Nuovomondo (2006) es una película que demuestra que no todo estaba dicho sobre la emigración italiana al continente americano. Su director y guionista, Emanuele Crialese, logró una manera personal y sensible de retratar la visión del mundo de los personajes, con sus esperanzas y sus anhelos, y así evitó caer en los clichés del maleante inmigrante que debe hacer de todo para sobrevivir.
Lo que me gusta de esta obra es que profundiza en la cosmovisión que trae el que viaja. Se sostiene de recursos fotográficos, pero sobre todo, metafóricos y oníricos. Es una apuesta arriesgada porque el conflicto que Crialese intenta representar es muy abstracto. Es el desarraigo. Así, a través de los sueños y creencias de una familia siciliana, revela la profunda verdad que guarda esa generación que emigró en tiempos de cartas de papel y barcos a vapor: la de haber quedado naufragando en un mar de promesas (que ellos creían de miel y leche).
¿Cómo lo ha hecho?
Fotograma de Nuovomondo
El guion comienza con la creación de un mito, las creencias de la familia y un médico curandero. Sobre este pilar se sostiene todo lo que luego será derrumbado en el destierro: la seguridad. Crear un mito al inicio es lo que hacen, por ejemplo, películas como Searching for Sugar Man (Malik Bendjelloul, 2012), que —aunque es un documental— sostiene la misma lógica. Lo intangible y misterioso se pone sobre la pantalla como una meta a la cual arribar, con un poder que lo terrenal conocido no puede alcanzar. Es único, inalcanzable, inigualable e irrepetible: es un mito.
Las creencias de esta familia siciliana y su visión de la medicina y la cura representan el valor más puro de la vida para ellos. Junto a Lucy (una mujer inglesa, refinada y soltera que llama la atención de todos), avanzarán por la sensación de la ausencia del hogar, de la pérdida de lo conocido, de volverse ajenos. Esa sensación se profundizará a medida que el barco se vaya alejando de la costa y se encamine aguas adentro.
Fotograma de Nuovomondo
Ese campo metafórico de creencias en la isla de origen se reemplaza por el campo de ilusiones hacia el nuevo mundo. Así transcurre la vida en el barco para las clases bajas: entre la realidad de sobrevivir hacinados y el trabajo interno de reemplazar la cosmovisión italiana por el de las esperanzas del nuevo mundo.
Frente a ese conflicto intangible como es el destierro, todos los personajes juntos conforman un personaje protagónico múltiple. Podría decirse que el protagonista es la familia como un ente, un Leviathan, y entre todos luchan ante el destierro, complementándose. Me arriesgaría a decir que el personaje principal no está encarnado por un actor o actriz sino por varios. Si así fuera, creo que es un acierto para esa temática y ese conflicto tan complejo, ilusorio e invisible de representar en la pantalla. Evidentemente, resalta la subtrama de amor no correspondido entre el padre de familia, Salvatore (Vicenzo Amato), y la inglesa (Charlotte Gainsbourg); sin embargo, el conflicto central no está ahí.
Fotograma de Nuovomondo
Una propuesta de matrimonio —sin amor, aunque con esperanza de que surja en el futuro por parte de Salvatore (de nuevo, las esperanzas)— nos resalta la poca libertad del contexto histórico concreto de entonces. Incluso para una mujer independiente, incluso en aquel soñado y moderno nuevo mundo. No, lo concreto no tiene sentido.
El guion deslumbra con un final impredecible, dentro de su propia tónica. Muchas cosas suceden como micro problemas que alimentan al conflicto central del destierro. El acuerdo matrimonial se consuma por una farsa que conviene tanto a la mujer como al hombre. ¿Es la esperanza de amor de un padre viudo? ¿Una nueva mamá para sus hijos? Lo que revela el autor no es amor romántico, es amor a la supervivencia. Sin juicios, sin religión, sin amor romántico, pero con un profundo deseo de vivir de todas las partes, como lo demuestra el chico sordo que por fin le salen las palabras. Lo concreto de la vida no tiene sentido, excepto la vida en sí. Para Crialese lo único que seguirá en pie en ese nuevo mundo serán las ilusiones, lo etéreo, lo intangible, la cosmovisión de cada quién que ordena el caos reinante y tira para adelante. En definitiva, el profundo deseo de estar vivos.
Fotograma de Nuovomondo
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