A lo largo de 15 ediciones, La Cabina se ha ganado un hueco muy importante en el corazón de la cultura valenciana. Aunque la apuesta del festival por películas de duración de entre 30 minutos y 1 hora pueda parecer extraña a priori, las producciones que año tras año se revelan allí despejan cualquier posible duda inicial. Este año, claro, no podía ser distinto.
Les Vertueuses (Stéphanie Halfon) es una de las joyas que este año se han podido ver en la Selección Oficial del festival. Etel, una chica de 9 años que vive en la comunidad jasídica de París, tiene su primera menstruación. Lo que al principio a la niña le parece un evento sin mayor importancia, se convierte en un terrible viaje de culpa y vergüenza cuando descubre que en su religión las mujeres son consideradas impuras cuando tienen la regla.
Fotograma de Les Vertueuses
La principal baza de Les Virtueuses es evidente, aunque no por ello menos acertada. El punto de vista, siempre centrado en Etel, sirve para mostrarnos el mundo en el que vive la niña sin más prejuicios que los que queramos aportar. Antes de menstruar, Etel tiene espacio para orar y cantar con su familia, y asistimos a esos eventos con la naturalidad con la que ella los vive, por ajenos que nos puedan resultar. Así es como se construyen los cimientos de Les Virtueuses: desde su narrativa hasta su trabajada estética, todo está atravesado por la mirada inocente (y pura) de una niña que, de la noche a la mañana, no encuentra su lugar.
El papel de Etel en Les Virtueuses no es otro que el de la niña a la que, de golpe y porrazo, le sueltan que “ya es una mujer” cuando tiene la regla. Con esta afirmación maniquea, como es natural, a Etel le surgen dudas que acaban desembocando en miedo cuando su hermano le desvela que, para los judíos ortodoxos, las mujeres son impuras cuando menstrúan. Se acabó la inocencia. El tema de la “impureza” no es más que un catalizador del que Halfon se vale para hacernos llegar, desde el punto de vista inocente de Etel, el crisol de incógnitas que, judíos ortodoxos o no, van asociadas a las ideas preconcebidas sobre la feminidad y la fertilidad.
Fotograma de Les Vertueuses
Y es que ese barrio parisino se compone como un ecosistema perfecto para esta historia sobre el crecimiento. Halfon elige un entorno con una diferencia entre sexos muy codificada a través de sus rituales, ya sean religiosos o domésticos, para prácticamente arrastrar a Etel a través de su difícil autodescubrimiento. Aunque como agente de dicho entorno está la madre de Etel, que desde el principio vierte toda una serie de prejuicios sobre su hija, haciendo que esta los asimile y forzando su tour de culpa.
Stéphanie Halfon cierra Les Virtueuses de una manera hermosa e hipnótica. El enfrentamiento entre Etel y su madre —que no deja de ser el de la rebeldía y la tradición, lo nuevo y lo viejo— alcanza su punto de tensión máxima, haciendo partícipe al espectador de un momento emotivo en el que sobran las palabras.
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