Un monasterio en mitad de un acantilado, convertido en internado para jóvenes conflictivos; una logia oscura y esotérica, rituales, posesiones, Dulceida con las oposiciones de bibliotecaria… mamá, échame la matrícula.
El Internado: Las cumbres (Laura Belloso, 2021) se estrenó en la plataforma Prime Video el 19 de febrero. El proyecto nace como reboot de El Internado Laguna Negra (Daniel Écija, Laura Belloso, Juan Carlos Cueto y Rocío Martínez-Llano, 2007-2010), una de las series más míticas de Antena 3. Este nuevo internado prometía traer de vuelta a nuestras pantallas el aura de misterio que nos envolvió en los 2000. Y lo hace, aunque no con pocos cambios.
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Aviso: se acercan spoilers.
Fotograma de El Internado: Las Cumbres (Prime Video)
Desde que se anunció el proyecto, el entusiasmo y las dudas se extendieron a partes iguales entre los seguidores de la serie original. Se especuló mucho sobre si de verdad sería un reboot al uso o si se acercaría más a un spin off o una secuela, pero nada más lejos de la realidad. La serie se desbanca totalmente de su predecesora, y lo deja claro desde el primer minuto. Iván y Julia, personajes a los que dieron vida Yon González y Blanca Suarez, aparecen como un guiño a los fans, indicando que las dos ficciones comparten un mismo universo con historias completamente independientes.
El Internado Las Cumbres se erige amenazante sobre un precipicio como algo más cercano a un reformatorio que a un instituto, un monasterio con aires carcelarios destinado a reinsertar, con métodos muy cuestionables, a lo mejorcito de cada casa. Los protagonistas se nos presentan en mitad de un intento de fuga, el cual funciona como detonante de todos los misterios que nos acompañarán a lo largo de la temporada. El escape se lleva a cabo con éxito (más o menos), pero uno de los personajes es secuestrado por una extraña figura enmascarada que recuerda a los médicos de la peste negra. A partir de ahí, descubriremos que el internado es mucho peor de lo que parece. Una secta de alquimistas, el sacrificio ritual de una niña virgen, visiones de ultratumba, presencias demoníacas, experimentos… la cosa promete.
Fotograma de El Internado Las Cumbres (Prime Video)
A diferencia de su predecesora, encorsetada en una duración y unos códigos obligados por ser hija de su época, El Internado Las Cumbres se introduce de forma más explícita en el misterio y lo sobrenatural. El tono da un claro volantazo hacia el terreno del terror, un campo vasto y, por desgracia, muy poco explorado en nuestro país en lo que a televisión se refiere.
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Por otro lado, el ambiente adolescente recuerda al de otras producciones españolas que han causado una verdadera fiebre entre la nueva generación, como la conocida Élite (Carlos Montero, Darío Madrona, 2018) Si bien me cuesta entrar en algunas dinámicas del tono, es indudable que esa performatividad de la vida adolescente funciona como un tiro entre la juventud, y que quizás simplemente me estoy convirtiendo en un viejo cascado.
No obstante, sí que hay algunos roces claros en su visionado. Todo parece moverse con el objetivo de que la trama avance con cierto efectismo, y se echa en falta el trasfondo de los personajes y el tiempo y el cariño suficientes para sentarte a empatizar con ellos. Los misterios son interesantes y se plantean en abundancia, aunque todo parece tardar en arrancar realmente y da la sensación de estar frente a una introducción que puede pasarse de larga.
Fotograma de El Internado Las Cumbres (Prime Video)
Conoces suficientes pinceladas de los personajes para que te interesen, pero nunca llegas a saber en profundidad quiénes son ni cómo han llegado allí más allá de referencias anecdóticas. La trama de la logia del nido del cuervo es interesante, y el imaginario alquimista y sectario le va muy bien al tono de la serie, pero nunca llegamos a percibirlo más allá de la superficie hasta los últimos minutos de la temporada. También crece en atractivo la trama de Inés, la extraña hija del director que sufre amnesia, visiones terroríficas y un pasado que parece guardar relación con la logia; pero de igual modo se cierra con más incógnitas que suelo firme.
Pese a estos baches, hay que reconocer que la serie funciona y cumple las expectativas que había generado desde las primeras noticias. La segunda mitad consigue mejorar el ritmo y encauzar elementos que se arrastraban con cierto tedio, y los últimos episodios se suceden de forma frenética consiguiendo que quieras ver más. Todas las cartas se ponen sobre la mesa y se reafirma la sensación de que se ha construido un universo mucho más extenso de lo que nos podía parecer en un principio. Ya hay una segunda temporada confirmada para 2022, y la audiencia ha acabado con ganas de volver a visitar el nido del cuervo.