El otro día terminé de ver la serie Normal People (Lenny Abrahamson, 2020) y puedo decir sin miedo a equivocarme que es una de las series que más me ha gustado en mi vida, y (ojo que vienen spoilers) el final no pudo no recordarme a otra obra maestra audiovisual, La la land (Damien Chazelle, 2016). Normal People cuenta la historia de Connell y Marianne, un chico y una chica de Sligo, Irlanda, que comienzan una relación en su último año de instituto y van abandonándola y volviendo a ella durante su vida universitaria. Tanto La la land como Normal People hablan sobre relaciones amorosas en la juventud, lo terrible que es darse cuenta de que quererse no es suficiente, y lo difícil que es llevarlas a través de los errores que se cometen una y otra vez, y que con perspectiva parecen fácilmente evitables. Pero la perspectiva no es una de las virtudes que caracterizan a las personas enamoradas.
Pero por lo que estamos hoy aquí, y lo que también comparten las dos historias, es la decisión final de los personajes, una decisión extremadamente dolorosa... la de priorizar la búsqueda del éxito personal sobre mantener su relación sentimental. En Normal People la decisión deja posibilidades, aunque sean remotas, de que los caminos de los protagonistas puedan volver a cruzarse, mientras que en La la land destrozan nuestras esperanzas y corazones con un cartel en el que aparecen las palabras “5 años después”, y de repente Mia tiene marido e hija, y Seb tiene su ansiado local.
Fotograma de La La Land
Los momentos finales de ambas son especialmente difíciles para nosotros, los espectadores, que llevamos involucrados unas cuantas horas en la relación de esos dos personajes, y uno no puede dejar de pensar que deberían sacrificarlo todo por estar el uno con el otro, mientras que intenta no hacer mucho ruido con sus sollozos. Seb debería irse con Mia a París y Marianne a Nueva York con Connell, pero no lo hacen, y nos quedamos con cara de tontos en el sillón del cine o en el sofá del salón, frustrados con los personajes, o igual simplemente deprimidos porque al final lo único que les ha quedado a la pareja es una bonita y a la vez desgarradora sonrisa final. Y yo me planteo entonces una pregunta: ¿han tomado la decisión correcta, o es esto un error más de jóvenes amantes?
Aquí es donde entra otra obra maestra reciente de diferente origen, el regalo que Pete Docter y Pixar nos hicieron el año pasado con Soul (Pete Docter, 2020). Soul no es una película romántica, no tiene nada que ver en eso con La la land y Normal People. Pero en lo que sí que tiene que ver es en la búsqueda de lo que concebimos como éxito, lo que sacrificamos por ello y de lo que realmente importa en la vida. La reflexión que hace Soul sin articular palabras es que el momento en que alcanzamos el sueño para el que creemos estar destinados, nuestra mayor ambición, no es lo que le da sentido a la vida. No vamos a ser felices solo por haberlo conseguido, incluso puede no llegar a ser una experiencia catártica. Lo que creo que defiende Soul es que lo que verdaderamente importa es el vivir la vida en sí, experimentarla, y sentir las emociones que debas sentir en el proceso.
Fotograma de Soul
El mensaje que me llegaba desde Pixar me parecía que validaba el argumento de que los protagonistas de Normal People y La la land estaban cometiendo un error, estaban escogiendo el “éxito” personal, como lo hacía Joe Gardner, protagonista de Soul. Pero algo no me cuadraba, a pesar de lo que hacían Seb, Connell, Marianne y Mia, yo no estaba enfadado con ellos. Sentía frustración, sí, pero no por ello la película o la serie me gustaba menos. De hecho, todo lo contrario, me gustaba aún más.
Entonces lo volví a pensar, y me dí cuenta de algo clave… y es que yo no era los protagonistas de esas historias. Mia y Seb, y Connell y Marianne, toman las decisiones que toman (incluida la de dejar su relación), por vivir su vida, por experimentarla, a pesar de que eso signifique separarse por un tiempo o para siempre. Estaban haciendo lo que Soul te anima a hacer... vivir la vida sin obsesionarte, errando y corrigiendo por el camino. No existe la decisión correcta, y con la perspectiva de ser espectador y saber que los personajes que estás viendo están hechos el uno para el otro, es fácil criticar sus decisiones. Pero cuando nosotros tomamos nuestras decisiones no tenemos esa perspectiva, y nadie sabe cuál es la decisión “correcta”.
No hay respuestas definitivas, y si son errores o buenas decisiones las que se toman en estas obras es cosa de cada uno. Lo único que tengo claro es que el hecho de que una película o serie me haya hecho plantearme este tipo de cosas solo puede significar que es excelente. Por eso este artículo no es nada más que una carta de amor a Paul Gardner y a 22, a Mia y a Seb, y por supuesto a Connell y a Marianne.
¿Dónde puedes verlas?
Normal People (Starz), Soul (Disney +)