Park Chan-wook es de aquellos que piensan que el thriller policíaco es un cine para investigarnos a nosotros mismos. El detective es un buscador por naturaleza, alguien que constantemente se pregunta, que duda y se sorprende en la misma medida que lo hace el director. Cuando un policía entiende cómo funciona la mente de un criminal entiende la sociedad en la que nace, y cuando busca la verdad sobre un caso lo que se encuentra es una verdad sobre sí mismo. Con Decision to leave, Park Chan-wook investiga y disfruta chapuzándose en las incongruencias que surgen de preguntarse sobre el amor, la violencia y el sexo de una forma mucho más contenida, sincera y sensible que en sus anteriores obras.
Es uno de esos directores, al estilo del irlandés Martin McDonagh, que busca imágenes contradictorias en su esencia y construye películas alrededor de ellas para entenderlas, o al menos, intentarlo. Un policía y una sospechosa que, esposados el uno al otro, se rozan discretamente la mano. O una mujer que, tras un hombre que se asoma ante un precipicio, sería tan capaz de empujarlo como de darle un abrazo. En ese juego se mueve la película y en ese brillan el director y la guionista ya habitual Jeong Seo-Gyeong —Sympathy for Lady Vengance (2005), Thirst (2009), La doncella (2016)—.
Decision to leave, una obra maestra entre el mar y la montaña
«A la montaña van los buenos y al mar van los sabios», nos dice la película. O al mar van las malas personas y a la montaña los ignorantes, si preferimos entenderlo así. Decision to leave pone a bailar ambos elementos de la naturaleza, los contrasta en localizaciones y texturas durante toda la película, perdiendo a los personajes entre un lugar y otro como el cuadro que respalda a la sospechosa principal. Según los ojos que lo miren, como aquel vestido verde y azul, habrá quien encuentre montañas y habrá quien encuentre el mar. Porque si Decision to leave es algo, es un juego de perspectivas.
Fotograma de Decision to leave
Como si fuera un cuadro de Picasso, Park Chan-wook sabe jugar con la perspectiva componiendo planos entre espejos, reflejos y pantallas, mostrando una realidad constantemente desdoblada, como si gritase que si queremos encontrar una respuesta única e inequívoca en su película, no lo haremos. Los puntos de vista de los personajes son tan contradictorios como sus emociones: los lugares que observan y desde donde observan, aquello que dicen y aquello que escuchan… Todas las perspectivas se pliegan unas sobre otras en la misma medida que lo hace el propio thriller. Park Chan-wook no salta entre géneros, sino que mece olas de misterio, melodrama y comedia en un mismo mar en el que todo fluye de manera extrañamente natural.
Más que mezclar deliberadamente géneros, mi intención es escapar de sus límites.
Park Chan-wook
En Decision to leave la estructura, el montaje, el sonido y hasta el racord componen un puzzle de planos que nos recuerda a aquella maravilla que fue Sherlock (Steven Moffat y Mark Gatiss, 2010-2017). Pero si en ese caso la coherencia del montaje intentaba plasmar el complejo y privilegiado cerebro de Holmes (Benedict Cumberbatch), aquí intenta reflejar el corazón del detective.
Por tanto, no es de extrañar que, dictado por algo tan visceral e inestable como la emoción, Decision to leave solo conmoverá a aquellos que derriben sus defensas y se dejen llevar por algo que al principio no entenderán, pero que al final parecerá tan sólido como inevitable.
Fotografía del rodaje de Decision to leave (CJ ENM)
Uno de los mejores finales que he visto en años, un uso de la comedia totalmente genuina y una puesta en escena tan confusa como profundamente milimétrica. Decision to leave es una obra que merecidamente se ha llevado la Mejor Dirección en Cannes —tercer premio del director en el festival— y que habría supuesto la mejor baza para llevarse a Corea el segundo Oscar en la historia del país. Aunque la academia haya decidido dejarla tristemente de lado, Park Chan-wook no solo realza el ya consagrado cine coreano en el panorama internacional, sino que además deja clara su fantástica capacidad de reinventarse. En un temprano 2023 ya podemos decir que es un gran año para el cine.
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