Es octubre y está por todas partes, incluso en el encabezado de esta revista: es el mes del terror. Pero no todos somos fans del género. De hecho, somos muchos los que no disfrutamos con las películas de miedo. Pero a pasar miedo también se aprende.
Como persona a la que de niña le asustaba hasta Harry Potter y que, sin embargo, de mayor ha conseguido ver alguna película de terror, y casi disfrutarla, aquí comparto una serie de consejos que a mí me han servido para comenzar a ver pelis de miedo. Esta es una guía para no iniciados escrita por una persona completamente inexperta.
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Empieza por las parodias
Los espíritus de Fantasmas dan más risa que miedo.
Si ellos mismos no se toman en serio, a ti te facilitan bastante la tarea. Y reírse es una buena manera de introducirse en el ambiente: primero, porque técnicamente no estarás viendo cine de terror; segundo, porque así ya conocerás los tópicos y los mecanismos del cine de género para cuando luego vayas a ver películas “serias”. Puede que no te asuste tanto un clásico de terror cuando ya has visto su escena más famosa parodiada en Scary Movie (Keenen Ivory Wayans, 2000).
O podemos, directamente, ver comedias inspiradas en temas algo tenebrosos: un falso documental sobre vampiros tan divertido como Lo que hacemos en las sombras (Taika Waititi, Jemaine Clement, 2014) o Fantasmas (Matthew Baynton, Martha Howe-Douglas, Jim Howick, Laurence Rickard y Ben Willbond, 2019-), una serie de la BBC sobre una pareja que hereda una antigua mansión que resulta estar llena de espíritus tan diversos como un cavernícola, un político envuelto en un escándalo sexual o un poeta del Romanticismo.
Encuentra tu terror
Todo son florecitas en Midsommar.
Tal vez necesitaríamos más de una sesión de terapia para llegar a la respuesta, pero intentemos pensar: ¿qué es lo que nos da miedo? ¿Lo peor son los sustos, el ambiente de tensión, que sean historias inspiradas en hechos reales o la idea de lo paranormal? Busquemos películas que no sean de ese tipo.
Si odias la oscuridad, empieza por Midsommar (Ari Aster, 2019), cuyo mal rollo en parte se basa, precisamente, en que no se hace de noche en esa remota aldea sueca. Si lo que no soportas es lo paranormal, prueba con un thriller psicológico tipo Mientras duermes (Jaume Balagueró, 2011). Y viceversa.
El terror vintage puede ser más accesible
Este Tiburón no da tanto miedo como en 1975.
Si ves Tiburón (Steven Spielberg, 1975) hoy en día, lo que en otra época te hubiera escalofriado probablemente te parezca algo casi cómico. Los efectos especiales han evolucionado mucho, pero también hemos evolucionado nosotros como espectadores.
Aunque hay clásicos que siguen funcionando perfectamente a día de hoy, es cierto que los espectadores nos vamos acostumbrando a las convenciones de cada época, y lo que en su momento fueron giros efectistas ahora se han convertido en tópicos que ya no nos sorprenden.
Puede que sea un mito, pero se decía que en la primera proyección de Llegada de un tren a la estación de los hermanos Lumière (1895) los espectadores, que nunca habían visto una imagen en movimiento, salieron corriendo porque pensaban que el tren de la pantalla les iba a atropellar. Para ellos un simple tren en pantalla sería una película de terror.
Tápate los oídos
Que nos perdone Roque Baños, pero si le quitamos el sonido a una película de terror sufriremos la mitad. Aunque precisamente estamos reconociendo el mérito a los diseñadores de sonido y a los compositores de bandas sonoras: hacen un trabajo tan importante que muchas veces supone el 80% de la tensión que surge de la película. Así que, con respeto hacia ellos, si en los momentos de tensión no escuchamos, nos ahorraremos el susto. También se puede hacer lo contrario: escóndete detrás de un cojín y escucha la película.
Acuérdate de que no es real
Rodaje de Carrie.
Racionalicemos: estamos viendo un producto de ficción. La gente que disfruta del terror es porque es consciente de que está controlado; el terror ocurre dentro de unos confines establecidos. Supongo que si no eres fan de las películas de miedo tampoco lo serás de las casas de terror, pero es el mismo mecanismo. Sufres un rato, te persigue un loco con una motosierra, pero luego sales y vuelve a ser de día y estás en Disneylandia.
Tómatelo como un experimento: sabes que cuando la película acabe todo seguirá igual. Encenderás las luces, te tomarás un yogur y a la cama. Puedes regodearte en lo reconfortante que es tu vida: por muchas cosas malas que te pasen, hay pocas probabilidades de que un zombie se coma tu cerebro a cucharadas. La verdad es que hay gente que está peor. Aunque no nos olvidemos: aunque la historia no sea real, las emociones que suscita sí lo son.
Termino con un último consejo: ve las películas en compañía. Así el trance siempre es menos malo. Y el esfuerzo merece la pena: si no vemos cine de género, nos estamos perdiendo muchas películas buenísimas que merecen la pena. Yo, poco a poco, lo sigo intentando.
¿Dónde puedes ver estas películas?
Scary Movie (Netflix), Lo que hacemos en las sombras (Filmin, HBO, Prime Video), Fantasmas (Movistar+), Midsommar (Prime Video), Tiburón (Filmin, Movistar+, Netflix, Prime Video).