Severance (Dan Erickson, 2022), la nueva serie de Apple TV+ dirigida por Ben Stiller, llegó a nuestras pantallas en febrero y, desde entonces, solo ha recibido elogios (y bien merecidos).
Protagonizada por Adam Scott, la historia sigue la vida de Mark, un trabajador de la empresa Lumon que se ha ofrecido a formar parte del programa severance. Esto quiere decir que tanto él como sus compañeros de departamento se han sometido a una operación en la que su vida laboral y personal han quedado divididas: cuando Mark va al trabajo, no recuerda nada de la vida del Mark de fuera, y viceversa. A simple vista, parece una solución perfecta para aquellas personas que hacen trabajos tediosos, ¿no?
Pero lo que no les cuentan (o lo que ellos mismos se niegan a reconocer) es que, la persona que va a trabajar es alguien que no sabe nada de su vida. Son ellos mismos, pero no. Son ellos sin sus recuerdos, vivencias ni responsabilidades. Son ellos, pero despojados de lo que los hace ser quienes verdaderamente son el resto del tiempo. De aquello que los hace ser humanos.
Y la pregunta es: ¿es esto justo? ¿Qué ocurre cuando, al bajar al sótano de Lumon, Mark, Helly, Irving y Dylan olvidan quiénes son? ¿Cómo se rompe este ciclo? Hoy vamos a hablar de todo esto, de la serie y de las valiosas lecciones que nos enseña en el camino.
No trabajes para vivir
Aunque no es la primera vez que nos cuentan este concepto en la ficción, Severance lo lleva un paso más allá: sus protagonistas no tienen vida más allá de ir a trabajar. Son prácticamente hámsteres dando vueltas en una rueda: llegan, bajan al sótano (en un claustrofóbico ascensor), y recorren pasillos interminables, blancos e impolutos, que no llevan a ningún lado, para por fin llegar a su departamento, sentarse en su cubículo, y hacer el mismo trabajo de todos los días. Cuando acaba su jornada laboral, hacen el mismo recorrido para salir de Lumon, pero no hacen más que montarse en el ascensor para que este empiece a bajar de nuevo, y vuelvan a encontrarse entrando a trabajar. El ciclo que nunca acaba.
Fotograma de Severance (Apple TV+)
Aquí se concentra parte de la crítica y el mensaje que quiere lanzar la serie: somos esclavos de un sistema que nos despoja de todo lo que nos hace humanos. Ya explorado en ficciones como Matrix (Hermanas Wachowski, 1999), Dark City (Alex Proyas, 1998), Black Mirror (Charlie Brooker, 2011) y muchos referentes más, Severance nos hace cuestionarnos algo muy relevante y actual: ¿seríamos capaces de crear una especie de alter ego para evitar 8 horas de sufrimiento diarias? Y, sobre todo: ¿es esto moral? Los protagonistas se refugian en que siguen siendo ellos mismos los que sufren, pero no son ellos de verdad, son otros. Y esto es lo más terrorífico de Severance: nos deja claro que el ser humano es egoísta incluso consigo mismo, y que siempre buscaremos ahorrarnos el mal trago, cueste lo que cueste. Pero claro, eso casi nunca suele funcionar.
No vivas para trabajar
Porque, a veces, también ocurre al revés: encontramos consuelo en esas horas que pasamos en el día distraídos, rodeados de compañeros con los que nos llevamos bien, y que consiguen que nos olvidemos, aunque sea un poco, de nuestra vida real. Esto se vuelve de incluso mayor relevancia cuando ocurre una tragedia, sufrimos un evento traumático, o cuando estamos pasando por una mala racha: es humano querer refugiarse en algo que nos hace respirar un poco mejor. Y esto se representa también en Severance.
Mark decide someterse al proceso de separación porque no aguanta vivir su vida ni un segundo más. Decide pasar más de ocho horas al día inconsciente, fuera de sí mismo, para después volver a su vida real, la de “arriba” y no tener nada que hacer. Su vida se basa en ir a trabajar, estar inconsciente, y volver. Ese ciclo irrompible del que hablábamos que sufrían los trabajadores, también lo sufren los que se quedan sin trabajar, los que están verdaderamente al mando. Y esto nos hace cuestionarnos el estado mental de los protagonistas… ¿Qué los habrá empujado a someterse a semejante procedimiento?
Fotograma de Severance (Apple TV+)
Pero aún así el mensaje es claro: en la vida, una cosa no puede fluir sin la otra. Necesitamos los momentos malos para apreciar los buenos, ¿no? Descansar, tomar una cerveza, ver una peli… Para después poder volver al trabajo (al que inevitablemente tenemos que volver) revitalizados, llenos de energía, con esos recuerdos para ayudarnos a sobrellevar las presiones y los malos ratos.
El conocimiento lo es todo
En la vida de arriba, Mark tiene una hermana y un cuñado (llamado Ricken) que, afortunadamente para nosotros como espectadores, es un cuñado en toda regla. Habla y bebe de más, cuenta secretos que no le pertenecen, y se cree un filósofo moderno por escribir libros de autoayuda. Como es de esperar, Mark no lo aguanta. Pero ocurre algo curioso: el nuevo libro que Ricken acaba de publicar, titulado El tú que tú eres, y que regala a Mark acaba misteriosamente en el sótano. Y como no, en manos de nuestros protagonistas.
De repente Mark (el Mark que no sabe nada de la vida, y menos de la suya propia) encuentra en sus absurdas frases motivacionales y llenas de clichés, una sabiduría de la que él carece. Sin esperarlo, ese cuñado graciosete del que nos reíamos, se convierte en la chispa que hace que todo salga por los aires.
Fotograma de Severance (Apple TV+)
«Nuestro trabajo es saborear el aire libre. Tu supuesto jefe es el dueño del reloj que se burla desde la pared, pero amigo mío, la hora es tuya».
Ricken
Esta salida de la caverna es tan necesaria para Mark, Helly, Irving y Dylan, como para nosotros los espectadores. Vivimos continuamente atados a nuestro trabajo, casi como ellos, y Severance hace un trabajo magistral en recordarnos lo que verdaderamente importa. Sí, a veces es complicado desligarnos de nuestra vida laboral; pero romper con ella del todo y dejar que ésta domine casi la mitad de lo que somos tampoco es la solución. ¿Cuál es la solución, me preguntas? Dejaremos que nos respondan en la segunda temporada.
¿Dónde puedes verla?
Puedes ver Severance en Apple TV+.