Cuando te preguntan qué tipo de cine te gusta (la gente a veces hace este tipo de preguntas a traición, tranquilamente, como si te estuvieran preguntando cuál es tu color favorito), haces un repaso por tus películas favoritas tratando de buscar un patrón, identificar los géneros. ¿Dramas intimistas, comedias inglesas o thrillers oscuros?
Hay un tipo de cine, con sus propias reglas y convenciones, que probablemente ni se te pase por la cabeza como género porque solo vemos durante dos semanas al año: las películas navideñas.
Más allá del eterno debate de si La jungla de cristal (John McTiernan, 1988) es o no una película de Navidad, hay unos clásicos indiscutibles del cine festivo que se repiten año tras año en nuestras pantallas, y también novedades: las plataformas y las sobremesas de Antena 3 se encargan de que la rueda de producción de películas navideñas no deje de girar.
Así que, ya sean grandes clásicos del cine o el hit del último mes de Netflix, hay unas reglas, decíamos, en el cine navideño. Y donde hay convención, hay cliché, así que desde Milana vamos a repasar algunas lecciones que hemos aprendido de estas películas. Aunque avisamos: no sigáis estos consejos al pie de la letra.
1. La Navidad es el momento perfecto para declararse
Mark se preparó sus carteles para declararse a la mujer de su mejor amigo en Love Actually.
«Solo porque es Navidad, y en Navidad se dice la verdad»
Mark (Love Actually, Richard Curtis, 2003)
Primero, una aclaración: no seremos nosotros los que a las puertas del 2022 defendamos al señor de los cartelitos en Love Actually. Si estás enamorado de la mujer de tu mejor amigo tal vez no sea la mejor idea tenderle una emboscada en la casa que comparten y presentarte con carteles declarándole tu amor.
Pero sí seremos los que reconozcamos que Love Actually, por manida y algo desfasada que esté en algunas cosas, no deja de ser una de las películas que mejor representan ese espíritu navideño. Los personajes de las diferentes historias tienen su catarsis en Navidad, donde todos se ven empujados a enfrentarse a sus miedos y a sus deseos y se deciden a hacer algo al respecto. Así que sí, estas fechas son una excusa tan buena como otra cualquiera para declararte a la persona que te gusta.
2. Cuidado con los mercados de Navidad
«Chenchooooo»
Su abuelo y sus hermanos en La gran familia (Fernando Palacios, 1962)
Han pasado seis décadas pero muchos no hemos superado el trauma de ver a Chencho perderse en pleno mercado navideño de la Plaza Mayor de Madrid. La gran familia, ese clásico del cine español que muestra la vida de una familia numerosísima en los años sesenta, ha hecho que varias generaciones de niños no suelten la mano de sus padres y abuelos al caminar por calles abarrotadas. Pero no os preocupéis, y perdón por destriparlo: como buena película festiva, tiene final feliz.
Y quien dice de tener cuidado con los mercados, dice de tenerlo también con que tu familia no te olvide en casa: Chencho no es el único niño perdido y no podíamos no mencionar al pobre Kevin McAllister que se las ingenia como puede en Solo en casa (Chris Columbus, 1990).
Ι Leer más: 7 películas protagonizadas por niños para calentarte el corazoncito
3. Es el momento de cambiar de vida
Amanda Woods cambia de vida en The Holiday para las Navidades.
«Tomas millones de decisiones que no significan nada,
y un día pides comida para llevar y te cambia la vida»
Annie Reed (Algo para recordar, Nora Ephron, 1993)
Con el fin del año, es inevitable hacer balance de los últimos meses… y a veces se nos va un poco la mano.
En Algo para recordar todo comienza una Navidad: Annie está a punto de casarse y está segura de que esa estabilidad es lo que busca, hasta que escucha en la radio la historia de un hombre viudo que busca volver a enamorarse. El sentimentalismo navideño le remueve y la termina llevando a cambiar drásticamente de vida.
Lo mismo ocurre en The Holiday (Nancy Meyer, 2006), donde los personajes de Cameron Diaz y Kate Winslet tienen problemas con los hombres y deciden hacer un intercambio de casa (¡y continente!) que también les hace cambiar y… en fin: encontrar hombres nuevos.
Las Navidades, al fin y al cabo, son el momento perfecto para conocer a alguien: hasta Bridget Jones tuvo su meet cute cuando vio a Colin Firth con un feísimo jersey de renos (y cerró el círculo al final de la película con ese beso en bragas bajo las luces de Navidad de una calle nevada de Londres).
Así que ya sabes: si alguien te ofrece su casa para las vacaciones, no dejes pasar la oportunidad. Puede que un entrañable viudo de ojos verdes (los viudos son recurrentes en estas historias; parece que un hombre soltero es sospechoso) haga que te termines quedando en Inglaterra.
4. En Navidad, hasta la gente mala puede cambiar
Frank Cross es el jefe que no querrías en Los fantasmas atacan al jefe.
«Ha pasado porque es Nochebuena; durante unas horas nos comportamos
como la persona que siempre hemos querido ser»
Frank Cross (Los fantasmas atacan al jefe, Richard Donner, 1988)
Dickens lo dejó bien claro en su Cuento de Navidad: si hay una época del año que permita redimirse a los malos malísimos, esa empieza el veintitantos de diciembre. El cine navideño nos dice que todo el mundo entra en razón. Una de las muchas adaptaciones de Dickens, en versión ochentera y “billmurrayesca” es Los fantasmas atacan al jefe, donde un ejecutivo sin escrúpulos de una cadena de televisión recibe la visita de su antiguo jefe y otros fantasmas hasta que se da cuenta de que lo más importante es estar junto a los que quieres, y termina dando un discurso con el que dan ganas de ser mejor persona.
5. Y por último: nadie es un fracasado si tiene amigos
Todos se quieren al final de Qué bello es vivir.
«La vida de cada hombre afecta a muchas vidas. Y cuando él no está, deja un hueco terrible»
Clarence Odbody (Qué bello es vivir, Frank Capra, 1946)
Claro que Qué bello es vivir es ya un tópico de estas fechas, pero oye, de vez en cuando hay que recordarlo, porque es un buen momento para ver (o volver a ver) el clásico navideño por excelencia. Vivimos tiempos inciertos y de vez en cuando hay que recuperar la fe en el ser humano. La Navidad es el mejor momento para intentarlo, y si es con amigos, mejor.