Ángel Gómez Hernández sobre ‘El hombre del saco’: «Es una película hecha desde mis propias tripas»
¿A quién no le han amenazado alguna vez con el hombre del saco? Al fin y al cabo, qué mejor manera hay de convencer a un niño de que se coma las verduras que extorsionándole con la amenaza de un monstruo que le viene a raptar. El viejo y confiable refuerzo negativo. Gracias a eso la leyenda del hombre del saco se ha ido heredando de generación en generación. Casi como si quisiéramos vengarnos de nuestros padres por contarnos esas historias repitiéndolas con nuestros hijos —para que ellos hagan lo mismo con los suyos, por supuesto—.
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Y ahora, por primera vez, nuestra leyenda local llega a la gran pantalla, donde un grupo de niños investiga las misteriosas desapariciones que se repiten en el pequeño pueblo de Gádor. Hemos hablado con su director, Ángel Gómez Hernández (Voces, The Weeping Man), sobre la adaptación de la leyenda y la manera de construir un terror que lleva historias como Los Goonies al siglo XXI.
Un personaje con una campaña de marketing de más de 100 años que se presenta por primera vez en pantalla
El hombre del saco mezcla la historia original del asesino y la leyenda que se ha ido creando alrededor de él. Gómez Hernández nos cuenta que «la película no deja de ser una fábula que deambula dentro de la ficción, pero que parte con un pie en la realidad. Era inevitable recurrir al evento que tuvo lugar en 1910 en Gádor, porque le daba mucho fundamento, le daba origen, le daba resolución… Al final, cuando tienes un origen seguramente tengas que remontarte a él para construir el final. Pero no es una película histórica, el acontecimiento real está parcialmente fabulado en beneficio de la narrativa»
Y se trata de un monstruo local pero con una presencia internacional, ya le llamen Coco o Boogeyman. «Todos los países tienen estos monstruos, todos se han nutrido los unos a los otros, pero si hablamos de la nuestra, Gádor es el punto de partida. Yo me he criado en una familia muy afín al género del terror, mi padre es novelista, siempre vinculado al género. Bécquer, Poe, Lovecraft, Bram Stocker, Mery Selley… Dentro de ese escenario también la pasión por las leyendas populares y los mitos eran muy recurrentes en casa. Hablar de la llorona, del hombre del saco… Aunque es cierto que nunca la utilizaron para extorsionarme».
Fotograma de El Hombre del Saco
El riesgo de un rodaje con niños y cómo dirigirlos
«Es uno de los elementos a los que más temía, pero ha resultado muy fácil. Hemos tenido secuencias con siete y ocho chavales y no sabía cómo iba a poder salir. Pero me armé bien y contratamos a Estela Aniorte, que es una maravillosa coach actoral infantojuvenil que hizo un trabajo estupendo. Consiguió lo que al final tiene que hacer un coach, que es mantener a los niños activos, conectados, concentrados, hacerles comprender absolutamente todo… y brindarme a mí la oportunidad de hacer mi trabajo, que al final es, una vez que tenga a los actores en el set, dirigirlos», asegura el director.
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«Y por otro lado hemos tenido mucha suerte porque los niños han sido soberbios. Tenían esa cosa de divertirse, de jugar, de hacérnoslo pasar bien a nosotros… Pero también era alucinante el conocimiento que tenían de la complejidad y de lo que había en juego en cada momento. Da igual que fuera un niño de ocho años, entendía perfectamente lo que era que quedaran 10 minutos y faltaran tres planos por hacer y la catástrofe que es eso. Saben que no se pueden hacer muchas tomas, que si se equivocan improvisan y tiran para adelante porque si no hay que rehacer la toma e invertir un tiempo que no tenemos… Era una pasada ver la comprensión que tenían de esos elementos más sutiles y adultos del set».
Fotograma de El Hombre del Saco
Los niños de Spielberg o Richard Donner en el siglo XXI
Es inevitable recordar a los niños de Spielberg al ver a una pandilla montando en bici por el pueblo, o entrando en cuevas misteriosas con linternas para resolver un misterio. «No ha sido una cosa obsesiva, ha sido un poco remitir a la perspectiva de alguien que ha nacido en los 80. Esos directores generaron una iconografía totémica cuya referencia, al final, es inevitable para todos los que contemos historias de pandillas jóvenes. Pero si te hablara de referencia real, esa película que decidí recuperar en esencia y en espíritu para crear El hombre del saco no sería ni Los Goonies, ni Stranger Things; sería Una pandilla alucinante».
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«Al final, cuando haces una película la haces desde tus propias tripas. Inevitablemente recurro a lo que era aquella época para mí, que yo además me he criado en un pueblo e iba todo el día en bici de aquí para allá. Y eso lo tienes que vincular a que el concepto de base era “vamos a modernizar al hombre del saco y traerlo a las nuevas generaciones”. El hombre del saco ha perdido fuerza, los niños no lo temen ya, lo que temen es que les quiten la play. Por eso intentábamos traer el espíritu de lo que fue para mí esa época, con el origen del mito del siglo pasado, y a su vez modernizado para el público actual y su lenguaje».
