Aquella película de animación donde la pequeña Marjane se oponía al régimen iraní parece hoy un preludio al vuelco feminista que intenta dar no solo la industria audiovisual, sino el mundo entero —a excepción de algunos lugares, donde se sigue yendo para atrás—. Persépolis (Marjane Satrapi y Vicent Paronnaud, 2007), que recibió el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, obtuvo un Goya y estuvo nominada a los Oscar, cumple hoy 15 años de su estreno.
El film se basa en la novela gráfica homónima Persépolis, creada como una autobiografía de Marjane Satrapi y publicada por primera vez en el año 2000. Satrapi estudió Bellas Artes en la Universidad de Irán, donde las modelos de las clases de dibujo acudían con un velo y donde ella se quejaba del absurdo de esas decisiones. Y sí, las dictaduras son absurdas, y por eso mismo son el blanco perfecto del humor político inteligente, así como lo hizo Chaplin en El gran dictador (1940), o Taika Waititi en la lograda Jojo Rabbit (2019). Un humor que no envejece, al igual que esos poderes autoritarios y ridículos que, lamentablemente, tampoco.
La narración comienza en 1979, con la revolución islámica en contra de la dinastía del Sha de Persia, y la instalación de la República. Y si bien la familia de Marjan estaba en contra del Sha, sufrirán la revolución como un verdadero paso en falso… Por la opresión que vivirá de niña, Marjan decidirá irse a estudiar a Europa.
Persépolis fue una de las primeras películas en contar en primera persona lo que una niña puede sentir con la falta de libertades y el hostigamiento, cubriéndolo todo con discursos sobre la religión. A día de hoy sigue siendo un interesante ejercicio sobre la memoria, que permite recordar que en algunas épocas históricas hay avances en las libertades (como lo es en sí misma Persépolis para la industria), pero también retrocesos. Muestra, por ejemplo, el retraimiento que trajeron las prohibiciones del consumo de alcohol y las actividades femeninas más allá del ámbito doméstico, ambas muy comunes en la sociedad Iraní de los 70. Era una sociedad mucho más progresista, abierta y culta por su calidad educativa.
Además, en sólo 95 minutos, la cinta muestra un proceso clave para entender las relaciones internacionales que configuraron las posteriores Guerra del Golfo, Guerra de Irán e Irak, y las intervenciones de EE.UU. —en alianza con Sadam Husein por esas fechas—. Al estar contada desde el punto de vista de una niña, la película está cargada de humor actual y didáctico para todas las edades. Pero más allá de su valor histórico, es una obra que está envejeciendo muy bien por su elocuencia, sensibilidad y actualidad en un tema que aún sigue abierto.
Fotograma de Persépolis
Gracias a películas como Persépolis, hoy afloran esas historias de mujeres contadas por mujeres, como es notorio en la industria audiovisual británica, española, argentina o chilena, y las de mujeres que han salido de sus orígenes para contar las historias que querían, como las escritoras Chimamanda Ngozi Adichie o Malala Yousafzai. Los cuatro tomos de la historieta, igual de reconocida que la película, se han convertido en una verdadera declaración política, y un referente de las voces femeninas que hablan de pie y en voz alta en la actual producción de historias.
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Puedes ver Persépolis en Prime Vídeo, Movistar+ y Filmin.