Crítica | ‘Ninja Turtles: Caos mutante’ y cómo seguir siendo adolescente
Esta crítica de Ninja Turtles: Caos mutante no contiene spoilers
En la ficción hay todo tipo de ideas que funcionan. Algunas necesitan tiempo a fuego lento para calar en nosotros, otras entran a saco y nos conquistan en cuestión de segundos. Y también las hay capaces de llevarnos a su terreno solo con un concepto absurdo y divertido. Cualquiera que haya puesto un pie en este mundo desde finales de los 80 sabe cómo son. Una aplastante mayoría podría decir que sus nombres son Raphael, Donatello, Leonardo y Michelangelo, y no pocos más han disfrutado alguna vez de alguna de sus versiones, ya fuera en cómic, televisión o cine.
El público más joven lleva de enhorabuena en este aspecto un par de semanas, ya que las tortugas más famosas de la ficción han vuelto a la gran pantalla para revitalizar de nuevo su mitología. Ninja Turtles: Caos mutante (Jeff Rowe, 2023) está en cines, y nosotros solo podemos recomendarla tanto a fans de toda la vida como a cualquiera que simplemente se quiera asomar a ver qué tienen que ofrecer las criaturas que habitan en las alcantarillas de Nueva York.
Tortugas ninja adolescentes… de ahora
Los personajes, el mundo y la propia naturaleza de las Tortugas ninja han cambiado drásticamente a lo largo de los años, unas veces para mejor, y otras no tanto. Lo que empezó siendo un cómic camp y violento con influencias de Jack Kirby se transformó en poco tiempo en una serie infantil donde todo debía adaptarse a su nuevo público...
Y así sucesivamente. Cada nueva versión de estas simpáticas tortugas se ha enfrentado al reto de mantenerse fiel a lo que las hace especiales, mientras que se amoldaba al público infantil de ese momento (ya sabemos que se puede disfrutar de algo así independientemente de la edad, ¡pero había que vender juguetes!).
Fotograma de Ninja Turtles: Caos mutante
De este modo, las Tortugas ninja no son, ni pueden ser, en el caso de Ninja Turtles: Caos mutante, las mismas que las de su segunda película más popular, Las Tortugas Ninja (Steve Barron, 1990). El guion, de la mano de Seth Rogen, Evan Goldberg, Brendan O’Brien, Dan Hernandez, Benji Samit y el propio Jeff Rowe, hace una labor excelente a la hora de encontrar las voces del cuarteto protagonista.
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Las aspiraciones, gustos y forma de hablar de estas nuevas Tortugas logra esa quimera de adaptarse a su tiempo manteniendo el espíritu de la obra original (o, por lo menos, la que hizo tan populares a las Tortugas ninja). Si bien es cierto que hay ocasiones en las que los diálogos podrían pasarse un poco de frenada (como si los guionistas señalaran muy fuerte a la pantalla diciendo: “¡Generación Z, esto es para vosotros!”), es refrescante ver cómo Caos mutante encuentra su voz, consiguiendo no solo una gran adaptación y primera entrega de una nueva saga, sino una película con un carácter único y especial por méritos propios.
Mutantes que rompen el molde
Fotograma de Ninja Turtles: Caos mutante
Esta manera particular de hacer las cosas no se reduce únicamente a la caracterización de los personajes. Quizá haya decidido dejarlo para el final porque es el acierto más evidente y celebrado de Ninja Turtles: Caos mutante, pero la película de Rowe entra de mil maravillas por los ojos.
Desde que Spider-Man: un nuevo universo (Rotham, Ramsey, Perschietti, 2018) sacudiera por completo el cine de animación con su identidad visual única, la industria no parece tan centrada en los universos de texturas hiperrealistas cortesía de la agenda de Pixar. La mezcla de estilos, con diseños más estilizados y paletas de colores arriesgadas parecen la decisión por defecto hoy en día en las superproducciones más recientes, y Caos mutante no es un caso aparte.
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Sin embargo, sería enormemente reduccionista decir que Caos mutante se limita a seguir una moda. Aunque sigue las tendencias en la industria para su propio beneficio, la virtud de las decisiones de Rowe y su equipo artístico es que no se limitan a imitar lo que ha funcionado, sino que han sabido trasladar lo que hacía única la identidad de Un nuevo universo (y sus sucesoras artísticas) para dibujar un mundo excepcional en el que colocar a cuatro tortugas que, por lo que sea, son maestras del ninjutsu. Todo es rápido, sucio, errático (en el mejor de los sentidos), como si al trabajo de todo un equipo se le hubiera aplicado el filtro de lo que dibuja el público objetivo de la película en los márgenes de sus libretas.
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