancia, verdad… Volver tiene todo eso, y lo mantiene en un equilibrio admirable. A través de la vida cotidiana de dos hermanas, que retoman el contacto con su fallecida madre en un delirio de apariciones tan fantasmales como costumbristas, nos introducimos en un relato sobre la concepción de la muerte en la cultura manchega y sobre el amor de aquellos que se van, pero no nos dejan.
Las niñas (2020)
Pilar Palomero nos deslumbró a todos con su primer largometraje, que se llevó un más que merecido Goya a Mejor Película. Con un acercamiento intimista y sincero, Las niñas abre una ventana a la transición entre la infancia y la adolescencia en un mundo que, a pesar de respirar la modernidad de finales del milenio, arrastra la vergüenza y el estigma de un pasado caduco que se niega a morir. Una transición que nosotros también hacemos de la mano de Celia, mientras descubre el peso del mundo y encuentra su propia voz.
Alcarràs (2022)
Con su segundo largometraje, Carla Simón nos confirma su pasmosa facilidad para tocar cada fibra de nuestro interior, esta vez con un reparto coral que nos lleva por tres generaciones y sus formas de afrontar la caída de un mundo que se tambalea a sus pies. Su nuevo acercamiento a la cotidianidad rural resulta tan bello, contemplativo y demoledor como cabría esperar, con la solemne incertidumbre de una familia que se ve a punto de perder la tierra que lleva cultivando casi un siglo. Elegida para representar a España en los Oscar 2022, es sin duda la película del año.