Esta es una crítica sin spoilers de Poker Face.
Hace mucho que no se escucha esa frase —ya convertida en meme— por parte de directores y creadores para televisión, aquello de: “esto no es una serie, es una peli de diez horas”. Y es que los tiempos en los que trabajar en un serial se consideraba poco menos que bajar al fango han dado paso, afortunadamente, a una época en la que aceptamos que ningún medio es mejor ni peor, sencillamente, diferente.
Pero sería ingenuo pensar que todas las series pertenecen a la misma categoría. Las procedimentales, esas con una estructura de capítulo más bien cerrada de antemano, en las que lo importante no es tanto la historia de la temporada en sí, sino lo que ocurre en cada capítulo, parecen ser las hermanas menores de las otras, aparentemente con más historia y profundidad detrás. Quizá por eso sea tan refrescante ver a profesionales con tanto peso en la industria y maña para contar historias como Rian Johnson y Natasha Lyonne reivindicando estas últimas con su serie Poker Face (Rian Johnson, 2023).
Aunque llevaba un tiempo estrenada en Estados Unidos, la semana pasada por fin llegó a nuestras pantallas a través de SkyShowtime, y en este artículo os contamos por qué deberíais ver esta serie de asesinatos que tiene mucho de procedimental y muy poco de película larga. Actualmente solo hay tres capítulos, pero los siete restantes se irán estrenando semanalmente en la plataforma.
Una detective de andar por casa
De primeras, cualquiera podría pensar que una buena historia de asesinatos vive y muere por la calidad del misterio. Pero, aunque no andaríamos desencaminados del todo con ese razonamiento, hay algo aún más importante: un buen personaje principal que nos guíe a través de la investigación.
No siempre tiene por qué tratarse de un policía o investigador privado. Ese es el caso de Charlie, una mujer carismática, desenfadada y un poco desastre. También tiene un don curioso: siempre sabe cuándo alguien está mintiendo. Esta habilidad sobrenatural no facilita tanto las cosas como cualquiera podría pensar en un principio, y es que la propia Charlie lo comenta en el piloto de Poker Face: «Lo más difícil es averiguar por qué. Por qué miente alguien».
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Las pesquisas de Charlie son muy de andar por casa. Las piezas del puzle encajan para ella a medida que extrae pistas de lugares poco comunes a la vez que familiares para investigaciones de este tipo. Puede ser un fragmento de una conversación, un rastro extraño o algún elemento característico del lugar donde se desarrolla el misterio, pero Charlie acaba abriéndose camino hacia la verdad gracias a su ingenio y carisma. Y lo mejor de todo: su intuición para descubrir cuando alguien miente nunca llega a parecer trampa, es un mero atajo hacia una verdad que ya conocemos.
Fotograma de Poker Face
Fórmula, fórmula y fórmula
Y esto último es muy importante, porque los aciertos de Poker Face no se reducen a su protagonista. En la estructura episódica y vertical que comentaba en la introducción de este artículo es donde reposa gran parte del peso que permite a esta serie crecer y tener una atmósfera única.
Todos los capítulos de Poker Face comienzan mostrándonos cada detalle de lo que cualquier serie de misterio dejaría para el final: cómo se ha desarrollado exactamente el crimen. El quién, el cómo y el por qué se nos ponen de frente de manera tan clara que es imposible no jugar a adivinar cómo se las ingeniará Charlie para descubrir la verdad, o qué se convertirá en una pista y qué pasará desapercibido en su investigación. La propuesta de la serie no es que nos enganchemos a la pantalla para rascar nuestra curiosidad respecto a qué ha pasado, sino que nos seduce viendo cómo Charlie se desenvuelve en el entorno de cada misterio, avanzando de manera ingeniosa y totalmente particular.
Porque Charlie tiene una implicación personal en cada caso que plantea la serie. No es una especialista a la que nadie llame, simplemente está en el momento indicado para resolver el misterio. Ya sea por cercanía a la víctima o por su sentido de la justicia, Charlie interviene para marcharse a cualquier otro sitio donde buscarse la vida (aunque probablemente en el siguiente pueblo le vuelva a esperar un asesinato).
Rian Johnson y el equipo de guionistas de Poker Face han sabido qué teclas apretar para hacer una serie de asesinatos atrevida y diferente, pero que da lo que el público espera. Su fórmula no siempre funciona tan bien como cabría esperar, pero la dirección y el mundo en el que se desarrolla cada capítulo bien merecen una oportunidad.
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