Cuando murió Isabel II con la última temporada de The Crown aún en desarrollo, muchas nos preguntamos si Peter Morgan, que siempre había afirmado que su serie no llegaría hasta la actualidad, cambiaría de idea. ¿Cómo omitir el final de la vida de la monarca cuando se había producido tan (perdón) oportunamente justo antes de que concluyera la ficción que la adapta? Pero, a la vez, ¿cómo tratar adecuadamente el fallecimiento que había conmocionado a tanta gente hacía tan poco tiempo? Lo quisiera o no, el reto ya le había sido declarado. Aunque tenía uno mucho más importante: ¿lograría la serie volver a ser lo que era antes de decir adiós?
Aprovechando que ya ha pasado suficiente tiempo del estreno de la sexta temporada para que cualquiera se haya puesto al día, hoy queremos despedir The Crown recordando ese último episodio que tanta expectación generó.
Operación London Bridge
«Cómo crear un final (…), cómo hacerlo cuando realmente no pasó nada. (…) Teníamos que construir narrativamente un episodio en el que te sintieras genuinamente satisfecho de haber llegado al final, aunque estuviéramos a 20 años del verdadero final»
Peter Morgan
No, Morgan no cedió en su reticencia de llevar a la pantalla los últimos días de la reina, pero encontró una forma elegante y muy inteligente de hablar no sólo de su muerte, sino también de su legado, y satisfacer así las inquietudes que los recientes acontecimientos habían generado en sus espectadores.
El terreno ya se había empezado a sembrar en los episodios previos, con la muerte de la princesa Margaret en el emotivo Ritz (6×08) y la celebración del Jubileo de Oro de la reina. Pero Sleep, dearie, sleep (6×10) es el que enfrenta por fin a Elizabeth a su mortalidad cuando sus consejeros insisten en que planifique la Operación London Bridge, nombre en clave del operativo que se llevaría a cabo tras su fallecimiento. Forzar a su protagonista, aún en plenas facultades, a reflexionar e imaginar su muerte puede ser mucho más estimulante que verla morir. Y, como poco, eso le permitió a Morgan recrear parte del auténtico funeral de Isabel II, incluyendo el conmovedor lamento del gaitero “Sleep, dearie, sleep”, y conectar el final de la serie con el final real de la vida de la reina sin necesidad de mostrarla en sus horas más bajas.
Fotograma de Sleep, dearie, sleep (6×10)
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Las elecciones sobre los detalles del funeral que no llegará a ver llevan a Elizabeth a tomar decisiones de mayor trascendencia al preguntarse, por un lado, cómo quiere pasar sus últimos años y, por otro, qué dejará cuando se vaya. Por ello da su aprobación al segundo matrimonio de su heredero y se plantea por primera vez en firme la posibilidad de abdicar. Así se retoma el principal conflicto del personaje, la incompatibilidad entre Elizabeth Windsor y Elizabeth II, que nos remite a la mejor The Crown, la del principio.
Mirar atrás para decir adiós
En una de las escenas más emotivas de Sleep, dearie, sleep, Elizabeth se pelea con un proyector para volver a ver las cintas de vídeo que resumen su vida. Es sólo una de tantas rimas entre este último episodio y el primero de la serie, en el que su padre le regalaba una cámara de vídeo para que «no se perdiera nada». Más llamativo es que ambos traten sobre cómo dos monarcas se enfrentan a su inminente muerte y a las responsabilidades que se derivan de ello, o que eso coincida con las bodas de sus herederos, o que incluya una escena musical para avivar las emociones. Pero lo que más resuena con el inicio de The Crown es que recupera el tono épico, aquel misticismo que la monarquía lucha por conservar: vuelve la honorable gravedad del deber.
Fotogramas de Sleep, dearie, sleep (6×10)
Elizabeth duda entre cederle a su hijo la corona y revivir a la persona que fue —y que se vio obligada a enterrar junto a su padre— o seguir al servicio del reino hasta el final de sus días, como prometió. Y aunque regresan para debatirlo sus versiones más jóvenes —encarnadas por Claire Foy y Olivia Colman—, la decisión ya la conocemos. La monarquía puede intentar quitarse el polvo y aceptar actualizaciones menores, pero será siempre una institución del pasado y eminentemente conservadora. «Es un símbolo de permanencia», le dice una de las reinas jóvenes, no va a cambiar. Así que las palabras de la reina Mary pesan ahora tanto como en la primera temporada: «la Corona siempre debe ganar», Elizabeth será reina hasta el final.
Lo que sí ha cambiado, por desgracia, es la maestría para sugerir, para dar a entender el mensaje sin explicitarlo nunca, que caracterizó las mejores entregas de The Crown. El temor a que los temas de la serie no queden claros al final ha cristalizado en un último capítulo con diálogos demasiado explicativos. Pero a pesar de no llegar a los elevados estándares del principio, la serie, que había empalidecido en su tercera etapa, ha sabido recuperar su esencia y remontar antes de despedirse, reencauzándose en la figura de Elizabeth II después de muchos episodios lejos de ella. Distanciamiento que, por otra parte, era necesario para estudiar a sus sucesores y explicar este final: por qué Isabel es la última monarca del tipo de monarquía que retrata The Crown.
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Subject to decay
Fotograma de Sleep, deearie, sleep (6×10)
Peter Morgan asegura que, después de escribir 60 episodios sobre la monarquía inglesa, sigue sin tener claro qué piensa sobre el tema. The Crown ha navegado entre la crítica, la compasión y cierta admiración hacia sus protagonistas y el sistema que los ampara, aunque creo que en general le ha hecho un favor a la popularidad de los miembros de la familia real británica más que perjudicarla. Sin embargo, es consciente de que la institución, cada vez más debilitada, podría no sobrevivir a Isabel II muchos años más. Si la monarquía es un símbolo que debe trascender a la persona, máxima en la que ha insistido la serie hasta este último episodio, el símbolo ha muerto con la reina. Morgan lo acepta al reconocer en boca del príncipe Philip que los herederos de Elizabeth no están listos, ni lo estarán.
«Tú naciste preparada. Eres única. Por el contrario, esta panda… Lo bueno es que no es nuestro problema. Aquí estaremos tú y yo, justo debajo de esta losa. Nunca escucharemos los gritos desde ahí dentro».
Príncipe Philip
Por eso, después de 7 años, The Crown dice adiós con el lamento del gaitero sonando por Lilibet Windsor, por la reina Elizabeth II y por la propia Corona. Y, por si cabía alguna duda, cita a John Dryden:
«All humane things are subject to decay
And, when Fate summons, even Monarchs must obey».
(Todo lo humano está sujeto a la decadencia
Y, cuando el destino llama, hasta los monarcas deben obedecer).
A ver si acierta.
Me ha encantado tu análisis, aún sin haber visto la serie al completo,sobre todo el alegato final.
😊