El consentimiento y el amor posesivo, las consecuencias de un sacrificio y lo que hacemos por amor.
Como bien dice uno de los personajes al final de la serie, La Maldición de Bly Manor no es una historia de fantasmas: es una historia de amor. Pero podríamos incluso decir que es una historia sobre el olvido y el sacrificio, sobre lo que es real y lo que es falso, sobre lo que es amor verdadero o amor tóxico… Todo tratado como una serie de terror, resultando en una historia compleja que nos hace sentir muchas emociones.
Avisamos que a partir de aquí se avecinan spoilers, así que proceded con cautela.
Bly Manor es la segunda antología de La Maldición del director Mike Flanagan, basada en la novela Otra vuelta de tuerca de Harry James, y cuenta la historia de una au-pair americana, Dani, que decide mudarse a Inglaterra para trabajar en Bly Manor cuidando y dando clase a dos hermanos huérfanos, Miles y Flora.
Esta segunda entrega comparte algunos de los temas que se tratan en Hill House, como la incapacidad de escapar nuestro propio destino o cómo la infancia puede afectar a una persona; pero se notan diferencias como que en Hill House teníamos a una familia de hermanos destrozada por la muerte de una madre y, en contraposición, en Bly Manor tenemos a un grupo de personas que, sin ser familia, forma una. Desde el principio comprendemos que Bly Manor va a ser completamente distinta a Hill House por su tratamiento de temas como…
Lo que hacemos por amor
El tema principal de la serie, cuando lo destilamos del todo, es lo que podemos llegar a hacer por amor. Peter Quint, Henry Wingrave, Viola Willoughby… Todos estos personajes harán lo que consideren necesario para poder estar con las personas a las que aman, llegando a condenarlas de por vida.
Fotograma de Bly Manor
En el caso de la mujer del lago, vemos que su desesperación por estar con su hija y que ésta la conozca y la recuerde, será lo que la convierta en una fuerza de la naturaleza y se pase el resto de sus días ahogando a personas en el lago. La traición de su hermana desencadenará su rabia, y por tanto, la maldición, pero el amor hacia su hija es lo que la mantendrá terca e insistente durante tantos años.
Todos los personajes bailan en esta fina línea: el tío de Flora y Miles no se acercará a sus sobrinos debido a la culpa que siente por su propia traición, pero no podrá alejarse de ellos del todo por ese amor que los une; Peter Quint buscará estar de por vida con Rebecca, pero la acabará condenando a una muerte injusta, traicionando así su confianza. El motor de todos los personajes es claramente el amor; pero la manera en que deciden actuar será lo que les diferencie, como por ejemplo Owen y Hannah Grose, que aún estando enamorados, nunca sacrificarán nada el uno por el otro; aceptarán sus destinos tal y como viene, con la cabeza agachada y resignados.
El consentimiento y el amor posesivo
En la trama de Peter Quint y Rebecca Jessel veremos, además, representada una historia sobre cómo el amor, por muy fuerte que sea, puede no librarse de ser tóxico. En cambio, personajes como Jamie y Dani serán la otra cara de la moneda: compartirán un amor basado en la comunicación y en el compañerismo. Ambas parejas se enamorarán locamente y desearán abandonar Bly Manor para pasar el resto de sus vidas juntas, pero el amor tan intenso y posesivo que existe entre Peter y Rebecca tendrá terribles consecuencias: en vez de liberarlos, los encarcelará en la mansión de por vida.
Peter utilizará la frase “It’s you, it’s me, it’s us” (“eres tú, soy yo, somos nosotros”) para poseer físicamente el cuerpo de Rebecca y engañarla haciéndole creer que así podrán permanecer juntos de por vida, pero lo que hará en realidad será condenarla a vivir en un recuerdo, además de llevarla a la muerte. Es una comparación preciosa cuando, puesta en una situación similar, Dani decidirá no poseer a Jamie. Años después, liberadas de los fantasmas de Bly Manor, Dani tendrá que tomar una decisión: morir o poner en peligro la vida de Jamie. Cuando esto ocurra y Dani se sacrifique, Jamie le rogará que la posea, dirá la frase “it’s you, it’s me, it’s us”, pero Dani jamás aceptará -aunque aceptar supusiera poder pasar más tiempo con Jamie-, porque Dani no la ama de forma posesiva: quiere que viva y sea feliz, aunque eso signifique hacerlo sin ella. Esto, además, conecta con otro de los temas relevantes en la serie: las consecuencias de un sacrificio.
Fotograma de Bly Manor
Las consecuencias de un sacrificio
Dani es un personaje muy bien definido desde el principio: sabemos que sus deseos nunca se verán cumplidos, porque cada vez que decide hacer algo que la beneficiaría únicamente a ella, sale perdiendo. Es claramente un personaje que sufre las consecuencias de sus acciones cómo lo hacían los personajes de las tragedias griegas: empieza en un punto terrible de su vida, ya que su pareja muere de forma inesperada, y Dani se culpa a sí misma. En cuanto las cosas empiezan a mejorar y Dani se siente a gusto en Bly Manor -siendo incluso capaz de encontrar el amor de nuevo-, todo vuelve a torcerse y Dani se ve obligada a aceptar su destino: jamás será feliz, porque su naturaleza siempre buscará proteger a las personas que quiere. Y en este caso, lo que tiene que hacer para proteger a Flora la condena de por vida.
Parece que, una vez acaba la historia, comprendemos que toda la serie nos traía a esto: a Dani sacrificándose por Flora y Miles, restaurando así la paz en Bly Manor. Estas consecuencias serán, finalmente, fatales además de injustas para los personajes, ya que ni Miles ni Flora recordarán nada de lo que vivieron en Bly Manor, convirtiendo el sacrificio de Dani en algo que sólo recuerdan, amargamente, los adultos.
Parece que Bly Manor consigue que el espectador realice un viaje emocional que no se esperaba, además de acabar con una sensación que nadie se imaginaba al ver una serie de terror: la de haber visto una historia de amor.
Fotograma de Bly Manor