Puedes huir, pero los problemas siempre terminan por alcanzarte. Y más si lo que quieres es olvidar Euskadi, donde te has quedado sin trabajo, sin novia y sin nada que hacer y vas a caer a un pueblo de Argentina en el que idolatran a los vascos y te reciben con aurreskus.
El vasco, dirigida por Jabi Elortegi, se estrenó en cines el pasado fin de semana tras pasar por el Festival de Cine de San Sebastián. Hablamos con Xabi Zabaleta, guionista, que nos da cuatro claves de la película.
1. La idea
“Se me juntaron dos ideas para hablar de la memoria”, explica Zabaleta. Por un lado, a través de su propia experiencia personal —su abuela sufrió Alzheimer—, pensó que siempre se había contado con mucho dramatismo cómo se vive una situación tan dura, pero no se habían reflejado esos momentos divertidos que también afloran.
Por otro lado, tanto el director Jabi Elortegi como él habían hecho viajes a Argentina en los que se habían encontrado muchos vascos de tercera y cuarta generación, que no habían pisado nunca Euskadi pero mantenían muy viva la cultura vasca y todas las tradiciones, incluso lo idealizaban.
“Me gustó ese contraste: alguien que ha perdido la memoria frente a gente que se esfuerza mucho por mantenerla viva a toda costa”, explica. “Por aquel entonces todavía no había salido 8 apellidos vascos (Emilio Martínez-Lázaro, 2014) y pensamos que ese choque cultural no estaba nada explotado”. Así nació la película.
2. Levantar una película
Fotograma de El vasco
Eso fue hace una década. ¿Estuvo diez años en un cajón? “Pasó por varios cajones”, dice Zabaleta. “Estuvimos a punto de sacarlo adelante con varias productoras de Madrid, pero con el boom de 8 apellidos vascos querían hacerlo más parecido a eso, quitar las partes más emotivas, las partes en euskera… pero nosotros nos mantuvimos firmes. Al fin y al cabo esas dos cosas eran importantes: el euskera es una de las cosas que nos hace vascos, y las partes más emotivas eran las que daban profundidad a la película, aunque todo ello le quitase algo de comercialidad”.
Cuando pasó un poco ese tirón de 8 apellidos vascos, en una de esas reuniones que se producen en el marco del Festival de Cine de San Sebastián, se juntaron con un productor argentino que se interesó por el proyecto. Su mujer era descendiente letona —”todo el mundo es descendiente de algún sitio en Argentina”— y se sintió identificado.
“A partir de ahí arrancamos”, cuenta el guionista, “aunque el proceso fue complicado: el covid impactó mucho en Argentina, que ya de por sí es un país donde es complejo recibir ayudas, con una economía que fluctúa mucho… También fue difícil cuadrar calendarios con Eduardo Blanco, que tenía otros rodajes. Costó pero finalmente la sacamos adelante”.
3. Lo vasco y lo universal
Fotograma de El vasco
El vasco confirma un poco lo que ya sabíamos: lo local es universal. “Con Jabi Elortegi, el director, hacíamos la broma de que al terminar íbamos a tener que hacer El gallego, luego El italiano… porque nos hemos dado cuenta de que hay mucha gente que se identifica con este tema de buscar las raíces, y de estar evocando algo que ya no existe, que te han contado y tú no conoces… es algo universal”, explica Zabaleta.
Es verdad que en los últimos años hemos visto muchas ficciones sobre vascos. Pausoka Entertainment, la productora de la película, es la que produjo en su día Vaya semanita. “Sí nos han dicho de otros sitios que los vascos tenemos una gran capacidad para reírnos de nosotros mismos. Nos decían que no todos los lugares admitirían una película que empieza con un «Odio Euskadi» como comienza esta. Supongo que lo hemos pasado mal durante años y tenemos ganas de reírnos”.
El vasco hace un homenaje a esos vascos que emigraron, pero también a todos los demás migrantes. Siempre parece que los inmigrantes son otros, y se nos olvida que nosotros también lo hemos sido. “La inmigración está muy presente en nuestro mundo ahora mismo. Ahora les toca a otros, pero nosotros también hemos sido inmigrantes por diferentes razones a lo largo de la historia. Creo que esta película puede ayudar a empatizar en ese sentido”.
4. Reírnos del drama
“Arantxa Cuesta —coguionista— y yo somos muy seguidores del cine argentino, y nos gustan las comedias tristes más que las comedias disparatadas”, dice Zabaleta. La lágrima está siempre más cerca de la risa de lo que pensamos, y los guionistas de El vasco trataron de buscar ese precario equilibrio entre una y otra.
“Tuvimos muchas dudas en cuanto al tono; más comedia, menos comedia, si en momentos dramáticos un chiste iba a ayudar o iba a romper la atmósfera. Nos preocupaba mantener el raccord emocional de los personajes. Incluso en el montaje la película cambió mucho. Creo que nos ha salido una película muy vasca pero también muy argentina”.
“Al final siempre parece que las historias muy personales, o las que tratan temas duros, deben ser dramas muy serios. Pero con la comedia también se pueden lanzar mensajes importantes. Tal vez, a través de la risa, podamos reconfortar a alguien que ha tenido un familiar con alzheimer; hacerle sentir menos solo”.
Ι Leer más: 10 comedias españolas de la última década que tienen algo especial