Tras Con el viento (2018), Meritxell Colell repite con Mónica García como protagonista en su nueva película, Dúo. Es la historia del viaje de un matrimonio por el sur de Argentina en el que van, pueblo a pueblo, mostrando su espectáculo de danza en un mundo desconocido.
Hemos hablado con la directora sobre su proceso creativo, la soledad, el trabajo con los cuerpos y la danza.
¿De dónde surge la idea de Dúo? ¿Cómo fue el proceso de escritura?
La película surge de un doble lugar. Por un lado, del deseo de seguir trabajando con Mónica García, con quien ya había trabajado en Con el viento (2018). Queríamos seguir explorando un personaje que había sufrido una transformación tan fuerte. De ahí surgió la pregunta de quién es una persona después de pasar por una transformación así y de si es posible o no recuperar la vida que tenías antes. Muchas veces esto te cuestiona y te quedas sin un lugar en el mundo. La premisa era ver cómo la relación que tenía Mónica, la protagonista, se había podido transformar.
Quería hablar de la crisis de una relación y de cómo amar, muchas veces, tiene que ver con saber soltar y saber decir adiós. Te cuentan muchas historias sobre separaciones y crisis, pero suelen estar llenas de grandes discusiones y momentos pasionales. Yo quería explorar lo que pasa cuando incluso eso ha muerto.
Un gran referente en ese sentido es Te querré siempre (Roberto Rossellini, 1954). A mí me surgió esa idea del viaje como un desplazamiento que hace que cada uno se cuestione a sí mismo, su relación amorosa y su relación con el mundo.
Dúo (Fuente: Atalante)
En la película se exploran distintas formas de expresarse más allá de las palabras. Esa discusión que nunca llega, todo lo que no se dice... Con silencios, pero también con la danza y el cuerpo. ¿Cómo has trabajado esta expresión a través de los cuerpos y del movimiento?
Para mí el cine es el arte de los cuerpos. En ese sentido, es muy próximo a la danza. Deleuze dice que el cine son bloques de movimiento-duración. Yo quería trabajar el guion desde ahí, de pensar cómo esos personajes se mueven interior y exteriormente.
Cuando uno deja espacio al silencio también deja espacio a los gestos, las miradas… Y eso permite no encerrar lo que está pasando en los personajes en un significado físico. No es que estén enfadados, ni tristes, sino algo mucho más complejo. A veces las palabras no bastan para transmitir lo que nos está pasando por dentro.
Para esto fue clave trabajar con Mónica García y Gonzalo Cunill (protagonistas) durante tres semanas en una residencia artística. Allí concebimos el dúo que ellos bailan, lo que generó un material sobre el que trabajar. Ellos se conocieron a través del cuerpo. Crearon una obra de danza que generó entre ellos un lenguaje no verbal muy fuerte que comunica muchísimo.
Dúo (Fuente: Atalante)
También ronda la idea de sentirse solo aún estando acompañado. ¿Buscabas hablar de la soledad?
La soledad es algo que estaba ahí. Es precisamente cuando te sientes solo estando acompañado cuando te das cuenta de que esa relación ya no es. Hay una evolución en la protagonista, una toma de consciencia de esa soledad que le hace dar un paso a estar sola también físicamente. Atravesar la soledad te ayuda a transformarte y encontrar otro lugar en el mundo. Ese es uno de los porqués de la elección de este territorio, porque la inmensidad hace más plausible el silencio.
¿Qué esconde el título, Dúo, más allá del dúo en escena que interpretan los protagonistas?
Dúo tiene que ver con el dúo que escenifican, pero también con la pareja. No es ‘dos’, que es uno más uno. Es un ‘nosotros’, como pareja. También hay un dúo en el doble viaje. El viaje físico y el viaje emocional. La idea del dúo también tiene que ver con la dualidad. El territorio donde se desarrolla la película es un territorio andino, donde la cosmovisión se basa en la dualidad. No hay luna sin sol, no hay hombres sin mujeres… Esa dualidad hace posible la existencia.
Dúo (Fuente: Atalante)
La película cede mucho espacio a retratar un lugar concreto y una forma de vida.
Eso es esencial. El cine tiene que estar atravesado por la experiencia, y no hay experiencia sin un acercamiento a la realidad. Para mí, el cine es un lugar de encuentro con la realidad. Así que cuando descubro algo, qué menos que retratarlo. Hay una parte política de la película que quiere dar visibilidad a territorios que están completamente invisibilizados. También quería que fuera un cuestionamiento en sí mismo sobre lo que hacemos. Cómo, desde dónde, por qué, para quién. Los personajes se lo plantean y nosotros como cineastas también nos lo planteamos.
Queríamos retratar el ser extranjero e irte aproximando a una realidad. La forma que encontramos fue desde lo cotidiano. Por eso hay toda esa línea argumental de cómo Mónica conecta con su madre, con su abuela. Es en el gesto cotidiano donde las mujeres encuentran un lugar que las remite a su infancia.
¿Cómo fue el proceso de entrar en esa comunidad siendo extranjeros?
Realizamos cinco viajes de documentación para poder conocer a las personas y los lugares, generar confianza. De hecho, las partes en Super 8 están rodadas en esos viajes previos al rodaje.
El proceso tuvo sus dificultades. Esas comunidades funcionan de forma asamblearia: si no está todo el mundo de acuerdo, no se hace. Por eso en el primer pueblo no pudimos llegar a un acuerdo porque estaban en carnavales. Eso lo llevamos a la pantalla, transformamos el guion a raíz de lo que vivimos. En las otras comunidades llegamos a acuerdos para trabajar de una forma cooperativa. El encuentro con estas personas fue mágico.
Dúo (Fuente: Atalante)
Con el viento era un trozo de la vida de Mónica y Dúo es otro trozo de esa vida. ¿Habrá más?
Eso es muy bonito. Son dos películas que son trozos de vida y esa es la base de ellas. Como deseo, me encantaría hacer una tercera película con Mónica, cuando tenga setenta o setenta y cinco años. Verla al cabo de mucho tiempo, en qué se ha convertido…
Cada película te lleva a una nueva película con nuevos deseos, nuevos impulsos. En ese sentido estoy trabajando en un nuevo proyecto, Lejos de los árboles, donde la protagonista es una artista sonora. El viaje que hace está en una correspondencia directa con lo que ha vivido Mónica, como una resonancia. Es también una película sobre la ausencia, el dolor de la distancia y sobre decir adiós.
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Cuestionario Milana
¿Qué película/serie verías por enésima vez?
Te querré siempre (Roberto Rossellini, 1954) o I fidanzati (Ermanno Olmi, 1963)
¿Qué película/serie verías para levantarte el ánimo?
Cualquier película de Billy Wilder o Chaplin, y Notes on the circus (Jonas Mekas, 1966)
¿Qué película/serie sobre baile nos recomiendas?
Un jour Pina a demandé (Chantal Akerman, 1983) y Vers Mathilde (Claire Denis, 2005).