Dos niveles de terror en El Hombre del Saco
«El ejercicio más complejo de esta película ha sido equilibrar. Tanto el equilibrio de tonos, la madurez que se le da a las cosas, el terror para que sea adolescente pero también adulto… y por supuesto equilibrar géneros».
Y es que la premisa que debía cumplir Ángel Gómez era clara: debía llevar al cine tanto a jóvenes como adultos. Al fin y al cabo, el hombre del saco es una leyenda que atraviesa todas las generaciones. «Si El hombre del saco es el monstruo de los niños es precisamente porque es el monstruo que los padres transfieren a los niños. No hay películas, cómics, videojuegos a través de los cuáles llegar hasta él. Es el monstruo de herencia directa entre padres e hijos. Por eso para mí el papel de los padres tenía que ser fundamental. Que no fueran un simple telón de fondo o simples excusas. Tenían que tener un peso fundamental en la historia porque son ellos los que han hecho fuerte a este mito. Si ellos no hubieran recurrido, a partir de 1910, a la figura de Francisco Leona no hubiera existido nunca esta leyenda».
«Y a su vez, mi intención era contar dos niveles de terror. El adolescente e infantil, que es ese miedo a los monstruos, esa credibilidad que se le da a lo sobrenatural, y luego el de los padres, que no deja de ser el terror emocional. El terror de la pérdida de un hijo, el de sentir que te has equivocado, que no conoces a tus hijos…» .
Fotograma de El Hombre del Saco
Una película que remueve conciencias de adultos
«Al final es una película que habla de temas profundos y remueve conciencias de adultos —como ya me están haciendo saber padres que al terminar la película se quedan reflexionando sobre la comunicación, el saber escuchar o el transferir culpa a los niños—. Yo, como adulto, muchas de las fobias y los miedos que tengo vienen de mis padres. Pero no deja de ser una película adolescente donde la premisa de los estudios que hay detrás de ella era muy clara: “queremos llegar al público joven, hacer una película trepidante, atrevida, divertida…”. Entonces, he tenido que hacer un trabajo de ver cómo podía jugar a todo a lo que yo quería jugar, sin que la parte adulta traicionara a la parte joven y viceversa».
Todo lo contrario a otros proyectos de Ángel, como Voces, donde «teníamos muy claro el target al que se dirigía la película, y al que no le correspondía no nos importaba. Si no eres un fan de películas de terror fuertes, duras, con escenas impactantes, pues no es tu película y no pasa nada. Pero en esta hemos intentado ampliar el abanico de una manera que al final ha supuesto un ejercicio de manejo de tono y aprendizaje increíble».
Fotograma de El Hombre del Saco
Un largo camino de cortos hasta llegar al largo
Ángel Gómez Hernández ha llegado al mundo del largometraje tras una carrera de grandes premios en el mundo del cortometraje de género (The Weeping Man, Cariño, Behind…). «Cada matiz de mi trabajo como director de largometraje hubiera sido imposible sin toda la trayectoria que he tenido en el mundo del cortometraje. Ultra amateur, amateur, semi profesional, profesional… Al final todo ese recorrido es indispensable. Especialmente los últimos años, que tenían un nivel de profesionalización muy alto, con técnicos como Pablo Rosso (Verónica, Mientras duermes, Rec). Todo eso me generó el entrenamiento necesario para desenvolverme en un set sabiendo dónde estoy, cómo funciona, cuál es la jerarquía… Y a la vez todo lo creativo y narrativo que uno adquiere a partir de los errores que ha cometido antes. Igual que la película que haga en diez años se hará en base a los errores que esté cometiendo ahora con mis largometrajes».
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Tecnofobia, el próximo susto de Ángeles Gómez Henández
Tecnofobia ya está rodada y podremos verla dentro de poco. Se trata del salto del director a la webserie, un proyecto propio y rodeado de nuevos talentos. «Es una webserie que ha sido muy especial para mí porque está producida por mi productora, que a su vez es escuela de cine en Madrid, que fundamos Arancha Domingo y yo hace 10 años. Es un proyecto en el que contamos para el elenco al completo con alumnos de la escuela, que es una de mis filosofías en la vida. En Voces tuve a varios alumnos, en El hombre del saco también…».
«Y por otra parte, es mi exacerbado odio a los teléfonos móviles, que es una adicción terrible y me considero víctima de ello. Ha sido mi intento de canalizar terapéuticamente en una historia donde todo el terror pasa a través de la pantalla del teléfono móvil».
Me interesan mucho los dos temas. Procuraré ver la peli y la serie.
Gracias por el artículo.
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