Tras cuatro años de parón, la antología catastrofista más popular de la ficción británica ha vuelto con una nueva tanda de cinco capítulos bastante heterogéneos que dejan entrever la intención de ampliar la franquicia y explorar horizontes nuevos. ¿Lo consigue? Eso ya es otro tema.
Charlie Brooker arrancó Black Mirror en Channel 4 hace ya 13 años, presentándolo como una suerte de The Twilight Zone (Rod Serling, 1959-2019) enfocada en los peligros de una sociedad de masas hipertecnológica. Tras dos Emmys, un BAFTA y un salto a Netflix en 2016, la ficción se ha hecho un hueco consolidado en el imaginario colectivo y mantiene el interés general pese a los altibajos de sus últimas entregas.
Ambición, comedia y presente
Fotograma de Joan es horrible
Black Mirror ha regalado cinco temporadas y una película que exploran diferentes futuros inmediatos y distópicos donde una nueva tecnología trastoca el mundo que conocemos, y sus últimas entregas parecían deambular en círculos sobre el mismo concepto de forma más o menos errática. La sexta temporada promete frescura y novedad, y desde luego cumple con lo prometido, aunque no va exenta de turbulencias.
Joan es horrible (Ally Pankiw, 2023) es el capítulo que más se acerca a la marca Black Mirror a la que estamos acostumbrados, con un planteamiento cercano y retorcido de IAs y políticas de streaming que se ve beneficiado por su aire cómico y su juego de matrioskas. A este le sigue Loch Henry (Sam Miller, 2023), la propuesta más interesante de la temporada que se aleja de la ciencia ficción para plasmar una crítica mordaz al morbo y la deshumanización del true crime con polémicas como las que ha vivido el propio Netflix con la popular Dahmer (Ryan Murphy e Ian Brennan, 2022). Beyond the sea (John Crowley, 2023) viaja a un pasado alternativo de viajes espaciales y avatares biónicos presentando el episodio más ambicioso, remarcable a nivel artístico e interpretativo pero algo predecible en su desarrollo. Y a partir de ahí, la cosa se va de madre.
Nuevos horizontes y tropiezos
Fotograma de Mazey Day
Los primeros capítulos de la temporada siguen, con más o menos despuntes, la línea planteada por la serie desde sus inicios, pero los dos últimos episodios desechan la distopía tecnológica y la ciencia ficción para explorar el terreno de lo fantástico. Black Mirror se ha tomado muy en serio aquella frase de Arthur C. Clarke, “la magia es ciencia que aún no entendemos”, y se ha lanzado a nuevas propuestas con resultados mixtos.
Mazey Day (Uta Briesewitz, 2016) empieza proponiendo un acercamiento realista y crítico al mundo de los paparazzi, el acoso y la sociedad del espectáculo, pero pincha en su giro argumental (aunque hay que reconocerle el riesgo) y se convierte en el episodio más flojo de la temporada con una deriva que no termina de convencer. La última entrega de la antología se cierra con Demonio 79 (Toby Haynes, 2023), que mantiene el shock del giro al ocultismo con un buen gusto estilístico y un punto cómico que le sientan realmente bien. Calificado como “Red Mirror” en sus créditos iniciales, deja claro la ruptura con sus predecesores en una decisión tan extraña como fresca.
El nuevo rumbo que ha tomado la serie es extraño y polarizante, pero queda claro que Charlie Brooker está encantado con su juguete nuevo. Y, aunque cabe dudar de lo acertado de esta decisión, está claro que ha recuperado nuestra atención cuando la antología parecía dar sus últimos coletazos. Estaremos atentos.
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